Laura Foletto:El miedo a la desaprobación o al conflicto (La imposibilidad de decir NO)
Una tendencia se fue haciendo clara con mis pacientes la semana anterior: muchos habían tenido problemas para hacer oír su voz. Para una fue articular su originalidad en un grupo homogéneo, para otro fue manifestar su deseo de estar solo un par de días en un noviazgo, para otra fue manifestar sus necesidades emocionales ante su familia y así con la mayoría.
Ninguno sentía que expresarse “estaba bien”. Se debían a los otros, estaban pendientes de las reacciones para calibrar cuánta libertad tenían para ser ellos mismos. Y si había una respuesta negativa, enseguida se sentían culpables; una de ellas llegaba a percibir que los traicionaba, se angustiaba e inmediatamente quería compensar lo malo que había hecho.
Esta actitud es muy común, todos la tenemos de una forma u otra, más o menos fuerte, porque es el resabio de una conducta infantil, la de estar atados al cuidado y reconocimiento de los padres para todo. Un niño no puede tener independencia, ya que está en manos de sus progenitores absolutamente. Con el tiempo, puede ir aprendiendo a tener su propio criterio y a hacerse responsable de sus acciones pero, si sus padres son manipuladores o dependientes ellos mismos, mantendrán la necesidad de aprobación como una forma de control, de maneras sutiles o contundentes.
Esta matriz es llevada luego a las relaciones con los demás y se activa ante cada muestra de desaprobación o conflicto de intereses entre las necesidades de uno y otro. Así, para algunos el ser ellos mismos, manifestar su individualidad y decir NO a ciertas cosas puede ser realmente un drama cotidiano porque repiten el conflicto original inconscientemente y se comportan como niños en lugar de como adultos con derechos.
Es fundamental reconocer este comportamiento y elaborarlo desde la perspectiva del Niño Interior y de su gradual independencia de los demás. En la práctica, esto no es fácil al principio porque significa hacer frente a las intensas emociones de culpa, temor, rechazo y traición que se disparan. Como siempre, la labor debe comenzar en nuestro interior. La mayoría quiere hacer cambios en el exterior inmediatamente, cuando todavía no tienen un mínimo de sustento interior, y terminan abrumados por las resistencias que reciben.
Esto implica hablar y sanar al Niño, comprender la importancia de ser nosotros mismos, valorar nuestra originalidad y diseño, tener un diálogo interno enriquecedor (con palabras de reconocimiento y aprobación, en lugar de los habituales retos y castigos con que nos maltratamos). Cuando estemos lo suficientemente fuertes y convencidos, podremos ir haciendo pequeños intentos en el exterior, desapegándonos de los resultados que obtengamos.
Una paciente me decía que, cuando quería hablar algo muy personal y significativo que ocultaba por miedo al rechazo, se sentía vulnerable y casi con ataques de ansiedad. Le recordé la importancia de la respiración diafragmática, de sentir sus pies sobre el suelo, de percibir su cuerpo como un todo que la define y sustenta y un truco infalible: decirse “¿Y qué?”. Se rió mucho porque unas cuantas veces le contesté eso cuando ponía reparos a distintas soluciones que podía implementar. “¿Y qué?, ¿cuál es el problema?, ¿qué te podría pasar peor que lo que ya te sucede?, ¿por qué no lo aguantas hasta que se solucione?”.
En Argentina, decimos “bancátela”. Para terminar con los abusos, los miedos, las ansiedades, los rechazos, lo que sea, hay que bancar las emociones y pensamientos iniciales, las reacciones básicas, hasta fortalecer las nuevas actitudes con paciencia, constancia y aprecio por uno mismo. La clave es el trabajo interno porque esa energía que desprendemos cuando comenzamos a amarnos y respetarnos trasciende nuestra aura y es percibido por los demás. Con algunos ajustes en el exterior, poco a poco se incorpora y resulta en un nuevo tipo de relación con todo. Acostumbramos decir “bien vale la pena”. Te diría “bien vale el amor” que pongas en ser tú mismo y brindar el regalo que eres al mundo.
Laura Foletto
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