Amor sin Condiciones, Paul Ferrini

Has aprendido el amor condicionado de personas cuyo amor por ti ya estaba condicionado por su propia culpa y temor. Estos han sido tus modelos. No tienes por qué estar avergonzado de eso. Basta con que lo tengas en cuenta, con que lo admitas como un hecho.

Desde que eras un bebé fuiste condicionado a valorarte a ti mismo únicamente cuando la gente respondía positivamente a ti. Aprendiste a establecer tu autoestima externamente. Ese error fundamental se ha ido perpetuando a lo largo de tu vida.

La experiencia de tus padres no fue diferente de la tuya. Todos vosotros necesitáis sanar las mismas heridas. Todas las transgresiones/violaciones tienen que ser traídas a la conciencia para poder liberar las emociones vinculadas con ellas. Así es como todos los seres heridos pasan del amor condicional a la experiencia del amor sin condiciones.

En el proceso de curación aprendes a darte a ti mismo el amor incondicional que jamás recibiste de tus padres biológicos. Y en ese proceso «renaces», y vuelves a tener como padres no a otras figuras de autoridad, sino a la Fuente del Amor dentro de ti mismo.

Cuando aprendes a dar amor a la persona herida que tienes dentro, comienzas a invertir la creencia de que la autoestima tiene que estar basada en la respuesta de los demás hacia ti. Lentamente re-aprendes a valorarte tal como eres, aquí y ahora, sin condiciones. Nadie más puede hacerlo por ti. Los demás pueden ayudarte y animarte, pero nadie puede enseñarte a amarte a ti mismo. Ésta es una función de cada alma individual.

Cada alma viene a la experiencia física con la intención de abordar estos temas de la autoestima. Sin embargo, desde un periodo muy temprano de su estancia aquí, su capacidad natural para amar e incluir a otros en su experiencia queda condicionada.

Es esencial invertir estos condicionamientos. Si el alma deja el mundo físico creyendo que es víctima de su experiencia aquí, será atraído de nuevo a este lugar para des-aprender esa creencia. Sin embargo, si el alma despierta a la verdad de que su valía no depende de nada ni de nadie externo a su mente o experiencia, se establecerá en la Fuente del Amor y despertará del sueño de abuso.

Despertar del abuso significa rechazar la ilusión de que no eres digno de ser amado tal como eres. Demuestras amor dándotelo a ti mismo incondicionalmente. Y al hacerlo, atraes a tu vida a otros que son capaces de amarte sin condiciones.

El intento de encontrar amor fuera de ti mismo siempre fracasa, porque no puedes recibir de otro algo que no te has dado a ti mismo. Cuando te niegas a dar amor, atraes a tu vida a otros que están haciendo lo mismo. La experiencia de amor incondicional empieza en tu corazón, n en el de otra persona. No condiciones tu capacidad de amarte a ti mismo a la capacidad de amarte que tengan otros. No pongas tu fe en los condicionamientos que rodean al amor o en la forma en que se presenta. Pues los condicionamientos no son permanentes y están sujetos a las vicisitudes de la vida cotidiana.

El verdadero amor no cambia. Existe independientemente de la forma en la que se exprese. La Fuente de este Amor eterno, omnipresente e informe, está dentro de ti. Es allí donde debes poner tu fe, pues este amor es lo más seguro que llegarás a conocer. Y una vez que esté firmemente establecido en tu corazón, no tendrás que buscar la felicidad fuera de ti mismo.

La gente vendrá y se irá de tu vida. Algunos te tratarán bien. Otros no te tratarán nada amablemente. Aceptarás el amor que hay allí y verás la carencia de amor tal como es: un grito de alguien que está padeciendo y pide ayuda. Alentarás a otros a encontrar la Fuente del Amor dentro de ellos, tal como tú lo hiciste, sabiendo a ciencia cierta que tú no puedes arreglar sus pequeños problemas. La tragedia de sus vidas sólo puede ser abordada por su voluntad de mirar dentro de sus propios corazones y de sus propias mentes.

Quien ama sin condiciones no pone límites a su libertad o a la libertad de otro. No intenta retener el amor, ya que intentar retenerlo es perderlo. El amor es un don que tiene que ser dado constantemente, tal como demande cada situación. Y el dador siempre sabe cuándo y a quién debe ser dado este regalo.

No hay nada complicado en el acto amoroso. Sólo se torna complicado cuando se empieza a retener el amor, y, entonces, lo que se ofrece deja de ser amor.

El que se ama a sí mismo no tiene miedo de estar solo, porque estar solo es una oportunidad para amarse y aceptarse a sí mismo aún más profundamente. Si su amante le rechaza, ¿se siente indigno? ¿Siente lástima de sí mismo y se retira del mundo, o se enfrasca ciegamente en la búsqueda de un sustituto? No. Simplemente continúa respirando y extendiendo su amor con cada paso que da.

Quien se ama incondicionalmente no ama gradualmente ni imponiendo obligaciones. No busca alguien especial a quien amar. Ama a todo aquel que está ante él. Ninguna persona es más digna o indigna de su amor que otra. Éste es el tipo de amor que está naciendo ahora en ti, hermano y hermana míos. Éste es el tipo de amor que te ofrezco y que te pido que extiendas a otros.

Es muy claro. No puedes malinterpretar lo que te estoy diciendo. El amor sólo puede existir entre iguales. El amor sólo puede existir entre seres que han aprendido a amarse y a valorarse internamente.

El amor no toma rehenes. No regatea. No cede ante el miedo. De hecho, donde el amor está presente no pueden existir el temor ni su miríada de condicionamientos.

Amigo mío, te exhorto a que seas honesto. Lo que conoces del amor no es el tipo de amor que te estoy describiendo. ¡El amor que estoy describiendo es absolutamente terrorífico para ti!

¿Por qué es así? Porque la experiencia del amor Real acaba con tu experiencia del mundo condicionado. Cuando lo experimentas, ya no te sientes separado de los demás. Pierdes todos los aspectos de tu identidad que alejan a los demás de ti. Te abres a una realidad más amplia que creas con los demás por medio de la confianza mutua. El juicio desaparece y rige la aceptación.

«No tengo miedo de eso», dices tú. Pero, por favor, considéralo. Sé honesto contigo mismo. TIENES miedo a eso porque pone fin a este sueño, y la única manera que el ego conoce de terminar con el sueño es morir. Así que, por favor, reconoce tu miedo al amor, tu miedo a la muerte, tu miedo a la aniquilación.

Yo dije: «A menos que mueras y vuelvas a nacer, no entrarás en el reino de los cielos». Cuando dije eso no estaba hablando de la reencarnación. Estaba hablando de la muerte del ego, la muerte de todas las creencias que te separan de los demás. Estaba hablando del final de los juicios.

Lo que muere no eres tú. Lo que muere es todo aquello que tú creías que eras, todo juicio que alguna vez emitiste con respecto a ti mismo o cualquier otra persona. Eso es lo que muere. Y lo que vuelve a nacer está lleno de luz y de claridad. Es el Cristo lo que tiene vida eterna, en ti y en mí.

Hermano, hermana, os digo que vuestra resurrección está cerca, ¡y vosotros la teméis! No podéis engañarme. Os veo temblando, de rodillas, levantando la mirada hacia la cruz a la que pronto seréis llevados por vuestros pensamientos y actos pecaminosos. No neguéis vuestro temor o no podré ayudaros.

Lo que muere en la cruz no eres tú. Tú no eres el cuerpo. Tú no eres los pensamientos temerosos. Todo esto puede morir y morirá. Si no ahora, ocurrirá después. No puedes evitar la muerte del ego. No puedes evitar la muerte del cuerpo. Pero éstas no son necesariamente lo mismo. No cometas el error de creer que tu ego muere al morir tu cuerpo, o que tu cuerpo muere al morir el ego.

Tu ego muere cuando ya no le das ningún uso. Hasta entonces, no te será retirado. Puedes aferrarte a tu ego casi para siempre, mas no lo harás, pues eso es el infierno, y no querrás vivir en el infierno para siempre. Llegará un momento en que el dolor será insoportable. Llegará un momento en el que me llamarás: «Jesús, por favor ayúdame. Estoy listo para soltar». Te aseguro que ese momento llega para todos los seres.

Hasta entonces, todo lo que puedes hacer es atravesar tus miedos. Reconoce cada temor que tengas y entrégamelo.


MEDITACIÓN PARA SENTIRSE AMADO

Cuando tu hermano te ataca, date cuenta de que no se está sintiendo amado. Si sintiera amor, no te atacaría. No reacciones a su ataque. Encuentra una manera de recordarle que es amado.

Haz esto una y otra vez.

He aquí una sencilla meditación que puedes hacer mientras vas caminando.

Algún día, cuando te sientas alegre, sal a dar una vuelta por tu vecindario, y cuando veas a alguien triste o enojado, encuentra una manera sencilla de decirle que es amado. Ofrécele una sonrisa, una flor, un globo, un sándwich o una taza de café. Cántale una canción o recítale un poema. Dile: «Esto es tan sólo para ti. Que tengas un bonito día».

En otra ocasión, cuando te sientas deprimido, haz lo mismo. Hazlo una y otra vez. Te asombrarán los resultados. No hay nada más extático que recordarles a los demás y a ti mismo que sois amados.

Recuerda, nadie puede dar amor si no se siente amado. Por lo tanto, tienes una sola responsabilidad: siente el amor que está ahí, en tu corazón. Y ayuda a otros a sentirlo.

¿Puedes imaginar un mundo en el que cada persona entendiera que su única responsabilidad es dar y recibir amor? Ese mundo, amigo mío, está al alcance de tu mano.

Donde quiera que haya una carencia en tu vida, hay una necesidad de llevar amor. Cuando quiera que pienses que no estás recibiendo lo suficiente, hay algún aspecto del amor y del apoyo que estás negando a otro.

No niegues tu amor y tu apoyo. Dalo libremente para poder recibir la abundancia de amor que es tu derecho de nacimiento.

Practica esta meditación cuando te estés sintiendo amado y observa lo que sucede. Practícala cuando te estés sintiendo atacado y experimenta los resultados.

Experimenta. Juega con esto. No te preocupes por la forma que esta meditación pueda tomar. Simplemente estate dispuesto a practicar y la forma se resolverá por sí misma.

Paul Ferrini

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