Superar el dolor de las rupturas, Joan Garriga

En una ruptura en general y especialmente en una de pareja se ponen en marcha muchas emociones, la mayor parte de las cuales consideramos negativas porque son difíciles pero resultan imprescindibles para completar el proceso y salir fortalecidos. La más habitual y difícil de vivir es el simple dolor de haber perdido al otro. Incluso en los casos en los que se siente una gran liberación por salir de una situación insatisfactoria para la persona, tarde o temprano asoma el rostro del dolor por dejar lo conocido, lo que se amó y enfrentarse a algo nuevo.
Afortunadamente la vivencia del dolor es un ingrediente necesario para completar con éxito el proceso de una ruptura y llegar a ser capaz de crear futuro.

Cuando pasamos por una ruptura, iniciamos el proceso de duelo en el que es previsible pasar por diferentes estados o etapas que tienen unas características estudiadas. Al igual que estamos programados para vincularnos con los demás sintiendo placer y expansión también están en nuestra naturaleza los mecanismos y recursos para el proceso de despegarse de una persona. Este proceso del duelo, en lugar de expansión produce retracción y en lugar de placer, rabia, pena, culpa, estrés, etc. hasta que culmina en la alegría que regresa al final de un aciago túnel.

Se sabe que mal se construye sobre cenizas y escombros y, al contrario, se edifica bien sobre los aprendizajes anteriores, sobre la integración nutritiva de nuestro pasado, fuera el que fuera. Eso sí son buenos pilares. Por eso es tan importante integrar nuestra historia afectiva. ¿Cómo se hace? Después de un proceso emocional arduo, amándolo todo tal como fue, tal como ocurrió, incluyendo aquello difícil y desdichado que nos tocó vivir, porque de esta manera se cumple el efecto de que, amándolo, lo negativo se evapora y lo positivo se queda impregnado en nuestro corazón.

Un proceso de ruptura concluye...
... cuando reencontramos la paz y la alegría y mirando atrás logramos apreciar y agradecer lo que vivimos y aprendimos en esa relación y podemos darle internamente las gracias a la que fue nuestra pareja por todo lo que fue posible y lo que nos aportó.
... cuando podamos darle el reconocimiento que merece como una relación importante para nuestra vida.
... cuando podamos reconocer el amor que hubo y guardarlo como un regalo.
... cuando somos capaces de dejar libre al otro y desearle lo mejor y hacernos nosotros libres y también desearnos lo mejor.

En definitiva el gran reto para todos es aprender a amar lo imperfecto de la vida, de nosotros y de los demás, y volvernos compasivos. Cuando esto es posible tomamos nuestros errores al servicio de la vida y de un camino feliz en pareja.


JOAN GARRIGA

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