Gratitud

Siento gratitud por todos y por todo. Al despertarme, respiro profundamente. Con cada aliento expreso amor y gratitud por el nuevo día, y por las muchas oportunidades que me aguardan. La gratitud y la alabanza abren el camino hacia un mayor gozo y a experiencias de vida más ricas. El aprecio me llena de vitalidad y entusiasmo. Me siento renovada y llena de energía. Mi corazón está abierto y receptivo a nuevas experiencias, sabiendo que veré y percibiré el bien en todo aquello que tenga ante mí. Al llevar a cabo mis actividades diarias, lo hago con un ritmo de amor y gratitud. Digo en voz alta: “¡Gracias”! Como si el mundo entero pudiera oírme, e imagino que el universo me responde: “¡De nada!” Bendice, alma mía, a Dios, y bendiga todo mi ser su santo nombre. —Salmo 103:1 He observado que al Universo le gusta mucho la gratitud. Cuanto más agradecidos somos, más bienes obtenemos. Al decir «bienes» no me refiero sólo a cosas materiales, sino a todas las personas, lugares y experiencias que hacen la vida tan maravillosamente digna de ser vivida. Ya sabes lo bien que uno se siente cuando su vida está llena de amor, ale­gría, salud y creatividad, y cuando encuentra los semáforos en verde y sitio para aparcar. Así es como está destinada a ser nuestra vida. El Universo da con abundancia y genero­sidad, y le gusta que se le dé las gracias. Piensa en cómo te sientes cuando le haces un regalo a un amigo. Si lo mira y pone cara de desilusión o dice: «Ay, no es de mi talla», o «Este color no me sienta bien» o « ¿Y eso es todo?», seguro que no vas a tener el menor deseo de volver a hacerle un regalo. Pero si ves que sus ojos bailan de alegría, y se muestra complacido y agradecido, entonces cada vez que veas algo que pienses que le gusta­ría, desearás regalárselo, independientemente de que lo hagas o no. La gratitud produce más cosas por las que estar agra­decido; aumenta la abundancia. La falta de gratitud y las quejas producen poco de qué regocijarse. A los quejosos siempre les parece que hay pocas cosas buenas en su vida, y no disfrutan de lo que tienen. El Universo siempre nos da lo que creemos merecer. A muchos nos educaron para fijarnos en lo que no tenemos y sentir sólo carencia. Parti­mos de una creencia en la escasez y luego nos pregun­tamos por qué está tan vacía nuestra vida. Si pensamos que no tenemos una serie de cosas y que no seremos felices mientras no las tengamos, dejamos en suspenso la vida. Entonces lo que el Universo oye es: «No tengo tal o cual cosa y no soy feliz», y eso es lo que conseguimos. Desde hace tiempo acepto todos los cumplidos dicien­do: «Lo acepto con alegría, placer y gratitud». Me he dado cuenta de que al Universo le gusta mucho esa expresión, y constantemente recibo los regalos más maravillosos. AL despertar por la mañana, lo primero que hago antes de abrir los ojos es dar las gracias a mi cama por la buena noche de sueño que me ha proporcionado. Le agradezco el calor y la comodidad que me ha brindado. A partir de ese comienzo, es fácil pensar en las muchas, muchísimas cosas más por las que me siento agradecida. Cuando salgo de la cama, probablemente ya he expresado mi gratitud por las ochenta o cien personas, lugares, cosas y experiencias de mi vida. Esa es una forma fabulosa de empezar el día. Por la noche, justo antes de dormirme, repaso el día, bendiciendo y agradeciendo cada experiencia. También me perdono si me parece que he cometido un error, he dicho algo inapropiado o he tomado una decisión que no era la mejor. Ese ejercicio me llena de calorcillo y me quedo dor­mida como un bebé feliz. Nos conviene agradecer incluso las lecciones que reci­bimos. No hay que huir de las lecciones; son pequeños tesoros que se nos dan. Cuando aprendemos de ellas, nues­tra vida cambia para mejorar. Ahora me alegro cuando veo otra parte más de mi lado oscuro. Sé que eso significa que estoy preparada para abandonar algo que ha estado dificul­tando mi vida. Digo: «Gracias por enseñarme esto, para poder sanarlo y continuar adelante». Así pues, tanto si la lección es un «problema» que ha surgido como una oportunidad de ver algún viejo comportamiento negativo que ya es hora de abandonar, ¡alégrate! Dediquemos todos los momentos posibles de cada día a agradecer todo lo bueno que hay en nuestra vida. Si es poco lo que tienes ahora, aumentará. Si tu vida ya es abundante, esa abundancia también aumentará- De este modo siempre se gana. Tú te sientes feliz y el Universo se siente feliz. La gratitud aumenta nuestra abundancia. Comienza un diario de agradecimientos. Cada día escribe algo por lo cual estés agradecido. Diariamente di a alguien lo agradecido que te sientes por algo. Da las gracias a los dependientes de las tiendas, a los camareros, al carte­ro, a tu jefe o tus empleados, a tus amigos, a tus familiares y a perfectos desconocidos. Cuenta el secreto de la grati­tud, propágalo. Contribuyamos a hacer de este mundo un lugar de agradecimiento, por todo lo que damos a los demás y por todo lo que recibimos de ellos. http://caminotrasmishuellas.wordpress.com/2011/08/15/dando-las-gracias-al-creador/

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