Fanny Libertun: Bailando con la propia sombra


"No existe una toma de conciencia sin dolor. La gente hará cualquier cosa, no importa lo absurdo que sea, para evitar enfrentarse a su propia alma. Uno no se vuelve iluminado imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad"

-Carl Gustav Jung

¡Qué curiosos somos! Sabemos que tenemos dificultades para vivir y que de ninguna manera lograremos ser perfectos, no obstante, nos negamos tercamente a mirarnos en el espejo sólo porque somos grandes evasores del dolor. No nos gusta sentir ni las más mínimas incomodidades, a pesar de que el día completo estará lleno de ellas. Antes de levantarnos por la mañana ya estamos negando: “mi vida hoy será perfecta, no habrá ningún obstáculo para sortear, no sentiré ninguna emoción molesta… ¡punto: tampoco quiero ver otras opciones!”

No nos gusta aceptar las cosas como son, la vida debería ser exactamente como queremos que sea: sólo buenos y fáciles momentos, llenos de dulces helados y de felices vacaciones. Pero no, no nos gusta frustrarnos, podemos sentir un profundo disgusto empezando por el que nos provoca el ver cómo nos queda el pantalón de turno, cuánto hemos engordado en los últimos meses, hasta permitir que la pintura que le falta a nuestra casa pueda ponernos de tan malhumor que nos arruine no sólo la pared sino además, todo el santo día. Ni hablar del mal que otros nos provocan ya que una persona difícil podría llegar a trastornarnos hasta la obsesión gracias a que siempre tendemos a sentirnos ofendidos.

¿Y si nos propusiéramos que la madurez fuera la capacidad de ver la realidad sin rechazarla? Podemos aprender a conectarnos con lo que experimentamos en todo momento sea o que sea lo que ese momento ofrezca y en el caso en el que surja algo que no nos guste tal vez alcanzar a reírnos respetuosamente de nosotros mismos, y adoptar esta actitud como norma, como hábito saludable de todos los días.

Si hay cosas sin terminar, agujeros por llenar, problemas con la gente o con lo que le hicimos a la gente es una buena idea adoptar una especie de sistema para lidiar con las cosas que contemple en primer término dichos tales como: “¡Ah!, qué bueno, estoy en presencia de lo desagradable, de lo oscuro, de mi propia sombra”. Luego podríamos decirnos: “qué bueno, voy a explorar, no sé cómo empezar pero pongo mi intención primero”. Y luego seguir la aventura de esta vida, tan imperfecta, tan misteriosa y tan bella, exactamente tal y como somos nosotros mismos.

Fanny Libertun
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