Desentiéndete del mundo de los objetos.

Pensamientos, percepciones, sentimientos, sensaciones—-no interfieras. Al principio todo lo que podemos hacer es darnos cuenta que interferimos constantemente. La única manera es decir “Sí” a la atracción que viene del trasfondo, que viene de la dulzura.

Simplemente, ábrete a la posibilidad de que lo que nos gusta en cualquier cosa, no es la cosa, sino aquello en lo que la cosa aparece, de lo que es una expresión y una extensión. Abre tu cuerpo ávido, tu mente ávida porque ni el cuerpo, ni la mente pueden conocer la dulzura. La dulzura se conoce a sí misma cuando el cuerpo y la mente dejan de agarrar. Mantente en la espera sin esperar.

Tú eres el amor en todo lo que amas.

Tú eres la belleza en todo lo que contemplas.

Tú eres la inteligencia en todo lo que comprendes.

Tú eres la dulzura en todas las cosas.

Simplemente búscate como esta dulzura. Enfócate en la dulzura y no te apegues a las cosas. Las cosas son la cáscara. La dulzura es en la perla.

No tomes lo que se dice aquí como algo que se puede usar más tarde o como un aforismo de sabiduría interesante. Esto se tiene que probar y experimentar en el momento, ahora mismo. No lo pospongas.

Todos tenemos la experiencia de la dulzura. La mente no sabe donde está. Pero como la dulzura se conoce a sí misma, si la buscamos y soltamos todos los objetos a medida que aparecen, nos sumergiremos en ella, nos fusionaremos con ella, moraremos en ella.

La razón por la que la mayoría de la gente se aparta de ella no es porque es demasiado complicada, sino porque es demasiado simple.

Cada célula, cada órgano de nuestro cuerpo ha sido condicionado para buscar la felicidad afuera. Cuando empezamos a buscar la felicidad pura, comienza el descondicionamiento. No está en el cuerpo, ni en la mente, ni en el mundo.

Y si en algún momento oleadas de alegría impregnan tu cuerpo, no te detengas ahí. Mantén tu atención en la Presencia pura. Deja que el océano de gozo se fusione con esta paz. No estamos interesados en nada que va y viene. No moréis en cosas. Morad en la dulzura de las cosas. No intentéis conservar las cosas. Conservar la dulzura.

Encuentra la dulzura de la cosa que está presente ahora mismo, que está ofreciéndose en este momento. No necesitas crear otra cosa. No necesitas pronunciar el mantra. Puedes ser este momento. No necesitas crear otra cosa. No necesitas pronunciar el mantra. Puedes dejar que el universo pronuncie el mantra de tu parte. El mantra es la cosa. La resonancia es la dulzura.

Simplemente mora en la resonancia de lo que se ha dicho.

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