Superar los Duelos

Pasamos por momentos muy difíciles en nuestras vidas, a veces el amor ineludiblemente se nos convierte en un inmenso dolor que nos parte el alma al sentir perdido aquello que tanto amábamos. Entonces llega el duelo: esa reacción que adoptamos a la hora de afrontar una pérdida.

Hay muchos tipos de pérdidas: desde la muerte de un ser que amábamos, una ruptura amorosa, el despido de un trabajo, la separación de algo que considerábamos importante… Todos estos son duelos porque en ellos se encierran sentimientos de dolor y frustración, lo que varia indefectiblemente es la profundidad y los grados de afectación de los sentimientos y la vida que llevábamos hasta el momento de vivir el duelo.

El duelo nos cambia, sería muy pretencioso creer que no es así, puesto que nos vemos expuestas a una situación que tal vez no esperábamos y que de un momento a otro nos deja sin piso. Es allí en donde empiezan a aflorar varias reacciones a lo que estamos viviendo: podemos perder o aumentar de una manera exagerada nuestro apetito al igual que nuestras horas de sueño, experimentamos sentimientos de tristeza, soledad, desesperación, rabia… ¡y es natural! Estamos viviendo un duelo.

Cada cual vive su duelo de forma diferente.
Cabe destacar que las formas de vivir un duelo son únicas en cada ser humano: habrá quienes decidan afrontar la situación encerrándose en su dolor y quienes decidan abrirse al mundo como medio de apoyo para superar la dificultad; lo cierto es que la forma de vivir un duelo no es proporcional al cómo se amó, siempre habrán distinciones y elementos trascendentales y propios de cada quién que hagan su proceso único.

Todo se supera, el tiempo de duelo también.
Existen factores que "amilanan” el duelo así como otros que lo pueden hacer menos llevadero. Pero, sea cual fuere nuestra situación, debemos ser conscientes de que nosotras aún seguimos aquí por alguna razón, y que podemos superar las tristezas de nuestro camino cualquiera que sea su índole: habrán unas que requieran de mayor tiempo, otras no tanto; pero todas tienen algo en común: son superables.

Lo importante es que reconozcamos que el duelo es un proceso, y por lo tanto, necesita de tiempo, ¡debemos darnos tiempo! Podemos seguir adelante y aprender de los golpes de la vida, pero primero debemos mimarnos mucho para no caer en extremos que agravarían nuestra situación: ensimismamiento, falta de higiene, uso de medicamentos sin prescripción médica, entre otros.

Aunque suene difícil de cumplir, lo que debemos hacer cuando atravesamos un proceso de duelo es cuidar de nosotras mismas: comer bien, respetarnos a nosotras mismas, hacer ejercicio (no en extremo), estar pendientes de nuestro cuidado personal, buscar la mejor y más sana manera de sentirnos bien con nosotras mismas.

El duelo lleva tiempo, ¡démonoslo! Ello no significa que al superar esta etapa vamos a romper los lazos que nos unían a aquello que tanto amábamos, lo que significa es que vamos a aprender a recordar sin dolor para poder seguir en la búsqueda de esos horizontes que tanto hemos soñado.

Todas hemos pasado por un duelo. Lo que es seguro es que sin pasar por esos duelos, no seríamos capaces de darle tanto valor y amor a lo que ahora tenemos.

¡Ánimo! Levanta tu cabeza y dale gracias a la vida por permitirte amar, tu dolor no es sino una muestra de que eso es lo que has hecho… Podemos superar todo nuestros duelos si nos lo permitimos: ¿te permites superar la situación que hoy agobia tu vida?

Dejar ir es una de las lecciones mas difíciles de asimilar, porque siempre queremos tener lo que más deseamos: Ser amados con reciprocidad, obtener los éxitos, logros, objetivos propuestos.
Cuando no conseguimos aquello que anhelamos viene la frustración, la ansiedad, depresión, el dolor, la angustia, y todo lo demás.

Queremos que las personas y los eventos fluyan y sean como a nosotros nos conviene, pero lamentablemente, así no es como funciona. Muchas personas vienen, para enseñarnos lo que necesitamos y luego se van.
Dejar ir cuando se ama demasiado, como en el amor de pareja es muy difícil y doloroso, eso sin contar con el apego, el ego, el orgullo, el amor propio herido.

Cuando no somos amados con reciprocidad, es imprescindible comprender que hay que liberar a ese ser que amamos, para que encuentre su destino y sea feliz. Desear la felicidad del otro, antes que la de una misma, eso, es amor verdadero e incondicional.
Desapegarnos sin resentimiento, sin luchar, aceptando lo que hay, siendo consientes de que esa es nuestra realidad, pocas veces se logra con facilidad.

Abrir nuestros brazos, para liberar a la persona amada. A ese niño, para que vuele y camine por sus propios pies, viva experiencias, cometas errores y aprenda de ellos, para que al final, sea un ser completo e integro, es una árdua tarea, que conlleva desprendimiento y dolor, pero que es indispensable hacer.

Todos en algún momento, nos enfrentarnos a este suceso: Dejar Ir, liberar, soltar, desapegarnos.
¿Como hacer, para curar esas heridas y desprendernos de aquello que tanto amamos, pero que por las razones que sean, ya termino su ciclo?
¿Como sanar el alma, cuando el sufrimiento es inmenso?

Es un proceso de introspección, de conectarnos con nuestro ser interior.

Tener nuestro duelo, llorar nuestro inmensa perdida, porque duele, duele demasiado. Solo el tiempo, el aceptar las cosas como son, es lo único que puede ayudar, y entender que hay que dejar libre a lo que mas se ama.
No podemos cortarle las alas a nadie, eso no es sano y no es amor.

El amor verdadero es libre, y no puede estar sujeto a nuestra voluntad.
Asimilar los fracasos, comprendernos y aceptarnos, porque no se puede hacer mas que desear la felicidad de ese otro ser.
En esta problematica también hay que tener en cuenta nuestro amor propio herido. A veces solo es nuestro ego, el ser rechazados, el aferrarnos con uñas y dientes a un imposible. Como entender la diferencia?
Escuchando nuestro corazón, conectándonos con nosotros mismos, nuestra intuición. Nuestro Dios interior siempre sabe, y conoce todas las respuestas, solo tenemos que escuchar.

Ver lo que en verdad es esencial, que nada tiene que ver con lo material. Apreciar lo importante y trascendental desde el corazón, y vivir en consecuencia.
Aprender la paciencia, la humildad, la tolerancia, a sobreponerse a las perdidas de toda índole. Son pruebas que tenemos que sobrellevar.
Cuando el destino, nos convoca una y otra vez, talvez, ahí, lo que tenemos que hacer es: Vencer el miedo, arriesgarnos, ser valientes, y buscar fortaleza de donde no tenemos.

Cada situación adversa a la que nos exponemos, tiene por objeto hacernos crecer. En otros casos, el universo nos enfrenta a estos eventos, porque es la única forma que hay, para que tomemos conciencia de los cambios que tenemos que dar.
Aceptar lo evidente, porque de otra forma no podría ser, no podríamos avanzar. En todo caso, fueron nuestras expectativas las que fueron defraudadas. Es preciso aceptar y trabajar el desapego.
La felicidad solo aparece una vez, a veces somos tan ciegos, que no la vemos, y la dejamos pasar.

Vivan, amen de verdad, con cada fibra de su ser, luchen por lo que en verdad es importante, no le cierren las puertas al amor, porque el amor, es lo que en definitiva, vale la pena vivir y ser vivido con todo, y sus consecuencias.

Publicado por Suzanne Powell

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