Fanny Libertun: Espiritualidad de todos y para todos


Creo que el camino espiritual no se construye sólo siguiendo prácticas exclusivas, vistiendo de maneras particulares o leyendo libros, sino que además de ello -o tal vez sin todo ello- se trata de utilizar las prácticas espirituales para procesar lo más difícil de aceptar: nuestras heridas, dolores personales, aquello en lo que nos sentimos decepcionados de nosotros frente a nosotros, las idealizaciones derrumbadas, los fracasos, los arrepentimientos, y todas nuestras dificultades para lidiar con la realidad.

Vivir una vida espiritual es relacionarnos con el propio cuerpo con amor y respeto ya que es el vehículo que nos contiene y sin el cual no podemos estar acá, en este viaje.

Estar en un camino espiritual significa llevar una vida contemplativa, caminar mirando tanto hacia adentro como hacia afuera con la sabiduría de que comprender que “los de afuera” no son los culpables y los hacedores absolutos de nuestro destino sino que son el reflejo de nuestras proyecciones y fantasías.

Estar en el camino espiritual es acceder a un tipo de pensamiento adulto que acepta las contradicciones, las paradojas, y que éstas coexisten en la realidad. Es vislumbrar que la más grande de las paradojas es la paradoja mística de aceptar que mientras somos seres singulares y físicos en este camino, también estamos profundamente conectados unos con otros, animados y sostenidos por el mismo vasto Espíritu que reside en el grano de arena, la gota de agua, la porción de aire que estamos respirando ahora, los sentimientos más bellos y los más difíciles.

Ser espirituales también significa hacer la paz con nuestro pasado, poder mirar hacia atrás sólo para saber que el camino está libre de escombros y que no estamos obstruyendo tampoco el viaje de otros con nuestro desorden. Es reconocer, perdonar y liberar todo lo aquello a lo que nos hemos aferrado y que nos impide la evolución y el cambio.

Estar en un camino espiritual es asumir la responsabilidad de ser conscientes de nuestras propias creencias. Es aceptar que tenemos creencias que son muchas veces heredadas pero no ciertas y cultivar las propias para que sean compatibles con nuestra sabiduría y compasión.

Ser espiritual es aprender a aceptar, saber tolerar, dejar de idealizar objetivos y puntos a llegar, comprender que no es el destino sino el viaje lo que es importante. Alguien dijo que "todo el camino al cielo es el cielo". ¿Para qué seguir añorando un Cielo que está lejos de nosotros, un sol que nos encandila y paraliza, aspiraciones personales fantaseadas e imposibles? Tal vez esta es la hoja de ruta suficiente para mantenernos caminando, recordándonos que el sutil aire que sentimos en el cuerpo al comenzar cada día no es nada menos que el aliento de Dios.

Fanny Libertun
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