Sanando aspectos compartidos con Ho'Oponopono, Sebastián Alberoni

Imaginaremos una situación hipotética que podría darse en mi vida o en la vida de cualquier persona. Contado muy brevemente, una persona está trabajando en la finalización de un trabajo que le encargué, y si bien trabaja bien, comete varios errores concretos y es muy desprolija con los tiempos de trabajo y los tiempos que habíamos pactado para la finalización del trabajo. Intentando hacerlo desde un lugar de paz, le transmito a esta persona estas cosas que a mi entender son errores, para ver cómo los podemos corregir, y no solo no reconoce ningún error, sino que me trata muy mal y de forma muy desubicada. Lo dejo pasar, solo le digo que no estoy de acuerdo con ese trato, pero me quedo muy mal internamente.
Luego de esto puedo quedarme enganchado en pensamientos que surgen a partir de dicho conflicto y puedo darle rienda suelta a mi ego, incluso puedo imaginarme peleándome con dicha persona hasta físicamente. Pero al autoobservarme y darme cuenta de esto, veo que esa parte mía realmente no me puede llevar a nada bueno ni para mi ni para nadie, por más que en un principio parezca que desde ahí “estoy más avispado” o “no me dejo pasar por arriba”, o ideas similares.
Comienzo entonces a aplicar Ho’Oponopono, diciendo internamente y sutilmente las palabras “te amo, lo siento, perdón, gracias”, y me dedico a esto por un buen rato, con entrega, sin ninguna expectativa, entregándome a esas palabras y solo enfocándome de una forma muy sutil en la reciente situación y en la persona con la que me tocó vivir dicha situación.
Al cabo de un rato puedo sentir muy claro que toda esa situación se debió a que comparto ciertos aspectos con esta persona. Uno puede tratar de convencerse desde un lugar mental y decir “no… yo soy mucho más bueno, yo no actuaría así, etc”. Y en realidad esa otra persona que en apariencia está lejos de mi, simplemente tiene el mismo aspecto que yo tengo pero no se autoobserva, le da rienda suelta, etc.
Al seguir diciendo “te amo, lo siento, perdón, gracias” en mi interior, aparece la claridad de, primero que nada, aceptar que dichos aspectos también están en mi, y luego de esta aceptación sincera, recién ahí siento que se comienza a dar la sanación de este aspecto en mi, y esta sanación se dará en cierto grado. Remarco que todo esto no se da a nivel meramente mental ni desde el esfuerzo mental. La mente tiene su parte, si, y también es necesaria la voluntad y el enfoque, pero es un proceso a un nivel mucho más profundo, y por eso es sumamente importante hacerlo desde un estado de calma y profundidad interior.
Si al comenzar a trabajar con esta herramienta sentimos que estamos muy agitados podemos simplemente aceptar esta agitación, y permitir poco a poco que las mismas palabras, “te amo, lo siento, perdón, gracias” nos vayan aquietando, como si se tratara de un mantra, como ya lo hemos explicado antes en la herramienta Meditación, dejando que las palabras se vayan sutilizando en nuestra mente cada vez más, hasta que casi se desvanezcan por completo.
Si siento mis emociones bloqueadas en el cuerpo, por ejemplo, si siento una incomodidad en mi plexo solar (chakra o centro energético ubicado por encima del ombligo), es muy útil combinar esta herramienta con la herramienta Autoobservación del Cuerpo Interior, y también puedo ayudarme con la herramienta Respiración de Fuego y movimiento corporal.
Es importante también no forzar nada desde la mente superficial, para no autoengañarnos y para permitir que se de dentro nuestro un proceso verdadero. Y a no preocuparnos! Es sumamente sencillo, la clave está en dejar ir el control y permitirnos vivir y disfrutar cada paso de esta vivencia.
Siguiendo con el ejemplo, luego del reconocimiento de esos aspectos en mí y al sentir la sanación, es muy importante liberar toda expectativa. Somos una sociedad que se enfoca mucho en resultados y solemos esperar mucho el resultado concreto. No es que eso esté “mal”, pero a veces eso genera ansiedad y puede dificultar u obstaculizar este proceso que, como decíamos, se origina a un nivel más profundo de nosotros.
Entonces, repito, liberamos toda expectativa, no esperamos que la situación cambie, no esperamos “amar más” a esa persona, y sobre todo, no pretendemos que esa persona cambie. Lo único que debe importarnos aquí es el hecho de que aceptamos esos aspectos compartidos (con la persona, situación, etc), los reconocimos en nosotros, y se dio un cierto grado de sanación. No esperamos ni pretendemos que la sanación sea al 100% para nunca jamás volver a vivenciar ese aspecto en nosotros, ya que la sanación se va dando de forma gradual, de la mano de la Consciencia.
Y al liberar toda expectativa, es muy posible que, como añadidura, sin forzarlo, nos demos cuenta de que ya estamos sintiendo algo diferente hacia esa persona. Ya no prevalece el resentimiento ni el rechazo, sino que comenzamos a sentir una cálida aceptación. Podemos seguir estando en desacuerdo con el obrar de esa persona, podemos disentir sanamente, pero ya no está el peso del rechazo ni el sentir de la pelea interior.
De la mano de esto, también por añadidura y sin forzarlo, es muy posible que la situación con esta persona cambie notablemente, hacia algo más armónico. Es importante destacar también que nosotros no nos encargamos de sanar a la otra persona, sino al aspecto o aspectos que compartimos con ella.
A una parte nuestra le puede parecer injusto que tengamos que hacer esto nosotros, y que la persona que cometió el error, que me trató mal, etc, no haga ningún esfuerzo. Pero no nos dejemos engañar por nuestro propio ego. Al hacer este proceso somos nosotros los que recibiremos el mayor premio, que es una profunda paz y dicha interior. Es un premio que nos otorgamos a nosotros mismos al permitirnos conectar con nuestra Esencia Divina y Eterna, dejando que se disipen las interferencias, dejando que se disipen “las nubes que nos tapaban el sol”.
Sebastián Alberoni

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