Fanny Libertun: Porque te quiero...
Solemos creer que el amar nos obliga a ser incondicionales con las personas. “Lo quiero... por eso lo hago...por eso voy...por eso le permito que...a pesar de todo lo que hace yo seguiré estando”.
Es cierto que en un plano todos somos iguales, tenemos los mismos derechos, todos somos queribles, nadie es ciudadano de primera o de segunda, todos somos parte de una Totalidad. Algunos vivimos siguiendo una dirección que nos conduce desde el saber que nadie es más o menos sagrado ni menos indispensable para la vida sólo porque SOMOS la vida misma... ¡todos! ¡Sin excepción alguna!
Pero la mejor de las intenciones hace agua muy seguido puesto que nos desorientamos. No es lo mismo aceptar que los demás son una manifestación de nosotros mismos, que tolerar algunas de sus conductas o invertir el tiempo de nuestra vida en personas que no quiere cambiar sus actitudes de maltrato hacia nosotros o hacia los otros.
La vida nos muestra con sus métodos que algo funciona mal cuando nos sentimos mal. Si dimos de más, nos sentimos agotados. Cuando no nos defendimos –más allá de los resultados de nuestros intentos- seguimos enojados. El resentimiento nos muestra que no reconocimos nuestras propias necesidades o que las notamos pero las dejamos de lado. Muy por el contrario, es bueno para todos -para el que da y para el que recibe- cuando sabemos dejarnos de lado si la situación es justa.
Necesitamos entender que la vida de relación es muy difícil, pero también muy rica. A diario tenemos que lidiar con lo que parecen aspectos en contradicción, aunque no lo son. Necesitamos poder decirnos más seguido: “Te quiero y por eso soy vos, pero no estoy mezclado...”. Una cuestión es el amor personal y otra el universal aunque ambos deberían bailar una danza armoniosa en la que el plano de la vida ordinaria nos lleve a sabiduría del amor más profundo, sincero y Universal.
Fanny Libertun
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