Del Amor por el Poder al Poder del Amor




La inminente muerte del Sistema Actual Cuando el Ser Humano decide entrar en sus profundidades, pueden ocurrir que se desencadenen diferentes circunstancias, todo dependerá, lógicamente de su personalidad pero sobre todo de sus experiencias. Tener la osadía de mirar más allá de lo aparente, no es algo que para muchos sea fácil. El motivo es que hemos crecido en una sociedad que por causas que van más allá de nuestro entendimiento terrenal, nos ha desconectado de lo no aparente, es decir de la sabiduría que se halla más allá de lo visible.

Los más “listos”, en vistas de que muchos se han sentido débiles antes las fuerzas superiores, han “usurpado” el poder del otro y han caminado por la vida desde el abuso de la autoridad. Galones, que se ha puesto uno mismo, pero que evidentemente también le han colgado los que aceptaron dicha condición.

En estos momentos de crisis, gracias a Dios, por fin todo lo que la oscuridad mantenía enlatado, está saliendo a la Luz.

¡Ya basta de tanto abuso de poder!!! - hemos decretado la gran mayoría.

No podemos obviar, que todos, absolutamente todos, hemos sido corresponsables de la situación que estamos viviendo. Unos no hubieran sostenido el poder, si los otros no se lo hubieran permitido. Por tanto, responsabilidad clara de ambas partes integrantes de una misma situación.

Quizás podríamos creer que hemos sido un poco lentos de reflejos en reaccionar, ante las iniquidades del poder, y cuando nombro al poder, me refiero a cualquier tipo, pues por desgracia, el Ser Humano, tiene un vicio, mimetiza aquello que a otro le otorga bienestar material o físico, en lugar de observar, discernir y moverse desde sus sentimientos, aunque estos no coincidan con los de la mayoría.

El sistema como se está viendo actualmente se “DESPLOMA”. Lo hace por un hecho natural cíclico de caducidad y aprendizaje de toda la humanidad.

Siempre han existido grandes imperios que han caído y han hecho que otros puedan nacer. Es la Ley de la vida y la muerte -perfecta en sí misma -. La humanidad en estos momentos tiene la gran oportunidad de crear por ella misma y al unísono otra conciencia de vida, basada en lo aprendido hasta ahora. Hemos vivido en la imposición de criterios y ordenes mundiales impuestos por unos pocos haciéndonos creer que era lo mejor para todos, a eso se le conoce como MANIPULACIÓN. Los fundamentos de esta etapa evolutiva se han basado en la imposición por la fuerza del poder utilizando el miedo como ancla para su expansión. Si a partir de ahora queremos crear algo NUEVO de verdad, rompiendo con todo lo establecido hasta el momento, se tiene que empezar por hacerse consciente que si seguimos utilizando los medios “caducados”, no los estamos dejando morir.

No se trata de crear una nueva idea o pensamiento únicamente, sino de crear una NUEVA CONCIENCIA O PARADIGMA. Los ideales son frágiles y manipulables, en cambio cuando hablamos de una conciencia que se arraiga en una realidad que perdura en el tiempo. Para que esto ocurra se tiene que desestructurar la base del pensamiento actual - LA MENTE -. Ésta, sólo conoce el miedo, la fuerza, la manipulación y la extorsión como forma de expresión, eso ya lo hemos aprendido, y no lo queremos. El cambio está en girar 180 grados y demostrarnos a nosotros mismos, al poder y a la humanidad que otra sociedad es posible y necesaria sin estas expresiones. Tenemos que inventarnos desde la conciencia de lo aprendido y la auto-responsabilidad con todo lo que existe. Saber que la NUEVA SOCIEDAD tiene sus bases en el CORAZON y la mente sólo es un instrumento para llegar a él.

Si los poderes establecidos utilizan la fuerza, tenemos que darnos cuenta que es esto lo que saben hacer y nunca se han planteado una táctica distinta, aprovechemos para enseñarles que otras realidades son posibles - SIN LA FUERZA NI LA VIOLENCIA -. Mostrando que el objetivo de la sociedad es la convivencia armónica y sabia de todos con todos y para todos. El objetivo en realidad, es una ilusión que se crea durante el camino. El viaje que ahora hagamos serán las bases en las que se cimentará nuestro futuro y la forma en la que queremos vivirlo. El fin y los medios acaban siendo lo mismo, uno no puede existir sin el otro.

Tenemos el potencial, la ilusión y la capacidad para hacer este cambio con las bases de aquello que queremos crear, cada uno desde su individualidad pero sin olvidar la GLOBALIDAD.

La inmensa mayoría de las personas debido a arquetipos religiosos principalmente, instituciones a las que, por poder, les ha interesado crear y fomentar el miedo a la muerte, tiene serias dificultades para entregarse a los cambios. Los individuos, así como las sociedades que reflejan a dichos individuos, emprenden una lucha asfixiante en la que una fuerza – el alma - camina en post de su proceso evolutivo natural, y la otra fuerza – el ego - desea estancarse en lo que controla y domina, aún a costa de sentirse bloqueado por la inflexibilidad.

Creemos que no sabemos que hay detrás de la muerte, pero no es cierto, hemos muerto y nacido muchas veces en innumerables vidas, pero no lo recordamos, y aprovechando esta falta de memoria, las religiones y ciertos poderes nos han mostrado la muerte como un camino duro que en realidad nadie conoce.

Sugestionándonos en la existencia de que un cielo y un infierno nos aguardan, dependiendo de si hemos sido buenos o malos. Cuando en realidad, somos nosotros mismos quienes creamos nuestro propio cielo o infierno interior. De igual forma que ocurren estos procesos individualmente, sucede globalmente. Mirando atrás podemos constatar que nunca NADA prevalece inmutable ni inalterable, TODO absolutamente todo, nace, se desarrolla y muere. Como nuestro sistema actual. Es cierto que la agonía que está sufriendo es larga, pero no por ello efectiva.

La muerte nos permite reinventarnos de nuevo, para avanzar y estar cada vez más cerca de aquello que realmente somos, no del personaje que creemos ser. Si todos somos conscientes de que cada uno en responsabilidad consigo puede aportar su semilla de conciencia a una realidad más elevada, HAGÁMOSLO.

Todas las muertes son una oportunidad para volver a empezar, no un final. En nuestras vidas morimos constantemente avanzando por nuestras etapas. Muere la infancia para dejar pasar a la adolescencia, muere la adolescencia para dejar pasar a la madurez y cuando llegamos a la vejez nos damos cuenta de que quizás nos gustaría tener una segunda oportunidad. No tenemos una segunda, sino muchísimas oportunidades para empezar de nuevo en este precioso y gran viaje que es la vida, en el cual todos estamos como Ulises intentando volver a Ítaca, de dónde venimos.

Nos cuesta deshacernos de actitudes en nosotros mismos, creemos que tenemos que luchar contra algo, cuando lo cierto es que sólo tenemos que dejarnos llevar por la corriente, ésta siempre nos llevará al lugar correcto. Aunque en ese momento, en el que estamos viviendo el acontecimiento no tengamos entendimiento del efecto desencadenante. Esa es la magia de la vida.

Todo muere. Todo perece para dejar paso a lo nuevo. Ese paso es la consciencia, cuando nos hacemos conscientes de algo, en realidad lo anterior ya ha muerto.

Muere el día para que llegue la noche y muere la noche para que llegue el día. El ciclo de vida y muerte se repite constantemente en nuestras vidas y en todo lo que nos rodea, entonces ¿porque le tenemos miedo a algo tan natural? La vida tiene un orden perfecto y esa perfección no podría existir sin la muerte. El resultado es la Transformación. Unámonos para transformarnos, comenzando cada uno de nosotros por sí mismo y trasladando ese cambio al entorno y en consecuencia a la conciencia global.


Sobre los diferentes tipos de poder a transformar

Haciendo un análisis exhaustivo y un recorrido sintético a lo largo del tiempo, sobre el vicio del poder, podemos desarrollar diferentes fuerzas claves de esta energía, que se hallan ancladas desde eones en la conciencia global de la humanidad.

En primer lugar, podemos inmiscuirnos en un tipo de poder, al que denominaríamos tiránico y vengativo.

Se trata de esa fuerza expresa que se abandera a través de la imposición sobre el otro por la fuerza, con agresividad, pero sobre todo por temor a la aniquilación. Pues queda claro que nadie se defiende a capa y espada si no está acobardado por el pánico a ser destruido. Este tipo de poder, ha producido diferentes tipos de personalidades a lo largo de la historia un ejemplo sería, Alejandro Magno. El abanderado, que creyéndose hijo directo del mismísimo Zeus, se atribuyó el beneplácito de invadir, imponer y cercenar todo aquel territorio, población y cultura por la que pasó con sus innumerables soldados de tantos ejércitos que necesitó para imponer su voluntad.

En la actualidad, esta vieja emoción nos sigue persiguiendo, aunque sea a menor escala. Se trata del humano que, creyéndose señor y amo de todo lo que tiene, conoce y sabe, no puede admitir que un semejante, con otras tenencias, conocimientos y capacidades, pueda hacerle sombra. En ese instante de pánico hacia la posible aniquilación de aquello con lo que se identifica, se protege siendo él, el aniquilador.

Este tipo de poder guerrero, tiene una naturaleza espiritual claramente basada en la creencia de que los dioses, deidades o divinidades, son en esencia tiranos y vengativos. Así el espíritu que manifiestan al conectarse con este tipo de miedos, es el de la venganza e imposición, por el simple propósito de ocultar la verdad de sus debilidades y miedos a un pequeño yo aferrado a lo más nimio e insignificante del Ser


Humano: lo aparente.

Esta tipología de poder, tiene un único camino de transformación y este es desde nuestro punto de vista, el de la Fe. Para alcanzar la Fe, es obvio que tiene que derrotarse el apego a la forma, valga como ejemplo la afirmación - sólo creo lo que veo -. Sin ese importante paso, el miedo continuará empecinando al pseudo
guerrero en la imposición de sus creencias, por ser él mismo incapaz de ampliar sus miras y conectar con los sentimientos. El resultado de esa conexión profunda con la Fe, deriva en una clara expresión del equilibrio entre el Espíritu y la Materia. Entonces el poder impositor pasa a ser poder para con los demás.

Entonces puede aclamar:

- No es necesario seguir guerreando, no hay motivos para luchar, porque ahora sé que no tengo nada que perder, pues no existe nunca nada que sea mío. No hay sentido de pertenencia, simplemente soy y existo.

Vayamos a la siguiente tipología de poder en desequilibrio. En éste englobaríamos a la mente inferior como vehículo de expresión del intelecto, separado del resto de los cuerpos que comprenden la totalidad del Ser Humano. Sería la forma de poder de la Superioridad Intelectual. Tanto “sabes”, tanto vales. Este tipo de poder, aunque no parezca tan agresivo, ha provocado a lo largo de la historia innumerables luchas por imponer una forma de pensamiento. Aquí podríamos englobar a los grandes filósofos y pensadores, políticos, matemáticos, médicos, astrónomos, físicos y químicos, es decir, en general a los grandes hombres y mujeres de ciencia, que a través de las épocas, han enriquecido las bibliotecas, los laboratorios y las universidades, pero también han pretendido imponer sus criterios desde la creencia de que la sabiduría está en la ciencia, sin tener en cuenta que la ciencia, desconectada del espíritu y de la experiencia de las emociones no hace más sabio al hombre, más bien puede existir el riesgo de alejarlo de su verdadero poder personal, para entregar este poder a la máquina o bien a un programa o a un escenario virtual. Gran error de superioridad sería, creer que un hombre de campo que no ha pisado nunca una escuela, no puede llevar consigo a un verdadero sabio.

Para poder revertir esta tipología de poder en un poder en equilibrio, es necesario que exista una intención real del Ser, en descubrir lo que existe más allá de su mente concreta o científica. Abarcar todo tipo de conocimiento y comprender que la sabiduría está tras las experiencias de la vida en su completitud, pero para ello es inminente realizar un acto de humildad, desde esa mente superlativa y en exceso vanidosa.

Entonces puede aclamar:

- Soy la expresión de la humildad ante la vida, porque ahora comprendo y conozco la Vida.

Otro tipo de poder en el que ahondar con el fin de ser conscientes y transformarlo, es el orientado a la manipulación desde unas bases y creencias de autenticidad única, con respecto a un sentido estricto de moralidad y pureza, ejercida para sentirse más elevados que otros. Pues tras la fachada de humano pulcro, educado, moral y ético, se oculta un reprimido/a que desde su propia oscuridad y represión, es capaz de las atrocidades más perversas e inexplicables.

Habitualmente, este tipo de personalidad, utiliza la esclavitud a un dios que él cree que le impone una serie de comportamientos, con el fin de sentirse dignamente incluido en una clase social respetable, dentro de un estatus cultural elevado y una actitud religiosa envidiable, pero como hemos dicho, sólo por una apariencia y no por un verdadero y noble sentir. Las actitudes de esclavitud al Espíritu, prevalecen en este tipo de almas que como decimos se adhieren a la creencia de que es obligatorio resignarse a un sistema jerárquico superior, a una serie de pautas de comportamiento encasilladas y obsoletas, aún no siendo aceptado ese medio de vida impuesta, pero temerosos del castigo celestial por el sentimiento de pecado.

Un caos interior de tal calibre, que puede llevar al alma a expresarse desde estos miedos inconscientes durante innumerables vidas, además de contagiar estas actitudes de existencia al entorno y a todas las generaciones posteriores.

La transformación de este tipo de poder a un poder elevado, se basa en la nutrición del propio espíritu desde un ámbito saludable, en el que el equilibrio entre el corazón y la mente sea la base. A partir de ahí, y a través del camino de conocimiento de una naturaleza espiritual no represora, sino sana y libre de prejuicios, pueda conocerse la verdadera expresión de la vida. Es preciso salir de lo aparente, para dejar expresarse a lo profundo y verdadero.

Continuando con estos anclajes arquetípicos obsoletos, podemos ahora encontrarnos con un tipo de poder desde otro aspecto emocional. Sería, ese que otorga a lo más sagrado desde sus propias convicciones, el poder de su vida y del universo, sin creerse implicado ni responsable, es decir, aquel que otorga poder a dios, por medio de su propio temor e irresponsabilidad. Por supuesto no se trata de un poder verdadero del espíritu sino de un poder emocional, debido a que las bases evolutivas todavía no han ascendido este campo emocional. Las proyecciones en este cuerpo de expresión, son tan poderosas y por tanto dependientes de algo superior, que plagadas de apegos, quedan sometidas a un comportamiento de pseudoentrega que las mantiene esclavizadas. Son la expresión de la sumisión y devoción emocional, al Espíritu.

Personalidades victimistas, son un claro ejemplo de esta actitud que en realidad crea el NO-PODER, que no deja de ser un tipo más de poder. Existen en estas tipologías, verdaderas reminiscencias de nuestro pasado cristiano, mal entendido. Los portadores de este tipo de poder, tienen su akásico anclado en la época inquisidora, en la que se alabó y avaló todo tipo de sometimiento, en la infantil creencia de que los directores del espíritu sagrado, estaban en comunión directa con dios y con sus directrices. Es el poder Institucional religioso, el que oculta los mandatos celestiales, crea imágenes de adoración, iconos y abastece de riquezas y ornamentos todo lo relacionado con dios, santos y vírgenes. Consignas procedentes del pasado remoto de la humanidad, cuando nuestros ancestros portaban ofrendas a los dioses y diosas que adoraban, haciendo incluso sacrificios humanos o de animales. En la actualidad este procedimiento de devoción se ha substituido por el sacrificio del dolor del cuerpo físico, por promesas de recompensa, es decir, si tu ayudas a mi madre en su enfermedad, yo te rendiré adoración eternamente. Estos decretos álmicos, tienen consecuencias nefastas en nuestro interior, de ahí provienen numerosos pactos, que conocemos como capitulaciones o compromisos entre distintas entidades y que en un momento dado de la evolución, ya sea por debilidad de espíritu al haber sido esta voluntad cedida a un aspecto superior astral, ha estrechado lazos o alianzas que continúan hoy anclando a la personalidad en actitudes enfermizas, que no permiten su avance espiritual, desde una perspectiva más elevada. Pudiendo esos nudos kármicos, sostener ligados los campos emocionales de estos individuos con tanta fuerza que tienen que aún vivir muchas más vidas para poder tener la consciencia suficiente como para liberarse de semejantes ataduras absurdas. La liberación de estas capitulaciones, evidentemente trae una consecuencia clara, la exigencia interior de comenzar a responsabilizarse del propio poder personal, algo que represente un esfuerzo casi imposible de conseguir para alguien que está acostumbrado a cedérselo al poder emocional.

Cuando el poder está centrado de un modo anclado y por la experiencia en una serie de actitudes que tienen su origen en una vida de éxitos, bienes económicos, posición social envidiable, abundancia, etc, el poder puede crear un estatus en la conciencia familiar de tal calibre, que la tendencia de los miembros de la unidad familiar, provoque tal fuerza, que prevalezca el instinto a la perpetuación genética de la estirpe creada. Esta fuerza activadora, normalmente siempre parte de una figura todapoderosa, ya sea un patriarcado o matriarcado, que sólo considera digno y superior a los miembros por los que fluye su sangre.

Cualquier intruso, sino se rinde a ese poder implícito, nunca es bienvenido y en consecuencia, es mutilado por el clan familiar.

En este tipo de poder genético enraizado en vínculos sanguíneos, siempre aparece algún miembro, que aún teniendo esa consanguinidad, decide separarse del clan para descubrir la vida que prevalece más allá del clan. Estos miembros, pueden entrar en caos y miedos, como consecuencia del akásico de nuestros ancestros, cuando el que se alejaba de la tribu estaba sentenciado a muerte, pues siempre corría el peligro de ser devorado por algún animal hambriento o bien por otra tribu que lo corrompería y le obligaría a olvidar su verdadero origen.

Aliada a esta perpetuación, aparece otro tipo más del poder inagotable, que se sumerge en los deseos básicos y mundanos de satisfacción al cuerpo, entre los que destaca, el poder sexual. Llegados a este punto y con un histórico a cuestas enquistado y canceroso, el hombre ha utilizado el poder de creación sobre la mujer y la mujer a utilizado su poder manipulador sobre el hombre, ambos para conseguir sus propias metas, la mayoría de las veces, como decíamos por perpetuar “la especie” y otras por simple vanidad. Entre las fuerzas vanidosas, se encuentran aquellas personalidades que interiormente endiosadas o creyéndose tal, buscan constantemente la admiración y sobre todo se engrosan, sintiéndose deseados o deseadas por el prójimo. Por el contrario, también aparece aquí la sumisión ya sea por parte femenina o masculina ya no sólo a la genética, sino a los genitales, como órganos sensoriales que tienen la particularidad de abstraerlos del gran vacío interior producido por todo lo expuesto. En definitiva, llamándole amor a lo que en realidad son sus propias necesidades básicas de placer. Muchas veces sin importar demasiado lo que siente el otro.


Apunte final

En la actualidad, muchos somos los que hemos identificado ya, estos y muchos otros aspectos del poder sobre los demás, por fin, en fase de ser denostado. Como hemos visto, sin importar su procedencia, ya sea física, emocional, mental o espiritual, sobre todos estos vehículos que conforman el Ser Humano en su totalidad. El orden jerárquico, no es más que un respeto y un sentimiento de libertad, no una autoridad ni una imposición. Caminemos libres de la sombra del juicio del uno sobre el otro, así como de nuestra propia exigencia banal y traslademos los potenciales a las causas de desarrollo común.

Para finalizar, podríamos “definir” la expresión del verdadero PODER, como la voluntad interior de conocimiento real de uno mismo, con responsabilidad y consciencia de lo que desencadenan nuestras limitaciones sobre el entorno y con la intención ampliada de ser únicamente juez de sí mismo, desde la aceptación y el amor, penetrando y recorriendo todo este potencial en la conciencia global, al formar para indisoluble de ella. El único poder eficaz y digno, es aquel que cada uno de nosotros ejerce consigo mismo para saber quién es y donde encaja dentro del sistema. Sin juicios a los demás, sin inmiscuirse en el camino del otro, respetando sus opiniones y sus etapas de aprendizaje, preocupándose exclusivamente de sus propios actos y no de los ajenos. Respetando la individualidad y la riqueza en cada una de las formas existentes y siendo conscientes de la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos con respecto a lo que nos rodea.

El poder en sí mismo es esencial para mover los ciclos, ya que es la expresión de la Voluntad de Ser. El poder puede ser constructivo o destructivo, dependiendo de lo que hagamos con él. De cada uno de nosotros dependerá en qué se convierta. Ya conocemos su cara destructiva, ahora nos toca conocer todo lo que puede construir. El poder constructivo nace de la sabiduría.

Por Ma Carmen Millán y Joanna Escuder
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