La soledad, una oportunidad de autoconocimiento

Sobre este tema se ha escrito mucho, se ha analizado y se han expuesto las más diversas teorías de personas de alto intelecto y alcances filosóficos.Y así como sucede con las palabras o conceptos de “amor” y de “felicidad” no se ha podido llegar a un común denominador.
Es por eso que yo me atrevo a dar mi propia versión.
Hay en el mundo personas que tienen un carácter muy extrovertido y aman estar en sociedad y son “el ajonjolí de todos los moles”. Su ego es altísimo y se nutre de la popularidad y de la simpatía de la que gozan. Personas así, necesitan estar acompañadas, y puede ser que hasta se sienten solas cuando se acuestan a dormir por las noches.
He conocido personas, que forzosamente necesitan una compañía, y que hasta se casan para no estar solas. El amor, y la comodidad de una vida en compañía es la máxima expresión de su felicidad, y aún así hay casos, en que llegan a sentirse solos, solo con su pareja convirtiendo sus ganas de estar acompañados en un sentimiento de pareja en soledad. Son de los que constantemente organizan algo para eliminar el aburrimiento de su soledad
Creo que ese es un estado casi patológico de la personalidad de esos individuos.
Hay otras personas, a las que les encanta estar solos. Solos para reflexionar, solos para poder concentrarse y solos para resolver sus problemas personales sin la ayuda de nadie, y de eso hasta suelen estar orgullosos. Tienen un sentido muy fino de la libertad y de la independencia, en la cual a veces dos personas hasta son multitud.
Pero por lo regular, esas personas son bastante equilibradas y dan un aspecto de tranquilidad y serenidad y eso los hace interesantes para el mundo que los rodea. Adquieren para el mundo que les rodea admiración y respeto y hasta despiertan simpatía y tienen amigos. Las personas así, también tienen su popularidad y no rehuyen a las reuniones sociales de toda clase. Esa clase de personas, hombres y mujeres, nunca están solos, aunque en el momento se encuentren sin compañía alguna, solos en su hogar.
La soledad es pues en rigor un estado de ánimo.
La soledad es igualmente un asunto temperamental
La soledad es también un estado físico corporal.
Hay muchas personas, sobre todo mujeres, que tienen una tendencia a veces enfermiza, de tener mascotas en su casa. Dedican a ellas todo su amor y cariño, que cualquier galán ya quisiera para sí. Ese sentimiento no nace de un instinto de protección a los animales, sino de calmar una soledad en el alma. Un engaño, un cariño o u amor frustrado hacen a la mujer querer alejarse del hombre “que siempre mal paga” porque un animalito como un perro, no cambia para nada……
Cuántas veces exclamamos: “mas vale solo que mal acompañado”
Esta frase se refiere tanto a la soledad física como a la soledad espiritual.
Todos los seres humanos tenemos la necesidad de no sabernos solos y abandonados, o no recordados. Ésta última casi nadie la soporta.
Cuando perdemos un ser querido y amado…, ¿por qué sufrimos tanto?
Por temor a nuestra soledad física y del alma, pero totalmente egoísta, de no poder dar o recibir amor y cariño del ser querido.
Es muy difícil pensar en la pérdida del ser querido para ir a un mundo mejor….dejándonos solos en este mundo. Esa soledad la llamamos “luto”; nos acordamos de vivencias del pasado que ya no existe y sentimos una inmensa soledad, física y en el alma, o sea, espiritual.
Hay personas que viviendo solas en un retiro o una cabaña solitaria nunca se sienten solas, hallan la manera de sentirse parte de la vida que las rodea, el trinar de los pájaros, el crujir de los troncos de árboles que se mecen con el viento. Sienten y oyen el aleteo de las hojas de palma abanicando la brisa del mar, o el ruido de las olas al romper en la playa. El viento en la copa de los árboles rumora que aquí hay vida y que no están solos, y mentalmente se acuerdan que también tienen amigos y amigas y hasta uno que otro cariño. Eso no es soledad, a pesar de encontrarse solo.
Creo por lo tanto, que cada quien interpreta su propia soledad a su manera. Para algunos es insufrible y para otros es placentera.
El sentirse cómodo cuando se está solo muestra una seguridad de sí mismo muy sana.
Todos necesitamos un equilibrio en nuestra vida, un tiempo para estar solos y un tiempo para estar con otras personas.
La soledad es una condición de la vida humana, una experiencia del ser humano que permite al individuo sostener, extender y profundizar su humanidad.
El hombre está final y perpetuamente solo, sea que viva aislado o esté enfermo, la sensación de ausencia causada por la muerte de un ser querido o la punzante alegría experimentada en una triunfal creación.
Es necesario que toda persona reconozca su soledad, que perciba intensamente que finalmente, en cada fibra de su ser, estamos solos, terriblemente y totalmente solos.
Estamos inevitablemente solos, todos tenemos una soledad existencial básica con la cual luchar. Casi todos encontramos que la soledad es difícil de aceptar y hacemos enormes esfuerzos para escapar del dolor de nuestros sentimientos de soledad.
Somos expertos en encontrar formas para ahogar nuestra soledad, por ejemplo, desarrollando una actividad incesante, introduciéndonos en el mundo de las drogas, el alcohol, etc…
Sin embargo, la soledad es a menudo una aliada en la búsqueda de la felicidad.
Muchas personas pasan la vida buscando aquel vago estado llamado felicidad, como si al encontrarlo hubieran cruzado la frontera y llegado a un estado en la vida en la que nunca volverán a sentir pena, dolor o angustia.
Si la dicha experimentada al esperar algo se convierte en la forma dominante de felicidad en la vida de una persona, esta se ha puesto una cruel trampa a sí misma. Al aprender a concentrar las experiencias vitales en el presente, antes que quedarse viviendo en recuerdos del pasado y magníficas fantasías del futuro, habrán aprendido que pueden aceptarlo.
Reprimir sentimientos deriva en soledad. Mientras menos capaz es uno de expresar lo que lleva adentro, más aislado y apartado se siente.
Cada vez que los sentimientos quedan sin expresión, más se agranda la muralla protectora o el caparazón, y el sentimiento de soledad se infla tras la barrera…
Me gustaría concluir haciendo referencia a Clark Moustakas.
Cuando el hombre es arrancado de una verdad fundamental de la vida, cuando evade y niega exitosamente la terrible soledad de la existencia individual, se cierra a sí mismo una importante avenida del crecimiento de su propio yo. . .
Psic. Hania Cecaira Mandujano
haniacecaira@hotmail.com

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