Fanny Libertun: ¡Que viva el enojo!


El enojo expresa una profunda fuerza de la vida, es una chispa de fuego que no puede ser relegada. Es una emoción que compartimos con gran parte de los animales, pero que como humanos, necesitamos aprender a manejar para evolucionar. Es un mensaje que nos pide que prestemos atención a algún límite que no estamos poniendo o que representa algún dolor que estamos negando. Es una emoción que tendemos a rechazar cuando no nos damos cuenta que sólo es una manifestación de algo que no está siendo saludable en nosotros. La función del enojo es similar a la función de una fiebre. Ayuda a quemar elementos no deseados y perjudiciales. Nada es porque sí, y el propósito más profundo del enojo es decirnos que hay algo que necesita ser escuchado en nuestro ser.

Si se suprimen y se ignoran los síntomas de la fiebre, entonces la enfermedad quedará sin investigar. Lo mismo sucede con el enojo. Es útil escuchar su mensaje y luego no quedarnos ahí sino aprender a utilizarlo para nuestro bienestar.

El enojo que sentimos hacia otra persona no es una evaluación concreta acerca de lo que esa persona realmente es. Es una interpretación que nace en nuestros propios sentimientos y que nos informa más acerca de nosotros mismos que sobre la otra persona. Si aceptamos y comprendemos nuestro enojo, accederemos a ser capaces de actuar con firmeza y sin agresividad en nombre de lo que apreciamos.

El enojo puede darse con el corazón cerrado (situación más habitual en nuestra sociedad) y es destructivo. Muchos de nosotros hemos aprendido el hábito de enojarnos de manera vengativa por causa de una supuesta necesitad de protegernos. Podemos creer, desde esta posición, que está plenamente justificado manejar a los demás. Podemos creer que lo hacemos por "su propio bien." Podemos incluso creer que la voluntad que estamos tratando de imponer es la voluntad de Dios. De tal ignorancia han surgido desde el abuso en la vida individual de las personas hasta las guerras "santas".

Pero hay momentos en que nuestro enojo puede ser un regalo para la otra persona, para nosotros mismos (que somos lo mismo). Cuando no hay deseos de herir o castigar, nos volvemos capaces de hablar con gran claridad y fuerza. Podemos ser enérgicos, pero usando una fuerza que nos llevará a la curación. Podemos estar lidiando con una injusticia, o estar indignados porque alguien traspasó nuestros límites, pero si somos respetuosos y sentimos compasión, este “enojo con el corazón abierto" tiene una belleza, una pasión, y una claridad que es inconfundible.

@ Fanny Libertun
http://www.psicologiadelacompasion.org

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