Apreciar el dolor, Fanny Libertun


 No es fácil crecer sin lastimarnos. Algunos se hieren cada vez más profundo porque cada vez que se lastiman, escapan del dolor. Otros superan las heridas y se recuperan, siguen adelante. Las probabilidades de los segundos de volverse a lastimar son bastante grandes, pero también de aprender algo nuevo de cada dolor.


De cada golpe podemos salir un poco más fuertes. Está el pequeño dolor vacío de dejar algo atrás: una etapa vital, una relación, la partida de un ser querido. La pena por salir de algo familiar y seguro hacia lo desconocido. Está el gran dolor agudo que emerge cuando la vida trastoca todos nuestros planes y hace lo que quiere, a pesar del control que intentemos ejercer. Están los dolores del fracaso y los dolores de los errores cometidos. Está el dolor presente en la empatía hacia algún ser que está herido.

Si tenemos suerte, hay muy pocos momentos de absoluta magnificencia y calma que posiblemente sean efímeros pero que permanecerán con nosotros como valiosos tesoros de por vida.

Sabio es quien espera encontrarles sentido a los dolores, no quien desea no sentirlos más. Incluso a todos nos cuesta procesar y aceptar el dolor, incluso hasta nos deprimimos porque olvidamos algo importante al respecto: el dolor es para vivir. Sólo los muertos no lo sienten.

El dolor es parte de la vida. A veces es una gran parte, ya veces no, pero de cualquier manera, es parte del gran rompecabezas, la música profunda, el gran juego. El dolor hace dos cosas: te enseña, te dice que estás vivo. Luego pasa y te deja cambiado. Te deja más sabio, a veces. A veces te deja más fuerte. De cualquier manera, el dolor deja su marca, y todo lo importante que te sucederá en la vida lo involucrará en un grado u otro.

Fanny Libertun

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