Mas allá de las luchas de poder (James Redfield)

Más allá de las luchas de poder
Los seres humanos competimos por la energía, lo hacemos para obtener atención, amor, reconocimiento, apoyo y aprobación de los demás. Adoptamos una forma de atraer la energía hacia nosotros mediante el tipo de interacciones que nos dio mejores resultados de niños en las relaciones con nuestros padres y eso es lo que se denomina en la Novena Revelación, Los Dramas de Control

El gran logro de la interacción de los psicólogos fue identificar y explicar la forma en que los seres humanos tendemos a competir y a dominarnos unos a otros debido a un profunda inseguridad existencial. Fue Oriente, sin embargo, el que aportó un esclarecimiento mayor de la psicología implícita en este fenómeno.
Oriente sostiene que nuestros niveles normales de energía son débiles y chatos hasta que nos abrimos a las energías absolutas disponibles en el Universo. Cuando se produce esta apertura, nuestro Ch’i – o tal vez deberíamos llamarlo nuestro nivel de energía cuántica-se eleva a una altura que resuelve nuestra inseguridad existencial, pero hasta entonces, nos movemos buscando más energía de los demás.
Hay un viejo dicho místico según el cual, la energía sigue a la atención. Por lo tanto cuando dos personas interactúan, se dirigen la atención, literalmente fusionan campos energéticos, aunando su energía. El tema pasa a ser enseguida: ¿Quién va a controlar esta energía acumulada?. Si uno puede dominar y consigue que el otro ceda su punto de vista, mire el mundo a su manera, a través de sus ojos, este individuo captó ambas energías como propias. Siente un inmediato poder, seguridad, valoración personal y hasta euforia. Pero esas sensaciones positivas son ganadas a expensas de la otra persona, ya que el individuo dominado se siente fuera de sus centro, ansioso y carente de energía.
Este proceso de dominación psicológica se observa en todas partes y es la fuente tácita de todo conflicto irracional en el mundo humano. Cuando entramos en interacción con otro ser humano, debemos tener presente todo esto. Cada persona es un campo energético que consiste en un conjunto de supuestos y creencias que se irradian hacia fuera e influyen en el mundo. Cada uno tiene un conjunto de supuestos y un estilo de interacción únicos en este sentido, que yo he denominado “dramas de control”

Dramas de control

El pobre de Mí:
El más pasivo de los dramas de control es la estrategia de la víctima, o lo que he dado en llamar Pobre de Mí. En este drama, en vez de competir directamente por la energía, la persona trata de ganar deferencia y atención a través de una manipulación de la simpatía. La estrategia del Pobre de Mí consiste en hacernos perder el equilibrio y obtener nuestra energía creando una sensación de culpa o duda de nuestra parte. Al aceptar esa culpa, nos detenemos y, a través de los ojos de esta persona, miramos el mundo y al hacerlo, la persona logra sentir la inyección de nuestra energía sumada a la suya y así se siente más segura.
Como tratarlo:
Lo importante es tener presente que el propósito del drama es obtener energía, por lo tanto, al hablar con un Pobre de Mí debemos partir de la disposición de darle conscientemente energía; esa es la manera más fácil de quebrar el drama. Luego debemos considerar si la inducción de la culpa esta justificada, sin olvidar que somos nosotros quienes debemos determinar y decidir hasta que punto y cuando somos responsables de ayudar a alguien en la necesidad.

El distante:
Un drama ligeramente menos pasivo es el drama del Distante. Sabemos que ingresamos en el campo energético de alguien que usa esta estrategia cuando empezamos una conversación y nos damos cuenta de que no podemos obtener una respuesta directa. La persona crea de modo constante un aura vago y misterioso a su alrededor, obligándonos a poner energía para obtener información que normalmente se comparte de manera informal. No es que sea reservado (lo cual es otra cosa), para el Distante es un método de manipulación que trata de seducirnos y al mismo tiempo mantenernos a distancia.
Las personas distantes están atrapadas en su mundo interior de luchas, miedos, y dudas sin resolver. Creen inconscientemente que si se muestran misteriosos, reservados y desapegados, otros vendrán a rescatarlos.
Los Distantes son a menudo solitarios, mantienen distancia por temor a que otros impongan su voluntad o cuestionen sus decisiones (como lo hicieron sus padres Interrogadores). Piensan que tienen que hacer todo solo, no piden ayuda. Necesitan mucho espacio y a menudo evitan quedar atados con compromisos. No se toman obligaciones. De chicos, no los dejaron satisfacer su necesidad de independencia o no los reconocieron por su propia identidad. Tienden a ocultar, lo que en realidad piensan.
El Distante esta propenso a caer en el lado Pobre de Mí. La mayoría viven en estado carencial (amor, dinero y autoestima), no se dan cuenta de que su propia indiferencia puede ser la causa de que no tengan lo que quieren, o de su sensación de estancamiento y confusión. Generalmente, consideran que su principal problema es la falta de algo (dinero, amigos, contactos sociales, educación). Se sienten estancados y no entienden que ese comportamiento distante los aleja de la prosperidad.
Cómo tratarlo:
Una vez más debemos empezar por enviar energía. Al enviar amor y energía en vez de ponernos a la defensiva, aliviamos la presión de continuar la manipulación. Sin la presión podemos volver a empezar, identificando el juego y llevando el drama a la conciencia, al convertirlo en el tema de conversación.
El Interrogador
Un drama de control más agresivo que invade la sociedad moderna es el interrogador. En esta estrategia la manipulación se usa de la crítica para obtener energía de los demás. Frente a estas personas tenemos la sensación de ser torpes, incapaces o estar equivocados, dudamos de nuestro mundo y en cambio aceptamos y adoptamos su visón del mundo.
Su comportamiento puede ir de ser cínicos, escépticos, sarcásticos, fastidiosos, perfeccionistas, santurrones, a ser viciosamente manipuladores.Inicialmente atraen a los demás con su ingenio, su lógica infalible, sus hechos y su intelecto.
Cuando una persona queda atrapada en el drama del interrogador, normalmente tiende a actuar de manera tal que esa persona no lo critique y así, el interrogador lo saca de su camino y lo despoja de su energía, porque la victima se juzga a si mismo por lo que el interrogador pueda pensar.
El interrogador siempre encuentra algo equivocado en las respuestas de los otros. Son críticos y hostiles, buscan formas de hacer sentir mal a los demás. Él duda de todos los hechos y trata de echarnos la culpa de todo. Cuando hacemos esfuerzos para probar su valía y responderles, cuando tratamos de reaccionar ante él, más le enviamos energía.
Como tratarlo:
La cuestión es que nos mantengamos bastante centrados como para decirles como sentimos su presencia. Una vez más la clave radico en no adoptar una postura defensiva y enviar energías afectuosas al explicar que nos sentimos cuestionados y criticados.

El Intimidador
El Intimidador logra que todos les presten atención a fuerza de gritos, fuerza física, la agresividad, la sublevación, amenazas y exabruptos. Mantienen a todos a raya por temor a desatar comentarios molestos, rabia y en casos extremos, furia. La energía fluye hacia él, debido al miedo y la sospecha al próximo suceso. Él siempre acapara el escenario y hace que los demás sientan a su lado temor y ansiedad.
Son básicamente egocéntricos, su comportamiento puede ir desde dar ordenes a los que están a su alrededor, hablar constantemente y levantar la voz para que lo demás no hablen; a ser autoritarios, inflexibles, sarcásticos y violentos. Los intimidadores son quizás los más apartados de la energía universal. Inicialmente atraen a los demás creando un aura de poder.
El tipo de Intimidador hace suponer que uno de sus padres ha sido Pobre de Mí o Intimidador también
El drama de control más agresivo. Nos damos cuenta de que entramos en un campo energético de una persona así porque no solo nos sentimos consumidos o incómodos, sino que nos sentimos inseguros, en peligro incluso. La estrategia del Intimidador consiste en llamar nuestra atención y de ese modo obtener energía creando un medio en el que nos sentimos tan amenazados que nos concentramos por entero en él.
Como tratarlo:
Es mejor apartarse de su presencia. Si alguien mantiene una relación duradera con un intimidador, lo mejor es ponerlo en manos de un profesional.

http://www.8300.com.ar/2009/08/28/mas-alla-de-las-luchas-de-poder/

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