Qué es la iluminación, Michael Brown
Con más y más frecuencia escucho un comentario que hacen las
personas parecido a esto: "Estoy descubriendo que estar iluminado no es
lo que pensaba…" El otro día recibí un correo electrónico de Australia
en el que me preguntaban si yo estaba iluminado. ¡He ahí una buena
pregunta! Así que, ¿qué es esto que las personas llaman "iluminación"?
Solía pensar que era una experiencia singular en la que habría un
despliegue interno de fuegos artificiales cósmicos, seguido por
asombrosas revelaciones de proporciones bíblicas, para finalizar con un
total ajuste de mis percepciones en relación con todo lo que existe en
este mundo. Me aproximé, y ávidamente busqué esta experiencia como un
punto de arribo definitivo en el cual pudiera, finalmente, comprender
todo y, simultáneamente, sentirme maravillosamente delirante por siempre
jamás, ¡Amén! ¡Qué equivocado estaba! Todavía estoy abierto a percibir
una experiencia interna similar, pero a medida que continúo mi viaje a
lo largo de los corredores de esta experiencia de vida, también estoy
descubriendo que "estar iluminado definitivamente no es lo que yo
pensaba". ¡Gracias a Dios!
En primer lugar, personalmente creo que por el solo hecho de percibir que existe un estado de conciencia llamado "iluminación" en sí es una experiencia de iluminación. Muchos seres humanos están tan ligados a su pasado, por las consecuencias de sus pensamientos, palabras y hechos, que invierten toda su energía en sobrevivir. Ni siquiera miran hacia arriba y se preguntan: "¿Por qué el cielo es azul?" Simplemente están agradecidos de que no les esté lloviendo encima ese día en particular. Para un ser como éste, despertar a la idea de que en una experiencia de vida existe algo más allá de las interminables penas, fatigas y privaciones, es en sí una iluminación.
Una vez que tuve la capacidad de dejar ir el concepto erróneo de que la iluminación era una experiencia única y explosiva y que, de hecho, era algo más realista que un despliegue de fuegos artificiales, seguido por una sonrisa delirante las veinticuatro horas del día, me hice vulnerable a una perspectiva totalmente diferente: la iluminación es algo continuo que, espero, pueda permanecer así eternamente. Es curioso, la experiencia que me cimbró de toda ilusión acerca de la iluminación ocurrió a través de una relación. Cuando tenía alrededor de 38 años me enamoré y estuve íntimamente involucrado con una maravillosa mujer mucho más joven que yo. Mi mente me dijo que eso no sería benéfico, pero afortunadamente mi corazón descartó mi forma de ser conservadora. Fue durante esta relación que descubrí el significado de intimidad. Ahora amo la palabra "intimidad" porque, para mí, su auténtico significado se esconde en la fonética de la palabra: hacia-mi-entra-y-ve (*). Durante aquel encuentro íntimo, me di cuenta que de ninguna manera estaba buscando la iluminación, se trataba de intimidad.
(*) Juego de palabras en inglés que el autor analiza como: "intimacy" = into-me-and-see (N. del T.)
Con desesperación buscaba intimidad conmigo mismo, con Dios, con la naturaleza, con mi familia, con todos los humanos que encontrara, con mis gatos, con mis escritos, con las plantas, con la lluvia que cae, con mi dolor, con mis sueños y visiones, y con todos los minúsculos aspectos de esta experiencia que llamamos "vivir nuestra vida", al igual que lavar platos o poner la ropa en la lavadora.
Claro está que, para que la intimidad sea auténtica, nos pide mostrarnos y estar "presentes" en nuestras experiencias. Darme cuenta de esto fue un momento de iluminación. Y solamente llegué a esta conclusión abriéndome a una experiencia a la cual mi mente se resistía totalmente. También me di cuenta que hasta ese momento había estado utilizando mi mente como la herramienta primitiva con la que se busca la iluminación; pensé que podía alcanzarla a través de la "comprensión". De nuevo, estaba muy equivocado. Hoy, me da gusto no estar iluminado; como si hubiera llegado a un destino cósmico y luego recibir un Título en Iluminación por parte del universo diciendo que había alcanzado "la tarea espiritual de mayor nivel". Hoy, percibo la iluminación en muchos niveles, y uno de ellos es aceptar que cada día está saturado de experiencias que iluminan, si tan sólo las dejo entrar. Ahora mi vida está todo el tiempo cubierta de puntos potenciales hacia la iluminación…
Darme cuenta de que soy responsable de mis propias experiencias es iluminación.
Darme cuenta de que mi Presencia Interior es una experiencia compartida es iluminación.
Estar agradecido con Dios, lo que Dios sea para mí, por cada experiencia que llega a mi camino, es iluminación.
Saber que mis momentos difíciles siempre son una bendición disfrazada de crecimiento y sabiduría potenciales es iluminación.
Saber que nada en mi vida sucede por accidente es iluminación. Ser capaz de disfrutar cada momento, como dar un paseo y apreciar el paisaje, es iluminación.
Estar abierto a dar pequeños pasos para nutrirme, sanarme, ser mi propio maestro y mi propio guía, es iluminación.
Conocer la diferencia entre reaccionar y responder es iluminación.
Ser capaz de extraer el Dharma de mi propio drama es iluminación.
Ser capaz de perdonarme y, por ende, perdonar a los demás, es iluminación.
Ser capaz de sentarme al lado de alguien mientras pasa por un mal momento, sin sentir la necesidad de inmiscuirme en su experiencia, es iluminación.
Reírme de mi propia seriedad o tontería, hasta que las lágrimas corran por mis mejillas y me duela el vientre es, definitivamente, una grandiosa iluminación.
Confiar en lo que sea que es Dios, en que Su poder está íntimamente consciente de mí y, por lo tanto, en verdad nunca estoy solo, es iluminación.
Así pues, en mi experiencia, conforme me muevo de la inconsciencia hacia una mayor conciencia, existen puntos de iluminación ilimitados. Me gusta pensar esto porque Dios es una experiencia ilimitada, el viaje hacia el conocimiento de quién es Dios es algo ilimitado. Al igual que OSHO, también creo que si de hecho llegara "al final de esta jornada", me sentiría muy avergonzado, no sabría qué hacer conmigo. Entonces, probablemente tendría que esconder el hecho de estar terminado y alejado de todos porque no sabría cómo responder a la pregunta obvia: "¿Y AHORA qué?
En nuestra existencia, de vez en cuando nos cruzaremos con individuos que se comportan como si ya "hubieran llegado". Con frecuencia estos son los llamados gente "espiritual", o aquellos que se miran a sí mismos como "sanadores de los demás". Este es un estado muy triste en el que se puede estar ya que es uno influenciado por la arrogancia e inmune a un mayor crecimiento. Para combatir este tipo de infortunio llevado por la mente, EL PROCESO DE LA PRESENCIA enfatiza el viaje-de-la-conciencia, en oposición a destino-conciencia. La jornada es nuestro destino. Don Juan, el maestro de Carlos Castaneda, le dijo: "Todos empezamos en ningún lugar y todos terminamos en ningún lugar, y nuestra única elección es si caminamos el sendero del corazón, o no".(*)
(*) En el ahora y el aquí, a partir del término en inglés "nowhere = now – here” juego de palabras que el autor presenta N. del T.
Por ello, cuando descubrimos que la iluminación no es lo que pensábamos, entonces hemos entrado en un punto de auténtica iluminación que abre un portal hacia infinitos puntos de iluminación. Descubrir que la iluminación no es lo que pensábamos es motivo de celebración; entonces, las puertas dentro de nuestras mentes y corazones se abren, y la luz de la autenticidad se derrama a través de las grietas de nuestros malentendidos que se ensanchan y se van disolviendo.
Como nos dijo el ya fallecido Colin Kingfisher, al inicio de cada Ceremonia Nativa del Peyote en la Iglesia Americana guiada por él, "Mantengan la mente abierta". ¡Qué sabio consejo! Cada vez que nuestra mente llega a una conclusión acerca de cualquier cosa, simultáneamente cerramos una puerta hacia el crecimiento continuo. Saber que cometemos estos errores en nuestro camino es iluminación. Saber que siempre hay más que podemos descubrir no sólo es excitante, también es iluminación. Al acercarnos a la "iluminación" de esta manera, como una interminable jornada de continuos despertares y confirmaciones, permito que mi vida sea una historia interminable que Dios me está contando para que pueda descubrir y redescubrir mi yo ilimitado, interminable, eterno y misterioso. También estoy abierto a estar totalmente equivocado respecto de todo esto. Y si descubro que estoy equivocado, igualmente será una iluminación.
~ Michael Brown, autor de "El Proceso de la Presencia" y "La Alquimia del Corazón"
En primer lugar, personalmente creo que por el solo hecho de percibir que existe un estado de conciencia llamado "iluminación" en sí es una experiencia de iluminación. Muchos seres humanos están tan ligados a su pasado, por las consecuencias de sus pensamientos, palabras y hechos, que invierten toda su energía en sobrevivir. Ni siquiera miran hacia arriba y se preguntan: "¿Por qué el cielo es azul?" Simplemente están agradecidos de que no les esté lloviendo encima ese día en particular. Para un ser como éste, despertar a la idea de que en una experiencia de vida existe algo más allá de las interminables penas, fatigas y privaciones, es en sí una iluminación.
Una vez que tuve la capacidad de dejar ir el concepto erróneo de que la iluminación era una experiencia única y explosiva y que, de hecho, era algo más realista que un despliegue de fuegos artificiales, seguido por una sonrisa delirante las veinticuatro horas del día, me hice vulnerable a una perspectiva totalmente diferente: la iluminación es algo continuo que, espero, pueda permanecer así eternamente. Es curioso, la experiencia que me cimbró de toda ilusión acerca de la iluminación ocurrió a través de una relación. Cuando tenía alrededor de 38 años me enamoré y estuve íntimamente involucrado con una maravillosa mujer mucho más joven que yo. Mi mente me dijo que eso no sería benéfico, pero afortunadamente mi corazón descartó mi forma de ser conservadora. Fue durante esta relación que descubrí el significado de intimidad. Ahora amo la palabra "intimidad" porque, para mí, su auténtico significado se esconde en la fonética de la palabra: hacia-mi-entra-y-ve (*). Durante aquel encuentro íntimo, me di cuenta que de ninguna manera estaba buscando la iluminación, se trataba de intimidad.
(*) Juego de palabras en inglés que el autor analiza como: "intimacy" = into-me-and-see (N. del T.)
Con desesperación buscaba intimidad conmigo mismo, con Dios, con la naturaleza, con mi familia, con todos los humanos que encontrara, con mis gatos, con mis escritos, con las plantas, con la lluvia que cae, con mi dolor, con mis sueños y visiones, y con todos los minúsculos aspectos de esta experiencia que llamamos "vivir nuestra vida", al igual que lavar platos o poner la ropa en la lavadora.
Claro está que, para que la intimidad sea auténtica, nos pide mostrarnos y estar "presentes" en nuestras experiencias. Darme cuenta de esto fue un momento de iluminación. Y solamente llegué a esta conclusión abriéndome a una experiencia a la cual mi mente se resistía totalmente. También me di cuenta que hasta ese momento había estado utilizando mi mente como la herramienta primitiva con la que se busca la iluminación; pensé que podía alcanzarla a través de la "comprensión". De nuevo, estaba muy equivocado. Hoy, me da gusto no estar iluminado; como si hubiera llegado a un destino cósmico y luego recibir un Título en Iluminación por parte del universo diciendo que había alcanzado "la tarea espiritual de mayor nivel". Hoy, percibo la iluminación en muchos niveles, y uno de ellos es aceptar que cada día está saturado de experiencias que iluminan, si tan sólo las dejo entrar. Ahora mi vida está todo el tiempo cubierta de puntos potenciales hacia la iluminación…
Darme cuenta de que soy responsable de mis propias experiencias es iluminación.
Darme cuenta de que mi Presencia Interior es una experiencia compartida es iluminación.
Estar agradecido con Dios, lo que Dios sea para mí, por cada experiencia que llega a mi camino, es iluminación.
Saber que mis momentos difíciles siempre son una bendición disfrazada de crecimiento y sabiduría potenciales es iluminación.
Saber que nada en mi vida sucede por accidente es iluminación. Ser capaz de disfrutar cada momento, como dar un paseo y apreciar el paisaje, es iluminación.
Estar abierto a dar pequeños pasos para nutrirme, sanarme, ser mi propio maestro y mi propio guía, es iluminación.
Conocer la diferencia entre reaccionar y responder es iluminación.
Ser capaz de extraer el Dharma de mi propio drama es iluminación.
Ser capaz de perdonarme y, por ende, perdonar a los demás, es iluminación.
Ser capaz de sentarme al lado de alguien mientras pasa por un mal momento, sin sentir la necesidad de inmiscuirme en su experiencia, es iluminación.
Reírme de mi propia seriedad o tontería, hasta que las lágrimas corran por mis mejillas y me duela el vientre es, definitivamente, una grandiosa iluminación.
Confiar en lo que sea que es Dios, en que Su poder está íntimamente consciente de mí y, por lo tanto, en verdad nunca estoy solo, es iluminación.
Así pues, en mi experiencia, conforme me muevo de la inconsciencia hacia una mayor conciencia, existen puntos de iluminación ilimitados. Me gusta pensar esto porque Dios es una experiencia ilimitada, el viaje hacia el conocimiento de quién es Dios es algo ilimitado. Al igual que OSHO, también creo que si de hecho llegara "al final de esta jornada", me sentiría muy avergonzado, no sabría qué hacer conmigo. Entonces, probablemente tendría que esconder el hecho de estar terminado y alejado de todos porque no sabría cómo responder a la pregunta obvia: "¿Y AHORA qué?
En nuestra existencia, de vez en cuando nos cruzaremos con individuos que se comportan como si ya "hubieran llegado". Con frecuencia estos son los llamados gente "espiritual", o aquellos que se miran a sí mismos como "sanadores de los demás". Este es un estado muy triste en el que se puede estar ya que es uno influenciado por la arrogancia e inmune a un mayor crecimiento. Para combatir este tipo de infortunio llevado por la mente, EL PROCESO DE LA PRESENCIA enfatiza el viaje-de-la-conciencia, en oposición a destino-conciencia. La jornada es nuestro destino. Don Juan, el maestro de Carlos Castaneda, le dijo: "Todos empezamos en ningún lugar y todos terminamos en ningún lugar, y nuestra única elección es si caminamos el sendero del corazón, o no".(*)
(*) En el ahora y el aquí, a partir del término en inglés "nowhere = now – here” juego de palabras que el autor presenta N. del T.
Por ello, cuando descubrimos que la iluminación no es lo que pensábamos, entonces hemos entrado en un punto de auténtica iluminación que abre un portal hacia infinitos puntos de iluminación. Descubrir que la iluminación no es lo que pensábamos es motivo de celebración; entonces, las puertas dentro de nuestras mentes y corazones se abren, y la luz de la autenticidad se derrama a través de las grietas de nuestros malentendidos que se ensanchan y se van disolviendo.
Como nos dijo el ya fallecido Colin Kingfisher, al inicio de cada Ceremonia Nativa del Peyote en la Iglesia Americana guiada por él, "Mantengan la mente abierta". ¡Qué sabio consejo! Cada vez que nuestra mente llega a una conclusión acerca de cualquier cosa, simultáneamente cerramos una puerta hacia el crecimiento continuo. Saber que cometemos estos errores en nuestro camino es iluminación. Saber que siempre hay más que podemos descubrir no sólo es excitante, también es iluminación. Al acercarnos a la "iluminación" de esta manera, como una interminable jornada de continuos despertares y confirmaciones, permito que mi vida sea una historia interminable que Dios me está contando para que pueda descubrir y redescubrir mi yo ilimitado, interminable, eterno y misterioso. También estoy abierto a estar totalmente equivocado respecto de todo esto. Y si descubro que estoy equivocado, igualmente será una iluminación.
~ Michael Brown, autor de "El Proceso de la Presencia" y "La Alquimia del Corazón"
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