Conciencia, Inconciencia… Personal, Transpersonal…
Conciencia, Inconciencia…
Personal, Transpersonal…
La Capa personal del Inconciente
Sigmud Freud fue pionero en la exploración del inconciente. Consideró la existencia de una amplia parte de la mente en la cual se hallaban incluidos los deseos instintivos y las experiencias personales de la infancia que resultaron dolorosas e inaceptables y que por ello fueron reprimidas.
Aparentemente olvidados, los traumas psíquicos de los primeros años representaban una energía emocional no liberada. Esto podía ser neutralizado siempre y cuando la persona fuese capaz de llegar a recordar estas dolorosas experiencias y liberar toda la energía bloqueada.
La Astrología nos ayuda también a tomar conciencia y liberar lo reprimido, dándonos cuenta del juego mediante el cual ponemos en el afuera lo que no podemos/queremos reconocer como propio.
La Capa Colectiva del Inconciente
Carl Jung siguió profundizando en la obra de su colega y aportó la Teoría del Inconciente Colectivo.
Planteó la existencia de dos dimensiones dentro del subconciente: en primer lugar, una capa personal, descubierta por Freud, consistente en el material biográfico reprimido de un individuo. Y en segundo lugar, una segunda capa llamada Inconciente Colectivo, que son tendencias heredadas por la psique humana que van mucho más allá de los períodos pre-infantiles pudiendo llegar incluso hasta lo más remoto de una vida ancestral. Jung llamó “Arquetipo” a todas estas imágenes primordiales del inconciente colectivo, las cuales constituyen la forma de pensamiento más antiguo y universal de la humanidad.
No sólo allí están contenidos todos los recuerdos ancestrales del pasado, sino que también están almacenadas las potencialidades latentes.
El Nivel Prenatal del Inconciente
Stan Grof, como psiquiatra contemporáneo, tiene la creencia que en el inconciente hay una tercera capa que abarca la experiencia fetal y la del nacimiento, la cual es una interfase entre las dimensiones colectivas y personales. De alguna manera, en nuestro período gestacional repetimos todos los niveles evolutivos de nuestra civilización.
Aunque no poseamos conciencia de estas fuerzas ocultas, éstas ejercen una poderosa influencia sobre nuestras elecciones, actitudes y acciones. Todo este material psíquico no suele ser accesible a la mente conciente y posee un poderoso efecto en cuanto a la forma en que percibimos y reaccionamos frente al mundo y determina las acciones y, por lo tanto, las circunstancias de nuestras vidas. Este es el lugar en el que tanto nuestro entorno como nuestras experiencias concientes son formadas y alimentadas. A esta fuerza podemos llamarla "karma" o "motivación inconciente".
Tan solo penetrando en la oscuridad de los espacios interiores y haciendo las paces con estos recuerdos podemos llegar a abrirnos un camino hacia la sanación, la renovación y la creatividad. De esto es de lo que habla el mito de Hércules y La Hidra. Cuando más bloqueado está, más resistentes son las vallas. Jung pensaba que cuanto más profundamente reprimimos los pensamientos y sentimientos respecto de nosotros mismos, más intensamente los creamos fuera de nosotros como conflicto y caos, acontecimientos y personas que nos "suceden" en el exterior.
Atraeremos a otra persona o situación para que nos enseñe precisamente lo que concientemente no queremos saber de nosotros mismos. Una vez que comprendemos que elegimos todas nuestras relaciones o circunstancias para aprender y equilibrar, podemos transformar nuestra vida con solo estar atentos a las enseñanzas que se nos presentan a diario.
El mito de Hércules y la Hidra.
Ampliamente conocidos, los doce trabajos de Hércules están relacionados con los doce signos del zodíaco. Uno de los trabajos que se le encargan es el de matar a un monstruo de varias cabezas, al que llamaban Hidra, y que si se le cortaba una de ellas en su lugar salían dos más. Este ser vivía en una ciénaga en la que permanecía sumergida en el barro y la bruma típica de este lugar.
Para lograr su cometido, Hércules debía emplear la única manera posible de matar este ser: tomarla de los cabellos (que eran serpientes) y mirarla a los ojos.
Debemos relacionar la ciénaga con el inconciente; al monstruo con nuestras neurosis, miserias y vicios, y a Hércules con la conciencia.
El hecho de no poder cortarle la cabeza, está relacionado con lo que ocurre si pretendemos darle un corte drástico a personas o situaciones, mirando para otro lado, cambiando de personajes en nuestras escenas externas… lo único que lograremos, así como ocurre en este mito, es que aparezcan mas personas y/o circunstancias que encarnan ese problema.
El único modo de superar las cosas que nos suceden en la vida, es aceptar lo que ocurre, teniendo el coraje de explorar nuestro inconciente (ciénaga), animándonos a mirar de frente (a los ojos) toda la situación, para integrarla a nuestra conciencia y asumir nuestra responsabilidad sobre el asunto.
Si pretendemos mirar para otro lado o esconderlas bajo la alfombra simulando que no pasa nada, no lograremos evadirlas sino darles más fuerza. Tal vez desaparezcan de nuestra vista, se escondan en la ciénaga por el momento, pero volverán con más fuerza aún. Patear las cosas para delante nunca ha sido la solución a nada…
Las fuerzas inconcientes del pasado afectan nuestro presente; de acuerdo a como resolvemos hoy, diseñaremos nuestro futuro. El futuro se construye hoy: nuestros pensamientos y acciones lo generan. El Karma es la ley de causa y efecto, es el resultado de cualquier pensamiento/acción previa cuya semilla, contiene un fruto y genera consecuencias. Todo cuanto nos ocurre, incluyendo el momento presente, ha sido preestablecido por nuestras anteriores acciones y pensamientos, tanto personales como grupales.
El destino es un producto de nuestra propia creación interior, somos concientes de aquello que aceptamos y con lo cual nos identificamos, y lo que rechazamos de nosotros mismos vuelve a nuestras vidas desde el exterior, como reflejo en acontecimientos y personas, como un espejo que pretende no solo mostrarnos sino también devolvernos lo que hemos creado.
De acuerdo a como respondamos, aprobaremos o repetiremos la lección. Hay innumerables alternativas para elegir como respuesta, pero la correcta elección solo llegará mediante el hecho de vivir concientes en el aquí y ahora, centrados en este momento, preguntándonos que nos refleja tal o cual persona o tal o cual situación, que debemos aprender de lo sucedido.
Creamos nuestro futuro de acuerdo a nuestra propia sabiduría, a nuestro estadio de evolución. Si somos capaces de considerar nuestro pasado -no solo el de esta vida, sino también el de todas las vidas pasadas- desde esta perspectiva, podremos no solo ganar claridad y comprensión, sino también liberarnos de pesadas cargas. Al ser concientes de las causas del sufrimiento, de la pérdida y del dolor, al darnos cuenta que fuimos los generadores de lo que hoy nos sucede, nos da la posibilidad de liberarnos de todo ese peso... abriendo un nuevo espacio de conciencia.
Cuando nos resistimos, cuando rehusamos darnos cuenta, entonces es el universo, la vida, el destino -como cada cual lo llame-, el que nos “obliga” a hacerlo. Y es allí cuando culpamos a la vida, al destino, a la mala suerte... ¡tanto nos cuesta hacernos cargo!
Las energías del inconciente pueden apoyarnos ofreciéndonos toda una serie de ocultos recuerdos de fuerza a través de los cuales podemos cumplir con nuestros objetivos y tiene modos extraños de manifestarse... por eso para registrarlas hay que estar atento.
Aquí, en la Tierra, nuestro nivel de conciencia actúa en un mundo dual, donde percibimos la realidad como polarizada en lo objetivo y lo subjetivo, o el yo y los otros. Dicho de otro modo, “este ego que ocupa este cuerpo lo ve de este modo”, pero sabemos que la realidad es otra. Todo lo que vemos como ajeno a nosotros solo es un reflejo, un espejo nuestro… y cuanto más nos moleste, cuanto menos nos guste… más debemos aplicarnos a buscar su equivalente en nuestra ciénaga.
No hay nada fuera de mí que no esté en mí…
Pilar Nieto Gigirey
http://misitio.fibertel.com.ar/sertranspersonal/Section11360.shtml
Personal, Transpersonal…
La Capa personal del Inconciente
Sigmud Freud fue pionero en la exploración del inconciente. Consideró la existencia de una amplia parte de la mente en la cual se hallaban incluidos los deseos instintivos y las experiencias personales de la infancia que resultaron dolorosas e inaceptables y que por ello fueron reprimidas.
Aparentemente olvidados, los traumas psíquicos de los primeros años representaban una energía emocional no liberada. Esto podía ser neutralizado siempre y cuando la persona fuese capaz de llegar a recordar estas dolorosas experiencias y liberar toda la energía bloqueada.
La Astrología nos ayuda también a tomar conciencia y liberar lo reprimido, dándonos cuenta del juego mediante el cual ponemos en el afuera lo que no podemos/queremos reconocer como propio.
La Capa Colectiva del Inconciente
Carl Jung siguió profundizando en la obra de su colega y aportó la Teoría del Inconciente Colectivo.
Planteó la existencia de dos dimensiones dentro del subconciente: en primer lugar, una capa personal, descubierta por Freud, consistente en el material biográfico reprimido de un individuo. Y en segundo lugar, una segunda capa llamada Inconciente Colectivo, que son tendencias heredadas por la psique humana que van mucho más allá de los períodos pre-infantiles pudiendo llegar incluso hasta lo más remoto de una vida ancestral. Jung llamó “Arquetipo” a todas estas imágenes primordiales del inconciente colectivo, las cuales constituyen la forma de pensamiento más antiguo y universal de la humanidad.
No sólo allí están contenidos todos los recuerdos ancestrales del pasado, sino que también están almacenadas las potencialidades latentes.
El Nivel Prenatal del Inconciente
Stan Grof, como psiquiatra contemporáneo, tiene la creencia que en el inconciente hay una tercera capa que abarca la experiencia fetal y la del nacimiento, la cual es una interfase entre las dimensiones colectivas y personales. De alguna manera, en nuestro período gestacional repetimos todos los niveles evolutivos de nuestra civilización.
Aunque no poseamos conciencia de estas fuerzas ocultas, éstas ejercen una poderosa influencia sobre nuestras elecciones, actitudes y acciones. Todo este material psíquico no suele ser accesible a la mente conciente y posee un poderoso efecto en cuanto a la forma en que percibimos y reaccionamos frente al mundo y determina las acciones y, por lo tanto, las circunstancias de nuestras vidas. Este es el lugar en el que tanto nuestro entorno como nuestras experiencias concientes son formadas y alimentadas. A esta fuerza podemos llamarla "karma" o "motivación inconciente".
Tan solo penetrando en la oscuridad de los espacios interiores y haciendo las paces con estos recuerdos podemos llegar a abrirnos un camino hacia la sanación, la renovación y la creatividad. De esto es de lo que habla el mito de Hércules y La Hidra. Cuando más bloqueado está, más resistentes son las vallas. Jung pensaba que cuanto más profundamente reprimimos los pensamientos y sentimientos respecto de nosotros mismos, más intensamente los creamos fuera de nosotros como conflicto y caos, acontecimientos y personas que nos "suceden" en el exterior.
Atraeremos a otra persona o situación para que nos enseñe precisamente lo que concientemente no queremos saber de nosotros mismos. Una vez que comprendemos que elegimos todas nuestras relaciones o circunstancias para aprender y equilibrar, podemos transformar nuestra vida con solo estar atentos a las enseñanzas que se nos presentan a diario.
El mito de Hércules y la Hidra.
Ampliamente conocidos, los doce trabajos de Hércules están relacionados con los doce signos del zodíaco. Uno de los trabajos que se le encargan es el de matar a un monstruo de varias cabezas, al que llamaban Hidra, y que si se le cortaba una de ellas en su lugar salían dos más. Este ser vivía en una ciénaga en la que permanecía sumergida en el barro y la bruma típica de este lugar.
Para lograr su cometido, Hércules debía emplear la única manera posible de matar este ser: tomarla de los cabellos (que eran serpientes) y mirarla a los ojos.
Debemos relacionar la ciénaga con el inconciente; al monstruo con nuestras neurosis, miserias y vicios, y a Hércules con la conciencia.
El hecho de no poder cortarle la cabeza, está relacionado con lo que ocurre si pretendemos darle un corte drástico a personas o situaciones, mirando para otro lado, cambiando de personajes en nuestras escenas externas… lo único que lograremos, así como ocurre en este mito, es que aparezcan mas personas y/o circunstancias que encarnan ese problema.
El único modo de superar las cosas que nos suceden en la vida, es aceptar lo que ocurre, teniendo el coraje de explorar nuestro inconciente (ciénaga), animándonos a mirar de frente (a los ojos) toda la situación, para integrarla a nuestra conciencia y asumir nuestra responsabilidad sobre el asunto.
Si pretendemos mirar para otro lado o esconderlas bajo la alfombra simulando que no pasa nada, no lograremos evadirlas sino darles más fuerza. Tal vez desaparezcan de nuestra vista, se escondan en la ciénaga por el momento, pero volverán con más fuerza aún. Patear las cosas para delante nunca ha sido la solución a nada…
Las fuerzas inconcientes del pasado afectan nuestro presente; de acuerdo a como resolvemos hoy, diseñaremos nuestro futuro. El futuro se construye hoy: nuestros pensamientos y acciones lo generan. El Karma es la ley de causa y efecto, es el resultado de cualquier pensamiento/acción previa cuya semilla, contiene un fruto y genera consecuencias. Todo cuanto nos ocurre, incluyendo el momento presente, ha sido preestablecido por nuestras anteriores acciones y pensamientos, tanto personales como grupales.
El destino es un producto de nuestra propia creación interior, somos concientes de aquello que aceptamos y con lo cual nos identificamos, y lo que rechazamos de nosotros mismos vuelve a nuestras vidas desde el exterior, como reflejo en acontecimientos y personas, como un espejo que pretende no solo mostrarnos sino también devolvernos lo que hemos creado.
De acuerdo a como respondamos, aprobaremos o repetiremos la lección. Hay innumerables alternativas para elegir como respuesta, pero la correcta elección solo llegará mediante el hecho de vivir concientes en el aquí y ahora, centrados en este momento, preguntándonos que nos refleja tal o cual persona o tal o cual situación, que debemos aprender de lo sucedido.
Creamos nuestro futuro de acuerdo a nuestra propia sabiduría, a nuestro estadio de evolución. Si somos capaces de considerar nuestro pasado -no solo el de esta vida, sino también el de todas las vidas pasadas- desde esta perspectiva, podremos no solo ganar claridad y comprensión, sino también liberarnos de pesadas cargas. Al ser concientes de las causas del sufrimiento, de la pérdida y del dolor, al darnos cuenta que fuimos los generadores de lo que hoy nos sucede, nos da la posibilidad de liberarnos de todo ese peso... abriendo un nuevo espacio de conciencia.
Cuando nos resistimos, cuando rehusamos darnos cuenta, entonces es el universo, la vida, el destino -como cada cual lo llame-, el que nos “obliga” a hacerlo. Y es allí cuando culpamos a la vida, al destino, a la mala suerte... ¡tanto nos cuesta hacernos cargo!
Las energías del inconciente pueden apoyarnos ofreciéndonos toda una serie de ocultos recuerdos de fuerza a través de los cuales podemos cumplir con nuestros objetivos y tiene modos extraños de manifestarse... por eso para registrarlas hay que estar atento.
Aquí, en la Tierra, nuestro nivel de conciencia actúa en un mundo dual, donde percibimos la realidad como polarizada en lo objetivo y lo subjetivo, o el yo y los otros. Dicho de otro modo, “este ego que ocupa este cuerpo lo ve de este modo”, pero sabemos que la realidad es otra. Todo lo que vemos como ajeno a nosotros solo es un reflejo, un espejo nuestro… y cuanto más nos moleste, cuanto menos nos guste… más debemos aplicarnos a buscar su equivalente en nuestra ciénaga.
No hay nada fuera de mí que no esté en mí…
Pilar Nieto Gigirey
http://misitio.fibertel.com.ar/sertranspersonal/Section11360.shtml
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