Me doy permiso... Joaquin Argente
Me doy permiso para
separarme de personas
que me traten con brusquedad,
presiones o violencia.
No acepto ni la brusquedad
ni mucho menos la violencia
aunque vengan de mis padres
o de mi marido, o mujer.
Ni de mis hijos,
ni de mi jefe, ni de nadie.
Las personas bruscas o violentas
quedan ya,
desde este mismo momento
fuera de mi vida.
Soy un ser humano
que trata con consideración
y respeto
a los demás.
Merezco también
consideración
y respeto
Me doy permiso para
no obligarme a ser
“el alma de la fiesta”,
el que pone el entusiasmo
en las situaciones, ni ser la persona
que pone el calor humano en el hogar,
la que está dispuesta al diálogo
para resolver conflictos
cuando los demás
ni siquiera lo intentan.
No he nacido para entretener
y dar energía a los demás
a costa de agotarme yo:
no he nacido para estimularles
con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser;
ya es valioso.
Si quieren continuar a mi lado
deben aprender a valorarme.
Mi presencia ya es suficiente:
no he de agotarme haciendo smá
Me doy permiso para
no tolerar exigencias
desproporcionadas
en el trabajo.
No voy a cargar
con responsabilidades
que corresponden a otros
y que tienen tendencia
a desentenderse.
Si las exigencias
de mis superiores
son desproporcionadas
hablaré con ellos
clara y serenamente.
Me doy permiso para
no hundirme las espaldas
con cargas ajenas
Me doy permiso para
no agotarme
intentando
ser una persona excelente.
No soy perfecto,
nadie es perfecto
y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas
que me inculcaron en la infancia
intentando que me amoldara
a los esquemas ajenos,
intentando obligarme
a ser perfecto: un hombre sin fisuras,
rígidamente irreprochable.
Es decir: inhumano
Asumo plenamente mi derecho
a defenderme,
a rechazar la hostilidad ajena,
a no ser tan correcto como quieren;
y asumo mi derecho
a ponerles límites y barreras
a algunas personas sin sentirme culpable.
No he nacido para ser
la víctima de nadie.
Me doy permiso para
no estar esperando alabanzas,
manifestaciones de ternura
o la valoración de los otros.
Me permito no sufrir angustia
esperando una llamada de teléfono,
una palabra amable
o un gesto de consideración.
Me afirmo como una persona
no adicta a la angustia.
Soy yo quien me valoro,
me acepto
y me aprecio
No espero a que vengan
esas consideraciones
desde el exterior.
Y no espero encerrado o recluido
ni en casa,
ni en un pequeño círculo de personas
de las que depender.
Me doy permiso para
no estar al día
en muchas cuestiones de la vida:
no necesito tanta información,
tanto programa de ordenador,
tanta película de cine,
tanto periódico, tanto libro,
tantas músicas.
Decido no intentar absorber
el exceso de información.
Me permito no querer saberlo todo.
Me permito no aparentar
que estoy al día en todo
o en casi todo
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.
No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan,
que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente
no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no.
Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.
Elijo lo que me da salud y vitalidad. Me hago más fuerte y más sereno
cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero
o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros.
No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy;
si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz,
yo estaré como estaré.
Me permito estar tal como me sienta bien
conmigo mismo y no como me ordenan
las costumbres y los que me rodean:
lo “normal” y lo “anormal”
en mis estados emocionales
lo establezco yo.
Me doy permiso... Autor: Joaquin Argente
separarme de personas
que me traten con brusquedad,
presiones o violencia.
No acepto ni la brusquedad
ni mucho menos la violencia
aunque vengan de mis padres
o de mi marido, o mujer.
Ni de mis hijos,
ni de mi jefe, ni de nadie.
Las personas bruscas o violentas
quedan ya,
desde este mismo momento
fuera de mi vida.
Soy un ser humano
que trata con consideración
y respeto
a los demás.
Merezco también
consideración
y respeto
Me doy permiso para
no obligarme a ser
“el alma de la fiesta”,
el que pone el entusiasmo
en las situaciones, ni ser la persona
que pone el calor humano en el hogar,
la que está dispuesta al diálogo
para resolver conflictos
cuando los demás
ni siquiera lo intentan.
No he nacido para entretener
y dar energía a los demás
a costa de agotarme yo:
no he nacido para estimularles
con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser;
ya es valioso.
Si quieren continuar a mi lado
deben aprender a valorarme.
Mi presencia ya es suficiente:
no he de agotarme haciendo smá
Me doy permiso para
no tolerar exigencias
desproporcionadas
en el trabajo.
No voy a cargar
con responsabilidades
que corresponden a otros
y que tienen tendencia
a desentenderse.
Si las exigencias
de mis superiores
son desproporcionadas
hablaré con ellos
clara y serenamente.
Me doy permiso para
no hundirme las espaldas
con cargas ajenas
Me doy permiso para
no agotarme
intentando
ser una persona excelente.
No soy perfecto,
nadie es perfecto
y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas
que me inculcaron en la infancia
intentando que me amoldara
a los esquemas ajenos,
intentando obligarme
a ser perfecto: un hombre sin fisuras,
rígidamente irreprochable.
Es decir: inhumano
Asumo plenamente mi derecho
a defenderme,
a rechazar la hostilidad ajena,
a no ser tan correcto como quieren;
y asumo mi derecho
a ponerles límites y barreras
a algunas personas sin sentirme culpable.
No he nacido para ser
la víctima de nadie.
Me doy permiso para
no estar esperando alabanzas,
manifestaciones de ternura
o la valoración de los otros.
Me permito no sufrir angustia
esperando una llamada de teléfono,
una palabra amable
o un gesto de consideración.
Me afirmo como una persona
no adicta a la angustia.
Soy yo quien me valoro,
me acepto
y me aprecio
No espero a que vengan
esas consideraciones
desde el exterior.
Y no espero encerrado o recluido
ni en casa,
ni en un pequeño círculo de personas
de las que depender.
Me doy permiso para
no estar al día
en muchas cuestiones de la vida:
no necesito tanta información,
tanto programa de ordenador,
tanta película de cine,
tanto periódico, tanto libro,
tantas músicas.
Decido no intentar absorber
el exceso de información.
Me permito no querer saberlo todo.
Me permito no aparentar
que estoy al día en todo
o en casi todo
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.
No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan,
que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente
no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no.
Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.
Elijo lo que me da salud y vitalidad. Me hago más fuerte y más sereno
cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero
o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros.
No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy;
si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz,
yo estaré como estaré.
Me permito estar tal como me sienta bien
conmigo mismo y no como me ordenan
las costumbres y los que me rodean:
lo “normal” y lo “anormal”
en mis estados emocionales
lo establezco yo.
Me doy permiso... Autor: Joaquin Argente
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