Afrodita, Jean Shinoda Bolen

 
Afrodita. tomado de "Las diosas de cada mujer" de Jean Shinoda Bolen

A Afrodita, diosa del amor y de la belleza, la sitúo en una categoría por derecho propio como la diosa alquímica, una calificación adecuada para el proceso mágico o poder de transformación que ella, por sí sola, poseía. Según la mitología griega, Afrodita era una presencia sobrecogedora que hacía que los mortales y las deidades (a excepción de las tres diosas vírgenes) se enamorasen y concibieran nueva vida. Con Pigmalión, convirtió una estatua en una mujer viva (por el contrario, Atenea convertía a las personas en piedra). Era ella quien inspiraba la poesía y los discursos persuasivos, y simboliza el poder transformador y creativo del amor.

Aunque tiene algunas características comunes con las diosas vírgenes y con las Diosas vulnerables, no pertenece a ninguno de estos dos grupos. Como la diosa que tuvo más relaciones sexuales, definitivamente Afrodita no fue una diosa virgen, a pesar de que se parecía Artemisa, Atenea y Hestia en hacer lo que le placía. Tampoco fue una Diosa vulnerable, a pesar de que se parecía Hera, Deméter o Perséfone en estar vinculadas a deidades masculinas y/o en tener hijas/os. Sin embargo, a diferencia de ellas, Afrodita nunca fue escogida como víctima y no sufrió como tal. En todas sus relaciones, los sentimientos de deseo fueron recíprocos; nunca fue la víctima de la pasión indeseada de un hombre por ella. Valoraba más la experiencia emocional con los demás que su independencia de ellos (que era lo que motivaba a las diosas vírgenes), o los vínculos permanentes (que caracterizaban a las diosas vulnerables).

En tanto que diosa alquímica, Afrodita tiene en común algunas similitudes con las otras dos categorías, aunque es intrínsecamente diferente de ambas. Para Afrodita, las relaciones son importantes, peor no como compromisos a largo plazo con otras personas (característicos de las diosas vulnerables). Afrodita busca consumar relaciones y generar nueva vida. Este arquetipo puede expresarse a través de la relación física o a través de un porceso creativo. Lo que busca ella difiere de lo que buscan las diosas vírenes, pero se parece a ellas en que es capaz e centrarse en lo que para ella tiene personalmente sentido; los demás no pueden apartarla de su meta. Y en cuanto que lo que ella valora, es puramente subjetivo y no puede medirse en términos de éxito o de reconocimiento. Afrodita es (paradójicamente) muy similar a la anómina e introvertida Hestia, que, aparentemente, es la Diosa menos parecida a Afrodita.

Cualquier persona o cualquier cosa que sea impregnada de belleza por Afrodita es irresistible. Se produce una atracción magnética, se produce una "química" especial entre dos personas, y desean la unión por encima de cualquier otra cosa. Sienten un impulso de acercarse, de llegar al coito, a la consumación del acto, "conocer" al otro, según el término bíblico. Aunque este ímpetu puede ser puramente sexual, el empuje suele ser más profundo, y representa un impulso psicológico y espiritual. El término coito está relacionado con comunicación o comunión; consumación sugiere una incitación a la realización o perfección; unión es fundirse juntos como ua misma persona, y conocer es entender realmente al otro. El deseo de conocer y de ser conocido es lo que produce Afrodita. Si este deseo conduce a la intimidad física, de ella puede seguirse la fecundación y una nueva vida. Si la unión es también mente, corazón y/o espíritu, se crea un nuevo crecimiento en las esferas psicológica, emocional o espiritual.

Cuando Afrodita influye en una relación, su efecto no se limita a lo romántico o lo sexual. El amor platónico, la conexión del alma, la amistad profunda, la relación, la comprensión empática son, todas ellas, expresiones del amor. Allí donde se genere crecimiento, se apoye una visión, se desarrolle el potencial, se aliente una chispa de creatividad -como sucede en la actividad de hacer de mentor/a, consejero/a, padres, o la actividad de dirección, enseñanza, edición, psicoterapia y análisis-, allí está Afrodita influyendo en las personas involucradas. 

Calidad de la conciencia: como "a la luz de las candilejas"

La calidad de la conciencia que se asocia con Afrodita es única. Las diosas vírgenes se asocian con la conciencia centrada y son arqetipos que posibilitan que las mujeres se concentren en lo que tiene importancia para ellas. La receptividad de las diosas vulnerables está igualada por su conciencia difusa. Pero Afrodita tiene una cualidad de conciencia propia, que yo llamo la conciencia de Afrodita: está centrada, pero es receptiva; este tipo de conciencia incorpora el objeto de la atención, pero también se ve afectada por éste.

La conciencia de Afrodita se centra más y es más intensa que la conciencia difusa de las diosas vulnerables. Pero es una conciencia más receptiva y atenta al objeto de su atención que la conciencia centrada de las diosas vírgenes. Así pues, no es ni como la lámpara de un cuarto de estar, que ilumina todo lo que cae dentro del radio de su brillo, con una luz cálida y suave, ni como un foco o un rayo láser. Considero que la conciencia de Afrodita es como las luces de un teatro que iluminan el escenario. Lo que mantenemos a la luz de las candilejas refuerza, dramatiza o magnifica el impacto de la experiencia sobre nosotros. Incorporamos lo que vemos y lo que oímos y reaccionamos a ello. Esta iluminación especial contribuye a extasiarnos ante una sinfonía, conmovernos ante una obra de teatro o las palabras de un orador; los sentimientos, las sensaciones, las impresiones y los recuerdos salen de nosotros en respuesta a lo que vemos y oímos. A su vez, los que están en escena pueden llegar a ser inspirados por la audiencia, y dinamizados por la relación que sienten que se dirige hacia ello. 

Lo que está "a la luz de los focos" absorbe nuestra atención. Somos arrastrados sin esfuerzo hacia lo que vemos y permanecemos relajados en nuestra concentración. Veamos lo que veamos, bajo la luz dorada de la conciencia de Afrodita, se vuelve apasionante: el rostro o el carácter de una persona, una idea acerca de la naturalza del universo o la cualidad translúcida y la forma de una taza de porcelana.

Cualquiera que se haya enamorado alguna vez de una persona, de un lugar, una idea o un objeto, enfoca su atención sobre ellos con la conciencia de Afrodita. Pero no todos los que utilizan la conciencia de Afrodita están enamorados. El modo "enamorado" de Afrodita de considerar a la otra persona como si ésta fuera fascinante y bella, es característico de las mujeres que personifican el arquetipo, y es una manera natural de relacionarse y de tener información para muchas mujeres (y hombres) a las que les gusta la gente y enfocan deliberadamente toda su atención sobre ésta.

Las mujeres de este tipo incorporan a las personas de la misma manera que un conocedor de vinos considera y toma nota de las características de un buen vino nuevo. Para apreciar totalmente esta metáfora, puede imaginarse a un enólogo disfrutando del placer de familiarizarse con un vino desconocido. Esta persona (ella o él) alza la copa a la luz para observar el color y la claridad del vino. Inhala el "bouquet" y toma un ligero sorbo para apreciar el carácter y cuerpo del vino; además saborea el gusto que queda después. Pero sería un error pensar que la "atención amorosa" y el interés que ha puesto en el vino significa que el vino en cuestión sea especial, e valor, o incluso que le haya gustado.

Ésta es la equivocación que suelen cometer las personas que responden a una mujer que utiliza la conciencia de Afrodita. Al caer en el brillo de su atención, la sienten cautivadora y atractiva, como si ella activamente les hiciera reaccionar de una manera afirmativa (en lugar de objetiva o crítica). Éste es el estilo que tiene ella de ser auténtica y de involucrarse de manera momentánea en todo lo que le interesa. El efecto sobre los demás puede ser de seducció, pero también puede ser equívoco si su manera de interactuar crea la impresión de que ella está atraída o enamorada, cuando en realidad no lo está

La conciencia de Afrodita, creatividad y comunicación

La conciencia de Afrodita está presente en todo trabajo creativo, incluyendo el que se hace en soledad. El diálogo de "relación" se encuentra en este caso entre la persona y el trabajo, del cual emerge algo nuevo. Por ejemplo, observemos el proceso de una pintora concentrada en su pintura y en su lienzo. Se produce un intercambio de absorción: la artista reacciona o es receptiva a los accidentes creativos de la pintura o el pincel; empieza de manera activa con trazos enérgicos, los matices y el color; después responde a lo que ve que va resultando. Se trata de una interacción; la espontaneidad se combina con la profesionalidad. Se trata de una interacción entre la artista y el lienzo, y como resultado se crea algo que previamente no existía.

Es más, mientras la pintora se concentra en el detalle que tiene frente a ella, también mantiene la percepción de too el lienzo en su conciencia. De vez en cuando retrocede y ve de manera objetiva aquello en lo que ha estado involucrada de una manera tan subjetiva. Se encuentra absorta e implica, pero también, de alguna manera, objetivamente desapegada. 

Tanto en la buena comunicación como en el proceso creativo, existe una interacción. Por ejemplo, una conversación puede ser banal, sin sentido, hiriente, o puede ser una forma de arte, tan espontánea, conmovedora y maravillosa como sesiones de improvisación musical o de jazz, cuando el alma alza el vuelo con la música y se remota a alturas extáticas y a continuación se introduce en un profundo acorde. La interacción es espontánea en la forma, pero su sustancia puede ser honda y conmovedora. Las personas que conversan sienten excitación y una sensación de descubrir cosas nuevas cuando cada una lanza una respuesta a la otra. Ambas experimentan la conciencia de Afrodita, que proporciona el campo de energía o telón de fondo para que se produzca la comunicación y la creatividad. A dónde pueda llegar la música o cómo se desarrolle la conversación no es algo que se conozca desde el principio ni que esté planificado. El descubrimiento -el nacimiento de algo nuevo- es un elemento clave en la creatividad y en la comunicación.

Allí donde la conciencia de Afrodita está presente, se genera energía: los amantes irradian bienestar y fuerza acrecentada; la conversación se hace viva, estimulando los pensamientos y los sentimientos. Cuando dos personas se encuentran de verdad ambas reciben energía del encuentro y sienten más vitalidad de la que tenían previamente, con independencia del contenido del mismo que, en la terapia, puede suscitar temas muy dolorosos. El trabajo renueva las fuerzas en lugar de agotarlas. Absortos en las personas con las que estamos o en lo que hacemos, perdemos conciencia del tiempo, característica que Afrodita tiene en común con Hestia.

Portadoras de visión

Para hacer que un sueño se vuelva realidad, hay que tener primero un sueño, creer en él y trabajar por realizarlo. Normalmente, es esencial que otra persona que sea significativa para nosotros crea que ese sueño es posible: esa persona es una portadora de visión, cuya fe suele ser crucial: Daniel Levinson, en Seasons of a Man´s Life, describe la función de una "mujer especial" en la fase de transición de un joven hacia el mundo adulto. Levinson asegura que tal mujer tiene una conexión especial con la realización del sueño de aquél. Le ayuda a dar forma al sueño y a hacerlo realidad. Lo comparte, lo bendice, cree en el joven como el héroe del mismo, se une a él en su viaje de descubrimiento y le proporciona un santuario en el que puede imaginar sus aspiraciones y alimentar sus esperanzas". 

Esta mujer especial es similar a la descripción de Toni Wolf de la mujer "hetaira" (que viene de la antigua palabra griga que designaba a la cortesana, que tenía educación y cultura y era excepcionalmente libre respecto a las mujeres de aquellos tiempos; era en algunos aspectos como la geisha japonesa), un tipo de mujer cuyas relaciones con los hombres tienen cualidades eróticas y de compañía. Puede ser la mujer que le inspira, o musa. Según Wolf, la "hetaira" fertiliza el lado creativo de un hombre y le ayuda a realizarlo. Toni Wolf, analista junguiana y antigua paciente de Jung, fue su colega y, según algunas personas, también su amante. Ella fue, tal vez, la "mujer especial" para Jung, una mujer hetaira que inspiró la teoría junguiana.

A veces, una mujer posee el don de atraer a varios o a muchos hombres hacia ella, que la ven como su "mujer especial"; tiene la capacidad de percibir sus potencias, creer en sus sueños e inspirarles para realizarlos. Lou Andreas-Salomé, por ejemplo, fue la mujer especial, musa, colega y compñera erótica de varios hombres famosos y creativos, entre los que se encontraron Rilke, Nietzsche y Freud.

Las mujeres, al igual que los hombres, necesitan imaginar que su sueño es posible, y tener a otra persona que les considere a ellas y considere su sueño con la conciencia de Afrodita potenciadora del crecimiento. Se especula sobre por qué existen tan pocas mujeres artistas famosas, grandes "chefs" de cocina, directoras de orquesta o filósofas de renombre; entre las razones que se dan podría ser porque esas mujeres carecen de portadores del sueño. Las mujeres han alimentado el sueño para los hombres, mientras que éstos, en general, no han alimentado el sueño demasiado bien para las mujeres de su vida. 

Este estado de cosas es la consecuencia parcial de los roles estereotípicos, que han limitado la imaginación y suprimido las oportunidades de las mujeres. Pero los obstáculos tangibles (dificultades del tipo "mujeres abstenerse") están disminuyendo, al tiempo que aumentan los modelos de roles.

(...)

El efecto Pigmalión 

Creo que las/os portadoras/es de visión terapeutas, mentores, maestros o padres y madres con "mano para las plantas" bajo las/os que otras personas pueden florecer y desarrollar sus dones, evocan lo que el psicólogo investigador Robert Rosenthal llamó el efecto Pigmalión. Este término describe el poder de las esperanzas positivas en la conducta de los demás. Se llama así por Pigmalión, que se enamoró de la escultura que había realizado de la mujer perfecta: una estatua de Galatea (Igualmente, en la obra de teatro de George Bernard Shaw, Pigmalión, Henry Higgins transforma a una joven florista de los barrios bajos de Londres en una elegante dama, de la que después se enamora. Esta obra de Bernard Shaw inspiró la obra de Broadway de Jay Lerner, My Fair Lady.)

El Efecto Pigmalión de Afrodita también se relaciona con lo que pienso que es parte de su alquimia. En la Europa medieval, la alquimia era un proceso físico en el que se mezclaban sustancias en un intento de transformar metales inferiores en oro, así como una tentativa psicológica y esotérica de transformar la personalidad del alquimista. Nosotras/os experimentamos la alquimia de Afrodita cuando nos sentimos atraídas/os por otra persona y nos enamoramos; la sentimos cuando somos tocadas/os por el poder de la transformación y de la creatividad; la conocemos cuando apreciamos la capacidad que tenemos de embellecer y dar valor a aquello sobre lo que ponemos nuestra atención, porque está impregnado de nuestro amor. Cualquier cosa que sea ordinario y no desarrollada, es la sustancia "inferior" de la vida cotidiana, que puee convertirse en oro mediante al influencia alquímica y creativa de Afrodita, lo mismo que la estatua de Galatea, que fue convertida en una mujer viva y real gracias al amor.

"Las diosas de cada mujer" Jean Shinoda Bolen

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