No le des Vueltas, Wayne Liquorman
Lo que la mayoría de los buscadores espirituales buscan, en lo más profundo, es paz en la vida. La mayoría de la gente no busca paz en la muerte. Buscan paz durante la vida, paz mientras caminan por la tierra, paz mientras interactúan con otros, paz mientras están en apuros, paz cuando las cosas no van a su favor, paz cuando la gente a la que quieren les hace daño o muere –paz entre todo “eso” es lo que la mayoría de los buscadores quieren–. Esta enseñanza apunta a la naturaleza divina de todo lo que existe, sin importar lo doloroso o hiriente que pueda ser. El entendimiento es que todo lo que existe es la manifestación de Dios. Normalmente, la gente no tiene ningún problema con esta idea mientras se trate de cosas bonitas: puestas de sol, cachorros, el nacimiento de un niño sano y guapo –todas las maravillas de la creación–. El problema viene cuando las cosas son feas, con los horrores despreciables que también son parte de la vida. La paz que buscas está en la aceptación de todo como manifestación de Dios. Está en la aceptación de “todo”.
Ahora, cuando digo aceptación, no quiero decir que tengas que aprobarlo todo o que trates todo de una manera igualitaria. La aceptación es la comprensión de que todas las cosas provienen de la misma Fuente, incluyendo todas tus reacciones, pensamientos y sentimientos.
Remóntate a la Fuente de tus bendiciones, remóntate a la Fuente de los horrores de tu vida y encontrarás la misma Fuente.
Demasiado a menudo, cuando nos remontamos al origen de las cosas dolorosas de nuestras vidas, nos detenemos aquí, en el organismo cuerpo-mente, y el resultado son la culpabilidad y la culpa. Cuando nos remontamos al origen de nuestras bendiciones, nos detenemos aquí, en el organismo cuerpo-mente, y el resultado es el orgullo. Sin embargo, la humildad más profunda posible proviene del conocer la Fuente desde donde las bendiciones y el dolor brotan.
Wayne Liquorman: “No le des Vueltas”
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