Libérate de la culpa!

El sentimiento de culpa es una de las emociones más destructivas que la mayoría de las personas experimentamos en mayor o menor medida.

Por ejemplo cuando nos despiden de un trabajo, podemos tener este sentimiento, o cuando decimos NO a un compañero de trabajo que nos pide algo y no podemos atenderle en ese momento, o cuando llevamos un largo periodo de tiempo en desempleo y no encontramos trabajo.

Es interesante detectar qué es aquello que nos hace sentirnos así, porque sino se gestiona correctamente puede bloquearnos.

Muchas veces la culpa se genera cuando hay un desencuentro entre nuestro ideal de cómo ha de ser nuestro comportamiento y la realidad vivida. Es decir cuando hay un quiebre entre lo que decimos, hacemos, pensamos y sentimos.

Cuando somos incoherentes, el sentimiento de culpa aparece. Podemos aprovechar y enriquecernos si buscamos soluciones, también nos podemos plantear si tenemos un pensamiento muy polarizado por ejemplo si pensamos que “SIEMPRE tenemos que ayudar al compañero y dejar lo que estemos haciendo porque sino le hemos fallado”, el día que antepongamos nuestros intereses y le digamos que no, nos sentiremos fatal. Un pensamiento perfeccionista suele hacer que podamos sentirnos culpables si las cosas “no salen perfectas” y entramos en la descalificación personal “soy tonto, nunca me sale nada bien”, esta tortura puede hacer que no seamos capaces de tomar las riendas de nuestras vidas.

Para abandonar el sentimiento de culpa es necesario:
  • Dejar esa mentalidad dual y dejar de pensar que las cosas son buenas- malas, perfectas- incorrectas. Cada persona da la mejor respuesta que puede a cada situación.
  • Conviene renunciar al perfeccionismo, la perfección no es posible y un alto nivel de autoexigencia es agotador.
  • Aceptar que somos limitados e imperfectos, no somos omnipontentes, somos responsables de lo que hacemos, sentimos, decimos y pensamos, pero no de lo que dice, piensa, hace o siente la persona que tenemos al lado, por tanto lo que sienten los demás depende más de ellos mismos que de nosotros.
  • Lo más importante consiste en poder perdonarse y autorizarse a vivir de nuevo como un ser libre. Somos las únicas personas que podemos decidir si somos felices o desagraciados, somos responsables de nuestras decisiones porque elegimos.

“Para librarnos de la culpabilidad mórbida, es decir para renunciar a la ilusoria, pero tranquilizadora omnipotencia, hemos de volver a darles a los demás sus propias responsabilidades, para ello es importante comprender que sus reacciones y emociones resultan de sus decisiones, no de nuestros actos.” Yves- Alexandre Thalmann.

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