El autoacoso, Virginia Gawel


Mucho se habla hoy del acoso en sus distintas versiones: el acoso en las calles, el acoso en las escuelas, el acoso en los lugares de trabajo... Sexuales o intimidatorios, burlescos o a mano alzada. Todos despreciables, denunciables, necesarios de ser extirpados de nuestra sociedad hasta que no quede ni una miguita de ninguno de ellos. 

Pero hay un acoso silencioso, erosionante, quelicua tu sangre, te carcome el espíritu, arrasa con tus anhelos, vandaliza tus Intentos. Es el autoacoso: juzgarte sin piedad, evaluarte como insuficiente, sospechar de ti mismo como si fueras un impostor. Descalificar cada rasgo noble de tu identidad; minimizar cada logro, relativizándolo.

El autoacoso enferma silenciosamente (aunque dentro tuyo tu detractor te hable a gritos, todos los días). El autoacoso es una forma persistente, agobiante, del autoodio. ¿Se cura? Sí. El primer paso es DARSE CUENTA. El segundo paso es DESIDENTIFICARSE DEL ACOSADOR INTERNO: reconocer su voz y no darle AUTORIDAD SOBRE TU VIDA.

La Psicología Transpersonal toma de Oriente una hermosa palabra que representa un valioso concepto: "MAITRI". Se define como "amistad incondicional consigo mismo". Tu núcleo es sagrado. Protegerlo del autoacosador hasta que se disuelva como un terrón de azúcar en un lago es tu trabajo. Ése es el trabajo que Oriente propone a Occidente. Como dice el maestro vietnamita Thich Nhat Hanh, "No es una cuestión de fe: es una cuestión de práctica".

¿Es ardua? Sí. Pero también alegre, apasionante. Hasta llegar a ser libres. Libres de nosotros mismos.

© Virginia Gawel
www.centrotranspersonal.com.ar

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