Propiedad, John Astin
Lo gracioso es que, cuando la mente reclama
alguna cosa o experiencia como propia —‘mi’ cólera, ‘mi’ alegría, ‘mi’
amigo, ‘mi’ Dios—, realmente nos estamos separando a nosotros mismos de
esa ‘cosa’ o ‘experiencia’. Irónicamente, es
el movimiento de personalizar ‘lo que es’ lo que crea la experiencia
(no la Realidad, porque eso es imposible) de estar separados de ‘lo que
es’, de estar apartados de aquello que está ocurriendo...
En el momento en que ‘algo’ se vuelve nuestro, tenemos también el sentimiento de estar separados de ese ‘algo’, la percepción de que ese ‘algo’ es un ‘objeto’ que puede ser poseído. La gran paradoja es que, factualmente, es la naturaleza radicalmente impersonal de todas las cosas —el hecho de que no hay ningún ‘yo’ en ello— lo que hace a esas mismas cosas tan ‘personales’ (‘personales’ en el sentido de insoportablemente íntimas, de inefablemente cercanas: nuestras en el verdadero sentido del término...).
La vida sólo puede ser ‘nuestra’ cuando ya no estamos más.
John Astin
En el momento en que ‘algo’ se vuelve nuestro, tenemos también el sentimiento de estar separados de ese ‘algo’, la percepción de que ese ‘algo’ es un ‘objeto’ que puede ser poseído. La gran paradoja es que, factualmente, es la naturaleza radicalmente impersonal de todas las cosas —el hecho de que no hay ningún ‘yo’ en ello— lo que hace a esas mismas cosas tan ‘personales’ (‘personales’ en el sentido de insoportablemente íntimas, de inefablemente cercanas: nuestras en el verdadero sentido del término...).
La vida sólo puede ser ‘nuestra’ cuando ya no estamos más.
John Astin
Comentarios