El Florecimiento, Ana Bergareche



Y en la medida en que el tiempo avanza y el corazón se convierte en guía del camino, el caminante comienza a cosechar los reflejos de su nueva mirada, agradecido por la abundancia que no cesa y por los frutos de su labor. La fuerza acompaña su caminar hacia el frente y no cesan de surgir retoños en las veredas, reflejando el permanente estado de floración que se anida en su interior. Allá donde antes hubo desesperanza, hoy brilla la alegría sin razón alguna, detonando sonidos sutiles que acompañan suavemente a la vida.

Los milagros abundan, y los rincones menos espectaculares del camino brillan con sorprendente resplandor y nitidez. Lo que antes era imperceptible en el día a día, hoy se convierte en motivo de éxtasis, celebración y gozo… incluso las piedras parecen emanar su propio mensaje desde caprichosos y sorprendentes diseños. Los tejidos de la naturaleza se comunican nítidamente y desde el amanecer hasta el ocaso entonan bellos sonidos que proyectan la grandeza del momento.

Y en este festín inmenso, el caminante descubre el resplandor de su origen y la multitud de manifestaciones que lo conforman. Finalmente, no había nada por lo que luchar.

Ana Bergareche, extracto del libro 'Viaje a la Esencia', capítulo 'El Florecimiento'.

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