Neale Donald Walsh: Conversaciones con Dios: Te amo ¿Lo sabes?
Te amo. ¿Lo sabes?
Lo sé. Y Yo te amo a ti.
Me
gustaría volver a mi lista de preguntas. ¡Hay tantos detalles que
quisiera añadir a cada una de ellas! Podríamos escribir un libro entero
sólo sobre las relaciones, lo sé. Pero entonces nunca pasaríamos a mis
otras preguntas.
Habrá otros
momentos y otros lugares. Incluso otros libros. Yo estoy contigo.
Sigamos, pues. Ya volveremos sobre ello si tenemos tiempo.
De
acuerdo. Entonces, mi siguiente pregunta era: ¿Por qué parece que nunca
en mi vida puedo conseguir el dinero suficiente? ¿Estoy destinado a
estar siempre sin un duro y haciendo equilibrios? ¿Qué es lo que me
impide realizar mi pleno potencial en lo que respecta al dinero?
Esta circunstancia no sólo se manifiesta en tu caso, sino en el de muchísimas personas.
Todo
el mundo me dice que es un problema de autoestima; de falta de
autoestima. He tenido a una docena de maestros “nueva era” diciéndome
que esta carencia de todo siempre es consecuencia de una falta de
autoestima.
Resulta una
simplificación muy conveniente. En este caso, tus maestros están
equivocados. Tú no padeces una falta de autoestima. En realidad, el
mayor obstáculo de tu vida ha sido el control de tu ego. ¡Incluso se
podría decir que tienes demasiada autoestima!
Bueno, de nuevo me siento turbado y disgustado, pero tienes razón.
Sigues
diciendo que te sientes turbado y disgustado cada vez que te digo
simplemente la verdad sobre ti. La turbación es la respuesta de una
persona que todavía tiene un ego preocupado por cómo lo ven los demás.
Invítate a ti mismo a ir más allá. Prueba una nueva respuesta. Prueba la
risa.
De acuerdo.
Tu
problema no es la autoestima. Has sido dotado de ella en abundancia.
Como la mayor parte de la gente. Todos vosotros pensáis muy bien
vosotros mismos; como debe ser. De modo que, para la gran mayoría de la
gente, el problema no es la autoestima.
¿Cuál es, entonces?
El
problema consiste en no entender los principios de la abundancia;
unido, normalmente, a un juicio bastante equivocado acerca de lo que es
“bueno” y lo que es “malo”.
Permíteme que te ponga un ejemplo.
No faltaría más.
Tienes
la idea de que el dinero es malo. Tienes también la idea de que Dios es
bueno. ¡Jesús! Por lo tanto, en tu sistema de pensamiento Dios y el
dinero no son compatibles.
Bueno, en cierto sentido supongo que es exacto. Así es como pienso.
Esto
pone las cosas muy interesantes; puesto que, en consecuencia, hace que
te resulte difícil aceptar dinero a cambio de algo bueno.
Quiero
decir que, si consideras que algo es muy “bueno”, su valor en términos
de dinero es menor para ti. Así, cuanto “mejor” es algo (es decir,
cuanto más merece la pena), menos dinero vale.
No
eres el único que piensa así. Toda tu sociedad lo cree. Por eso los
maestros ganan una miseria, y los artistas del porno una fortuna.
Vuestros dirigentes ganan tan poco en comparación con las figuras del
deporte, que consideran que tienen que robar para compensar la
diferencia. Vuestros curas y rabinos viven a base de pan y agua,
mientras llenáis de dinero a los artistas.
Piensa
en ello. Todo aquello a lo que le dais un valor intrínseco os empeñáis
en que se debe poder obtener por poco dinero. El investigador científico
solitario que busca un remedio para el SIDA tiene que mendigar el
dinero, mientras que la mujer que escribe un libro sobre las cien nuevas
maneras de practicar el sexo, edita casetes y crea seminarios de fin de
semana sobre la materia… gana una fortuna.
Sois muy propensos a esta idea de “el mundo al revés”, y ello es consecuencia de un pensamiento equivocado.
El
pensamiento equivocado es vuestra idea del dinero. Lo amáis, y sin
embargo decís que es la raíz de todo mal. Lo adoráis, y no obstante lo
llamáis “el vil metal”. Decís que una persona es “asquerosamente rica”. Y
si alguien se hace rico haciendo cosas “buenas”, inmediatamente os
resulta sospechoso. Decís que es “injusto”.
Así
un medico haría mejor no ganando demasiado dinero, o haría mejor
aprendiendo a ser discreto al respecto. ¡Y no digamos un ministro!
Realmente hará mejor en no ganar montones de dinero, o es seguro que
tendrá problemas.
Como puedes ver, según vuestro modo de pensar, la persona que elige la más alta vocación debe ser la peor pagada…
Hummm…
Sí, “hummm” es correcto. Debes pensar en ello, pues es un pensamiento equivocado.
Creía que no había nada que fuera equivocado o correcto.
No
lo hay. Sólo hay lo que te sirve, y lo que no te sirve. Los términos
“correcto” o “equivocado” son relativos, y siempre que los utilizo lo
hago en ese sentido. En este caso, en relación a lo que te sirve – en
relación a lo que dices que quieres -, tus pensamientos sobre el dinero
son pensamientos equivocados.
Recuerda
que los pensamientos son creadores. De modo que, si piensas que el
dinero es malo, y sin embargo piensas que tu eres bueno… en fin, el
conflicto es evidente.
Ahora
bien: tu particularmente, hijo Mío, muestras en este asunto una
conciencia especialmente acusada. Para la mayoría de las personas el
conflicto no es, ni mucho menos, tan enorme como para ti. La mayoría de
la gente hace cosas que detesta para poder vivir, de modo que no les
molesta ganar dinero con ello. “Mal por mal…”, suelen decir. Pero tu
amas lo que haces con los días de tu vida. Adoras las actividades con
los que los llenas.
En
consecuencia, para ti obtener grandes cantidades de dinero por lo que
haces sería, según tu sistema de pensamiento, obtener “mal> por
“bien”, lo cual te resulta inaceptable. Antes preferirías morir de
hambre que ganar “el vil metal” por un servicio que consideras puro…
como si de algún modo el servicio perdiera su pureza si ganaras dinero
con él.
He aquí, pues, la
auténtica ambivalencia respecto al dinero. Una parte de ti lo rechaza, y
una parte de ti siente no tenerlo. Ahora bien, el universo no sabe qué
hacer con eso, puesto que recibe de ti dos pensamientos diferentes. De
modo que tu vida, por lo que respecta al dinero, va a seguir funcionando
a rachas porque tú sigues funcionando a rachas en relación al dinero.
No
tienes un objetivo claro; no estas realmente seguro de qué es para ti
lo verdadero. Y el universo viene a ser como una gran fotocopiadora:
simplemente produce una serie de copias de tus pensamientos.
Ahora bien: sólo hay una manera de cambiar todo esto. Tienes que cambiar tu pensamiento sobre ello.
¿Cómo
puedo cambiar mi manera de pensar? Mi manera de pensar respecto a algo
es mi manera de pensar. Mis pensamientos, mis actitudes, mis ideas no se
han creado en un minuto. Tengo que suponer que son el resultado de años
de experiencia, de toda una vida de dificultades. Tienes razón acerca
de mi modo de pensar respecto al dinero, pero ¿cómo puedo cambiarlo?
Esta
podría ser la pregunta más interesante de este libro. El método
habitual de creación para la mayoría de los seres humanos es un proceso
de tres etapas que comprende el pensamiento, la palabra y la obra o la
acción.
Primero viene el
pensamiento, la idea generadora, el concepto inicial. Luego viene la
palabra. La mayoría de los pensamientos se transforman en palabras, que a
menudo luego son escritas o pronunciadas. Esto proporciona energía
añadida al pensamiento, lanzándolo al mundo, donde puede ser percibido
por otros.
Finalmente, en
algunos casos las palabras se convierten en acción, y se obtiene lo que
se llama un resultado; una manifestación en el mundo físico de lo que
empezó siendo un pensamiento.
Todo
lo que os afecta en vuestro mundo artificial surge de este modo, con
pequeñas variaciones. Utilizando los tres centros de creación.
Pero aquí se plantea una pregunta: ¿cómo cambiar un Pensamiento Promotor?
Sí,
realmente es una buena pregunta. Y es muy importante; puesto que, si
los humanos no cambian algunos de sus Pensamientos Promotores, la
humanidad podría verse destinada a extinguirse.
El modo más rápido de cambiar un pensamiento raíz, o una idea promotora, es invertir el proceso pensamiento-palabra-obra.
Explícamelo.
Realiza
la acción que quieras que lleve consigo el nuevo pensamiento. Luego
pronuncia las palabras que quieras que lleve consigo tu nuevo
pensamiento. Hazlo bastante a menudo, y enseñarás a tu mente a pensar de
una nueva manera.
¿Enseñar a la mente? ¿Eso no es control de la mente? ¿No es simplemente manipulación mental?
¿Tienes
idea de cómo tu mente ha llegado a tener los pensamientos que ahora
tiene? ¿Sabes que tu mundo a manipulado a tu mente para que piense como
lo hace? ¿No sería mejor que fueras tú quién manipulara tu mente, y no
el mundo?
¿no sería mejor
que pensaras los pensamientos que tú quieres pensar, y no los de los
demás? ¿No estás mejor pertrechado con pensamientos creadores que con
pensamientos reactivos?
Sin
embargo, tu mente está llena de pensamiento reactivo, pensamiento que
brota de la experiencia de otros. Muy pocos de tus pensamientos brotan
de datos producidos por ti mismo, y aún menos de preferencias producidas por ti mismo.
Tu
propio pensamiento raíz respecto al dinero constituye en primer
ejemplo. Tu pensamiento respecto al dinero (el dinero es malo) va
directamente en contra de tu experiencia (¡es estupendo tener dinero!).
De modo que tienes que mentirte a ti mismo acerca de tu experiencia con
el fin de justificar tu pensamiento raíz.
Dicho
pensamiento se halla tan arraigado, que ni siquiera se te ocurre la
posibilidad de que tu idea respecto al dinero pueda ser inexacta.
De
modo que lo que nos interesa es que surjan datos producidos por
nosotros mismos. Y así es como cambiamos un pensamiento raíz, y hacemos
que sea tu pensamiento raíz, y no el de algún otro.
Por cierto: tienes otro pensamiento raíz respecto al dinero que aún no he mencionado.
¿Cuál es?
Que
no hay bastante. En realidad, tienes este mismo pensamiento raíz
respecto a todo. No hay bastante dinero, no hay bastante tiempo, no hay
bastante amor, no hay bastante comida, agua, compasión en el mundo… De
cualquier cosa que sea buena resulta que no hay bastante.
Esta carrera consciente hacia el “nunca-hay-bastante” crea al mundo tal como lo ves.
De acuerdo. Entonces, tengo dos pensamientos raíz – dos Pensamientos Promotores – que cambiar respecto del dinero.
¡Bueno,
dos como mínimo! Probablemente sean muchos más. Veamos… el dinero es
malo… el dinero es escaso… no se puede recibir dinero por realizar la
obra de Dios (en tu caso, este es importante)… el dinero nunca se da
libremente… el dinero no crece en los árboles (cuando en realidad sí lo
hace)… el dinero corrompe…
Veo que tengo mucho que hacer.
En
efecto, dado que no estás contento con tu situación económica actual.
Por otra parte, es importante entender que estás descontento con tú
situación económica actual porque estás descontento con tu situación
económica actual.
A veces se me hace difícil seguirte…
A veces se me hace difícil guiarte…
Escucha: eres Tú quién es Dios. ¿Por qué no lo pones de manera que sea más fácil de entender?
Ya lo he puesto de manera que sea fácil de entender.
Entonces, ¿por qué simplemente no haces que lo entienda, si es eso lo que realmente quieres?
Yo
realmente quiero lo que tú realmente quieras; nada más y nada menos.
¿No ves que ese es el mayor don que te he dado? Si Yo quisiera para ti
algo distinto de lo que tú quieres para ti, y luego llegara al extremo
de hacer que lo tuvieras, ¿dónde queda tu libre albedrío? ¿Cómo puedes
ser un ente creador si Yo dicto lo que vas a ser, hacer y tener? Mi
alegría reside en tu libertad, no en tu obediencia.
De acuerdo. ¿Decías que no estoy contento con mi situación económica porque no estoy contento con mi situación económica?
Tú
eres lo que piensas que eres. Cuando el pensamiento es negativo, se
trata de un círculo vicioso. Tienes que encontrar un modo de romper el
círculo.
Así, una gran parte
de tu experiencia actual se basa en tu pensamiento previo. El
pensamiento guía a la experiencia, que a su vez guía al pensamiento, que
a su vez guía a la experiencia. Cuando el Pensamiento Promotor es
alegre, esto puede producir una alegría constante. Cuando el Pensamiento
Promotor es infernal, puede producir – y de hecho produce – un continuo
infierno.
El truco consiste en cambiar el Pensamiento Promotor. Me disponía a ilustrarte acerca de cómo hacerlo.
Lo
primero que hay que hacer es invertir el paradigma
pensamiento-palabra-obra. ¿Recuerdas el viejo adagio: “piénsalo antes de
hacerlo”?
Sí.
Bueno, pues olvídalo. Si quieres cambiar un pensamiento raíz, tienes que hacerlo antes de pensarlo.
Por
ejemplo: vas andando por la calle y te cruzas con una anciana que pide
limosna. Te das cuenta de que está en los huesos y de que sobrevive día
tras día. Instantáneamente sabes que, por poco dinero que lleves,
seguramente tienes el suficiente como, para compartirlo con ella. Tu
primer impulso es darle algunas monedas. Una parte de ti incluso está
dispuesta a meter la mano en el bolsillo buscando algún billete de mil.
¡Que demonios! ¡Será estupendo para ella! ¡Ayúdala!
Entonces,
aparece el pensamiento. ¿Estás loco? ¡Sólo tenemos dos mil pesetas para
pasar todo el día! ¿Y quieres darle mil a ella? Entonces tu mano
empieza a vacilar.
Otra vez
el pensamiento: ¡Eh, venga ya! ¡No tienes tanto como para que vayas
regalándolo! ¡Por lo que más quieras: dale algunas monedas y lárgate!
Rápidamente
buscas en tu otro bolsillo tratando de sacar algunas monedas. Pero tus
dedos sólo tantean duros y pesetas. Te sientes turbado. ¡Tú, tan bien
vestido y tan bien alimentado, vas a darle a está pobre mujer que nada
tiene unos pocos duros y algunas pesetas!
Tratas
en vano de encontrar al menos una moneda de cien. ¡Ah!, aquí hay una,
en el fondo del bolsillo. Pero entre tanto has pasado de largo,
sonriendo tristemente, y ya es demasiado tarde para volver atrás. Ella
no consigue nada; y tampoco tú consigues nada. En lugar de la alegría de
ser consciente de tu abundancia y de compartirla, ahora te sientes tan
pobre como la mujer.
¿Por qué simplemente no le diste el billete? Tú primer impulso fue ese, pero luego se interpuso tu pensamiento.
La
próxima vez, decide actuar antes de pensar. Dale el dinero. ¡Adelante!
Tienes suficiente, y conseguirás más. Ese es el único pensamiento que te
diferencia de la mujer. Tú sabes con certeza que conseguirás más,
mientras que ella no lo sabe.
Cuando
quieras cambiar un pensamiento raíz, obra de acuerdo con la nueva idea
que tengas. Pero debes actuar con rapidez, o tu mente matará la idea
antes de que te des cuenta. Y lo digo literalmente. La idea, la nueva
verdad, morirá ante ti antes de que hayas tenido la oportunidad de ser
consciente de ella.
Así
pues, actúa con rapidez cuando surja la oportunidad; y, si lo haces
bastante a menudo, tu mente pronto hará suya la idea. Y será tu nuevo
pensamiento.
Creo que algo entiendo. ¿Es a esto a lo que alude el llamado Movimiento del Nuevo Pensamiento?
Si
no lo es, debería serlo. El nuevo pensamiento en tú única posibilidad.
Es tu única oportunidad real de evolucionar, de crecer, de ser de verdad
Quién Realmente Eres.
En
este momento tu mente está llena de viejos pensamientos. No sólo de
viejos pensamientos, sino, en su mayor parte, de viejos pensamientos de
algún otro. Ahora, en este momento, lo importante es cambiar tu mente a
este respecto. En esto consiste la evolución.
Extracto del libro: Conversaciones con Dios de Neale Donald Walsch
Capítulo 11
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