De Padres tóxicos e hijos codependientes
Existen personas que están todo el tiempo pendientes de los demás. En lugar de construir una vida propia, giran en torno de sus hijos, sus padres, sus parejas, sus amigos, sus vecinos. Necesitan ser necesitadas para sentirse seguras. Prefieren la compañía de aquellos que tienen serios problemas, porque eso les ofrece la oportunidad de intervenir, con la intención de salvar o rescatar al otro.
Pero la salvación nunca llega.
*TÓXICOS Y DEPENDIENTES
En cambio, estas solícitas personas se vuelven controladoras, hipervigilantes, manipuladoras. Aunque no parezca, tienen un problema grave: son codependientes; tan adictos a las relaciones que establecen con los demás y que mantienen obsesivamente ocupadas sus vidas como son adictos al alcohol, al juego o a las drogas los que son socialmente definidos como tales.
Para la licenciada Emilia Faur, psicóloga social organizadora del Primer Encuentro Interdisciplinario sobre Codependencia realizado en la Argentina, la génesis del problema de estas personas adictas a personas hay que buscarla en la historia familiar.
"La mayoría son hijos de padres tóxicos -dice la psicóloga social, que trabajó como especialista en diseño, implementación y monitoreo de programas sociales en el área de salud de Ministerio de Acción Social de la Nación-. Este tipo de padres tiende a ver la rebelión o simplemente las preferencias personales de sus hijos como un ataque personal. Aunque con las mejores intenciones, dañan a sus hijos de tal modo que producen efectos traumáticos profundos en su vida de relación."
En este tipo de familias los hijos se acostumbran a callar, a no oponerse, a no hablar de los problemas, a no confiar en nadie, ni siquiera en ellos mismos. La propia identidad se va desdibujando y devaluando sobre la base de esta vivencia: sólo se llega a ser alguien si los demás necesitan de uno y si se hace algo bueno por el otro.
La licenciada Faur afirma que existen distintos tipos de padres tóxicos. Pero es habitual que uno, o ambos, sean adictos a alguna sustancia o conducta compulsiva (por ejemplo el juego, o incluso el trabajo) y se vivan situaciones de violencia física o verbal en el seno de la familia.
Por Gabriela Navarra De la Redacción de La Nación.
Fte: FB Despertar azul
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