MIRA LAS SEMEJANZAS no las diferencias-Maytte Sepúlveda
"Deja de fijarte en las diferencias que tienes con tu pareja, con tus vecinos, con tus familiares, con tus compañeros de trabajo o estudio y comienza un proceso de conciliación a través de la búsqueda de semejanzas"
La mayoría de las veces nos dejamos llevar por la primera impresión y rechazamos a una persona por el sólo hecho de tener un color de piel diferente al nuestro, porque se viste distinto o, simplemente, porque usa un corte de cabello poco común, sin darnos la oportunidad de conocerla y de ver un poco más allá de su apariencia externa.
Es sorprendente la afinidad que podemos tener con personas que, a primera vista, lucen totalmente diferentes a nosotros. Vale la pena que insistamos un poco en buscar y resaltar las semejanzas que podemos tener con aquellos quienes, en principio, nos parecen muy distintos, pero que, en realidad, pudieran ser afines a nosotros.
Somos personas únicas, nacidas en espacios familiares distintos, educadas de manera diferente, pero, más allá de todas estas aparentes diferencias personales, estamos hechos de la misma esencia divina, habitamos un mismo planeta, y buscamos experimentar paz, amor, reconocimiento, seguridad, bienestar y la satisfacción de nuestras necesidades en armonía con el universo.
Mientras más énfasis hacemos en resaltar las diferencias que tenemos con otras personas, más solos y distanciados nos quedaremos. ¡Vamos!, deja de fijarte en las diferencias que tienes con tu pareja, con tus vecinos, con tus familiares, con tus compañeros de trabajo o estudio y comienza un proceso de conciliación a través de la búsqueda de las semejanzas con los demás, para convertirte en un ser más tolerante y comprensivo. Aceptar a las personas como son nos permitirá sentirnos más a gusto con ellas y con nosotros mismos.
Muchos de quienes llegan a nuestra vida vienen para enseñarnos o para recordarnos lo que hemos olvidado, pero también pueden venir para que nosotros les enseñemos algo. Esa persona que tanto nos afecta con su comportamiento y actitud puede ser el maestro que necesitábamos para practicar el conocimiento que tenemos o para reflejarnos lo que escondemos y que sigue pendiente por afrontar y resolver. Cuando estamos atentos a reconocer las reacciones que tenemos, podemos conocer cuáles son nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos.
MIRA A LOS DEMÁS CON LOS OJOS DEL CORAZÓN. Dejemos de criticar y juzgar a las personas, y decidamos encontrar el punto de semejanza o afinidad para sintonizarnos con su esencia. Cuando somos capaces de hacerlo, nuestra familia crece y ese sentimiento acorta la distancia que nos separaba inicialmente.
RESPETA LAS DIFERENCIAS.
Aceptar a las personas como son es el principio de una buena relación. ¿Te gustaría vivir con una persona diciéndote, todo el tiempo, que tienes que cambiar y ser diferente? No podemos cambiar a otros, sólo podemos motivarlos con nuestro ejemplo para que se transformen a sí mismos.
RECONOCE LO POSITIVO.
Aprende a reconocer las características positivas que tienen otros. Cuando alguien nos reconoce desde el corazón nos sentimos queridos, apreciados y motivados a seguir haciendo nuestro mejor esfuerzo. Fija tu atención en todo lo bueno y lo positivo que hacen los demás.
CLAVES para conocer A OTROS
1-Ve más allá de las apariencias. Si es una persona que se encuentra dentro de tu entorno personal, busca conocerle mejor para que sepas quién es realmente. Tienes el derecho de elegir con quien relacionarte, pero es importante que aprendas a hacerlo sin dejarte llevar sólo por tus prejuicios.
2-Escucha con atención. La próxima vez que alguien te hable, escúchalo sin criticarlo y sin interrumpirlo hasta que termine de hablar. Escuchar atentamente a otros nos conecta y nos permite conocer y comprender mejor sus ideas e intereses.
3-Aprecia a las personas en vez de juzgarlas. Evita juzgar a otros con ligereza, no te dejes llevar por el comentario negativo de los demás para opinar sobre alguien, verifica la información por ti mismo y toma una posición objetiva.
El problema:
Querida, Maytte. Hace unos días nos reunimos para hacer un trabajo en equipo en la universidad. Yo esperaba que me tocara con mis amigos, pero el profesor decidió formar los equipos al azar. De las tres personas que me tocaron, había una que, desde el comienzo, me cayó mal por su aspecto. Traté varias veces de cambiarme de equipo, pero no lo logré. Me resistí todo lo que pude a hablarle, porque me molestaba su presencia, hasta el punto que decidí que iba a ignorarlo por completo en las reuniones de trabajo.
Pero, un día en que cada uno hacia el resumen de la parte que le había tocado investigar, lo escuché hablar y me sorprendió con sus comentarios inteligentes. Había hecho una investigación increíble y, además, se ofreció para ayudar a completar el trabajo de una de las compañeras que había estado enferma. Al final, sugirió que fuésemos a comer algo juntos.
La impresión que tenia de él se vino abajo y, para mi pesar, después de unos días tuve que admitir que me había equivocado por completo.
Ahora me siento mal con él y conmigo misma por mi manera de reaccionar. ¿Qué puedo hacer para cambiar mi manera de pensar? B.S.
La solución:
Lo más importante y positivo de tu historia es que te diste cuenta de que estabas equivocada y quieres cambiar de actitud. Todos podemos cometer errores y aprender de ellos, para crecer como personas e interpretar la vida de una manera diferente y positiva. Te sugiero que, la próxima vez, te des una oportunidad para conocer mejor a las personas antes de decidir que no te gustan. Generalmente, nos dejamos llevar por la primera impresión que nos causan los demás, y si tenemos ciertos prejuicios con respecto a la forma de vestir, de hablar o tenemos el hábito de buscar y resaltar las diferencias, tendremos la tendencia a rechazarlos de una vez.
A veces nos sucede que sentimos el deseo de relacionarnos con aquellas personas que, desde afuera, nos dan la sensación de ser especiales, y, luego, cuando tenemos la oportunidad de hacerlo, nos damos cuenta de que sólo era una apreciación sin fundamento.
Para mayor información sobre estos temas puedes visitar www.maytte.com
La mayoría de las veces nos dejamos llevar por la primera impresión y rechazamos a una persona por el sólo hecho de tener un color de piel diferente al nuestro, porque se viste distinto o, simplemente, porque usa un corte de cabello poco común, sin darnos la oportunidad de conocerla y de ver un poco más allá de su apariencia externa.
Es sorprendente la afinidad que podemos tener con personas que, a primera vista, lucen totalmente diferentes a nosotros. Vale la pena que insistamos un poco en buscar y resaltar las semejanzas que podemos tener con aquellos quienes, en principio, nos parecen muy distintos, pero que, en realidad, pudieran ser afines a nosotros.
Somos personas únicas, nacidas en espacios familiares distintos, educadas de manera diferente, pero, más allá de todas estas aparentes diferencias personales, estamos hechos de la misma esencia divina, habitamos un mismo planeta, y buscamos experimentar paz, amor, reconocimiento, seguridad, bienestar y la satisfacción de nuestras necesidades en armonía con el universo.
Mientras más énfasis hacemos en resaltar las diferencias que tenemos con otras personas, más solos y distanciados nos quedaremos. ¡Vamos!, deja de fijarte en las diferencias que tienes con tu pareja, con tus vecinos, con tus familiares, con tus compañeros de trabajo o estudio y comienza un proceso de conciliación a través de la búsqueda de las semejanzas con los demás, para convertirte en un ser más tolerante y comprensivo. Aceptar a las personas como son nos permitirá sentirnos más a gusto con ellas y con nosotros mismos.
Muchos de quienes llegan a nuestra vida vienen para enseñarnos o para recordarnos lo que hemos olvidado, pero también pueden venir para que nosotros les enseñemos algo. Esa persona que tanto nos afecta con su comportamiento y actitud puede ser el maestro que necesitábamos para practicar el conocimiento que tenemos o para reflejarnos lo que escondemos y que sigue pendiente por afrontar y resolver. Cuando estamos atentos a reconocer las reacciones que tenemos, podemos conocer cuáles son nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos.
MIRA A LOS DEMÁS CON LOS OJOS DEL CORAZÓN. Dejemos de criticar y juzgar a las personas, y decidamos encontrar el punto de semejanza o afinidad para sintonizarnos con su esencia. Cuando somos capaces de hacerlo, nuestra familia crece y ese sentimiento acorta la distancia que nos separaba inicialmente.
RESPETA LAS DIFERENCIAS.
Aceptar a las personas como son es el principio de una buena relación. ¿Te gustaría vivir con una persona diciéndote, todo el tiempo, que tienes que cambiar y ser diferente? No podemos cambiar a otros, sólo podemos motivarlos con nuestro ejemplo para que se transformen a sí mismos.
RECONOCE LO POSITIVO.
Aprende a reconocer las características positivas que tienen otros. Cuando alguien nos reconoce desde el corazón nos sentimos queridos, apreciados y motivados a seguir haciendo nuestro mejor esfuerzo. Fija tu atención en todo lo bueno y lo positivo que hacen los demás.
CLAVES para conocer A OTROS
1-Ve más allá de las apariencias. Si es una persona que se encuentra dentro de tu entorno personal, busca conocerle mejor para que sepas quién es realmente. Tienes el derecho de elegir con quien relacionarte, pero es importante que aprendas a hacerlo sin dejarte llevar sólo por tus prejuicios.
2-Escucha con atención. La próxima vez que alguien te hable, escúchalo sin criticarlo y sin interrumpirlo hasta que termine de hablar. Escuchar atentamente a otros nos conecta y nos permite conocer y comprender mejor sus ideas e intereses.
3-Aprecia a las personas en vez de juzgarlas. Evita juzgar a otros con ligereza, no te dejes llevar por el comentario negativo de los demás para opinar sobre alguien, verifica la información por ti mismo y toma una posición objetiva.
El problema:
Querida, Maytte. Hace unos días nos reunimos para hacer un trabajo en equipo en la universidad. Yo esperaba que me tocara con mis amigos, pero el profesor decidió formar los equipos al azar. De las tres personas que me tocaron, había una que, desde el comienzo, me cayó mal por su aspecto. Traté varias veces de cambiarme de equipo, pero no lo logré. Me resistí todo lo que pude a hablarle, porque me molestaba su presencia, hasta el punto que decidí que iba a ignorarlo por completo en las reuniones de trabajo.
Pero, un día en que cada uno hacia el resumen de la parte que le había tocado investigar, lo escuché hablar y me sorprendió con sus comentarios inteligentes. Había hecho una investigación increíble y, además, se ofreció para ayudar a completar el trabajo de una de las compañeras que había estado enferma. Al final, sugirió que fuésemos a comer algo juntos.
La impresión que tenia de él se vino abajo y, para mi pesar, después de unos días tuve que admitir que me había equivocado por completo.
Ahora me siento mal con él y conmigo misma por mi manera de reaccionar. ¿Qué puedo hacer para cambiar mi manera de pensar? B.S.
La solución:
Lo más importante y positivo de tu historia es que te diste cuenta de que estabas equivocada y quieres cambiar de actitud. Todos podemos cometer errores y aprender de ellos, para crecer como personas e interpretar la vida de una manera diferente y positiva. Te sugiero que, la próxima vez, te des una oportunidad para conocer mejor a las personas antes de decidir que no te gustan. Generalmente, nos dejamos llevar por la primera impresión que nos causan los demás, y si tenemos ciertos prejuicios con respecto a la forma de vestir, de hablar o tenemos el hábito de buscar y resaltar las diferencias, tendremos la tendencia a rechazarlos de una vez.
A veces nos sucede que sentimos el deseo de relacionarnos con aquellas personas que, desde afuera, nos dan la sensación de ser especiales, y, luego, cuando tenemos la oportunidad de hacerlo, nos damos cuenta de que sólo era una apreciación sin fundamento.
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