El hechicero que libera, Miguel Moreno
Hay dos niveles de dolor: el dolor que sucede ahora y el dolor del
pasado que todavía vive en tu mente y en tu cuerpo. Esto incluye el
dolor que sufriste en la niñez, causado por la inconsciencia del mundo
en el cual naciste. Ese dolor acumulado crea un campo energético
negativo que condiciona tu mente y tu cuerpo.
Si algo tenemos en común todos los seres humanos, en todas las culturas y en todas las épocas, es la existencia de dolor, no importa si es físico, emocional o espiritual. Vivir la vida en ocasiones es descubrir el dolor y llevarlo a cuestas, a menudo escondido en una mochila o un morral. Mientras tanto, seguimos andando y echando piedras en las ya cargadas alforjas, con la esperanza de algún día sacarlas todas de allí y seleccionarlas.
En las culturas primitivas, la figura del chamán reunía al sanador y al HECHICERO. Él podía tratar el dolor como entidad de existencia propia, para lo cual primero reconocía su existencia y luego lo exorcizaba y lo expulsaba. La práctica ritual del chivo expiatorio permitía a nuestros ancestros liberarse de los pecados. Muchos rituales y prácticas religiosas, tanto históricos como contemporáneos, tienen su origen en esta necesidad profundamente humana de liberar, expulsar, descargar el miedo y el dolor.
Modelemos entonces esos rituales de nuestros antepasados, HECHICEMOS ahora nosotros esos estados emocionales con la POCIMA DEL AMOR Y EL PERDON; sigamos su receta para sanar nuestro cuerpo; reconozcamos qué emoción me enferma luego seguir el proceso de liberación mediante el perdón y así expulsar y CORTAR esos estados de miedo y dolor que han hechizado mi bienestar.
Miguel Moreno
Si algo tenemos en común todos los seres humanos, en todas las culturas y en todas las épocas, es la existencia de dolor, no importa si es físico, emocional o espiritual. Vivir la vida en ocasiones es descubrir el dolor y llevarlo a cuestas, a menudo escondido en una mochila o un morral. Mientras tanto, seguimos andando y echando piedras en las ya cargadas alforjas, con la esperanza de algún día sacarlas todas de allí y seleccionarlas.
En las culturas primitivas, la figura del chamán reunía al sanador y al HECHICERO. Él podía tratar el dolor como entidad de existencia propia, para lo cual primero reconocía su existencia y luego lo exorcizaba y lo expulsaba. La práctica ritual del chivo expiatorio permitía a nuestros ancestros liberarse de los pecados. Muchos rituales y prácticas religiosas, tanto históricos como contemporáneos, tienen su origen en esta necesidad profundamente humana de liberar, expulsar, descargar el miedo y el dolor.
Modelemos entonces esos rituales de nuestros antepasados, HECHICEMOS ahora nosotros esos estados emocionales con la POCIMA DEL AMOR Y EL PERDON; sigamos su receta para sanar nuestro cuerpo; reconozcamos qué emoción me enferma luego seguir el proceso de liberación mediante el perdón y así expulsar y CORTAR esos estados de miedo y dolor que han hechizado mi bienestar.
Miguel Moreno
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