Ama al otro como a ti mismo

Ama al otro como a ti mismo”

Aunque suene evidente, todos sabemos que es menos frecuente de lo que deseamos. La mayoría de la gente ha crecido con la creencia de que el amor hacia dentro es egoísmo y que para ser aceptados en el mundo deberán echar sus redes hacia fuera. Cuando alguien se atreve a pensar en sí, dedos acusadores saltan apuntando con real elocuencia la falta de altruismo, cooperación, sentido común, y hasta tolerancia, por los gustos, deseos o sueños ajenos. El amor es para dar, se dice, y el acto transitivo se comprende históricamente “hacia otro”, “fuera de mí”. Cuando uno ama (según la tradición infantil que nos han inculcado del amor), se sacrifica, hace enormes esfuerzos, se posterga, se deja para lo último; pero recibe a cambio una caricia, un beso, un reconocimiento, un lugar en el álbum personal de alguien. Sin embargo, ¿Qué clase de amor podríamos ofrecer si no hemos empezado por casa?, ¿será acaso un amor virtual? ¿Algo que creemos poseer para otros, pero no para nosotros mismos?

Si el amor está íntimamente relacionado con la aceptación, ¿Por qué pretendemos creer que es más fácil aceptar a ese extraño que a nosotros mismos? Si no hemos logrado aceptar nuestra propia naturaleza, nuestra propia cultura, nuestras experiencias, nuestras percepciones ¿Por qué nos resultaría más genuino aceptar la biografía de esos que se cruzan con nosotros?

Si aun sabiendo que no me amo, intento una relación con Z y comienzo a sentir cosas maravillosas por ese ser, me empieza a importar lo que le suceda, me ruborizo cuando me mira, y yo siento que lo quiero ¿ Por qué es importante el preámbulo del amor propio? ¿En qué se relaciona mí no-amor con el amor que tengo hacia Z?

He escuchado a muchas personas decir que no se quieren pero que quieren a sus parejas, a sus hijos, a sus mascotas, a sus padres, incluso hay quienes afirman “querer a los demás más que a sí mismos” y me pregunto: Si no han experimentado esa energía o emoción dentro de sí ¿ Cómo saben que es amor? ¿Lo identificarán con algunos caracteres de la vida moderna?

Lo cierto es que me he quedado pensando bastante y profundo, en el tema a raíz de una frase que el monje tibetano S. Rimpoché expuso en una conferencia en la ciudad de México, dijo con total sabiduría: “Si te amas a ti mismo, no dañas a nadie”. Y la escueta y recóndita frase me hizo eco. Reboto en mi cabeza una y otra vez. “Si te amas a ti mismo, no dañas a nadie”.

Y creo haber encontrado, al menos para mí, una parte del iceberg. El amor propio es el altar a partir del cual desarrollamos el amor dirigido hacia el exterior. Nos confiere la posibilidad de saber quiénes somos, que oferta somos para el mundo, y los perímetros necesarios para establecer límites. Quién se ama no daña a nadie, porque el amor no es un recurso agotable; es una energía en constante movimiento, y su esencia es fluir. Si te amas, también puedes amar a otros. El amor es abundante, no se gasta; se puede utilizar en todas las direcciones, y en todos los puntos cardinales. Amarse a sí mismo, lejos de ser una prueba de egoísmo, es un significado de libertad.

Por otra parte, también podemos re-leer la frase desde esta óptica, si el amor tiene la funcionabilidad de “dar” ¿Qué daremos en cada vínculo?; daremos de lo que estamos constituidos, daremos lo que tenemos, daremos de lo que estamos hechos. Si no me amo, las creencias que tenga sobre mí serán limitantes, y empobrecidas; las emociones habituales que vivenciaré serán tóxicas como miedo, enojo, ira, tristeza; y mi auto-estima por ende penderá de un hilo.

Ante este cuadro, yo le daré al mundo, esos colores mustios, aunque intente dar pinceladas de tonos vivos, serán los grises los colores con los que me comunicaré; y es a partir de esta noción que puedo re-interpretar la definición de Rimpoché: “Si te amas a ti mismo, no dañas a nadie”; lo que sugiere que si “no te amas a ti mismo, dañas a todos”; puesto que te vinculas desde tus sentimientos menos productivos, desde el resentimiento, rencor, odio, tristeza, limitaciones; y esa afluencia que estarás dando terminará por dañar las relaciones que tienes.

Crearás tu experiencia interior en el exterior, generarás miedo, incertidumbre, desconfianza, porque tendrás sólo esos materiales para construir algo.

Volviendo al ejemplo anterior, si no me amo, y pretendo querer a Z, al cabo de muy poco tiempo; comenzaré a darme con Z desde un lugar tan personal como temido; trasladaré mis dudas, mis incapacidades, mis miedos no resueltos, mis ansiedades, mis frustraciones.

El amor propio tiene la importancia de que a partir de él nos volvemos personas (dejamos de ser individuos) y protegemos a quienes tenemos alrededor, pues ya no habrá escenarios para proyectar lo que no somos.

Chuchi González

Coach- Escritora- Tallerista Motivacional

http://blogfemenino.org/autoayuda/amor-propio

Comentarios

Entradas populares de este blog

Madres Tóxicas

DECRETO PARA PEDIR ,Conny Méndez

Constelaciones familiares: Ejercicio para la adicción