Mujer Ayuda

 

  Tu error puede ser tu capital, parte esencial de tu currículm vitae, de tu hoja de vida. Como también lo es tu logro. Y un día sucede: sucede que uno acepta a ése que uno es. Ése que no es exactamente el que otros esperaban que fuera. Inclusive es posible que ni siquiera sea el que nosotros mismos esperábamos llegar a ser. Sin embargo, es el que es (y tal vez sea más que bastante!). Al renunciar a las expectativas erradas sobre quienes somos, podemos comenzar, más descansadamente, a descubrir el que ni imaginamos que podríamos ser. Qué alivio produce el poder dar de baja tantas expectativas, y no tener que ser de determinada manera para ningún público! Y también qué ahorro de energía implica el dejar de molestarse a sí mismo por no ser el que uno no es... A partir de esa madurez la vida ya no depende más de lo que otros opinen: uno puede decirle a quien quiera indicarle cómo vivir sin que uno se lo haya preguntado: “Mi vida no es opinable”. Hermoso mantra! Pronunciárselo a sí mis...

 

 

 

 

 

  Más que nada, anhelamos ser vistos. Ser mantenidos en una presencia segura, sin prejuicios, que acepte todos. Para ser vistos a través de ojos amorosos. Y "ser vistos" es lo que más tememos. Más que la muerte, tememos la mirada penetrante de la intimidad. Y lo anhelamos de todos modos. ¡Se necesita tanto coraje para mostrarse! Para quitarte la máscara, cuando te miras y te sientes peor quitarte la máscara (la que te estaba sofocando de todos modos) y decir: "Mira. ¡Mira! Aquí estoy, mundo". Para dejarse ver antes de que estés listo. Cuando te sientas lo más podrido, lo más sucio, lo más desdichado y desagradable, lo menos evolucionado, lo más aburrido, lo más confundido y solo y roto y triste y enojado y herido, déjate ver ahí. Ahí, en ese lugar doloroso y vergonzoso. Deja entrar la luz. Sal de tu escondite e invita a alguien a tu mundo "privado". Deja que sean testigos de tu verdadero y auténtico tú. Antes de esa lamentable defensa llamada "persona...