Amor al Odio, Jeff Foster
Dices: ‘Odio la vida’.
Pero, ¿qué es la vida? La palabra es una abstracción, tan amorfa, tan desgraciada. Y, ¿qué es el odio? ¿Qué no acaso el odio es un amor anquilosado?
¿Odias la vida? El inmenso e infinito misterio de la vida, todo lo que es, fue y será, ¿odias la totalidad, odias todo? ¿No es algo demasiado inmenso para odiar? ¿Qué no acaso el odio es demasiado insignificante, demasiado limitado como para contener a la vida?
¿Odias el sol ardiente? ¿El primer resplandor de la mañana? ¿El canto de un ave? ¿Los planetas girando en sus ancestrales órbitas? ¿El sorbo de té que acabas de saborear? ¿La flor que aparece por tu ventana? ¿Cada organismo, desde que nace hasta que muere? ¿La mirada en los ojos de tu abuela de aquel día? ¿Tu propio ser? ¿Odias que tu libertad odie, que tome una actitud hacia la vida y que la viva?
Si realmente odiaras la vida, estarías muerto en este instante, amigo. El odio no puede durar. Una parte de ti aún no se ha rendido, entonces. Una parte de ti debe amar tanto la vida, debe conocer la alegría de estar tan profundamente despierto y vivo para que la otra parte pueda odiarla y expresar ese odio tan libre y tan apasionadamente.
Tú no odias la vida, porque estás vivo, porque eres vida. Tú simplemente sientes ahora el enorme contraste entre cómo estás viviendo, y cómo sabes que puedes vivir. Debes conocer la vida y el amor tan profundamente para que puedas ser capaz de odiar tanto tu presente existencia; debes saber a qué grado estás limitando el gran amor que es posible aquí, desde el maravilloso potencial en el corazón de todas las cosas.
El odio es sólo una búsqueda de amor mal dirigida, la invitación a una transformación radical interna. El amor no tiene opuesto. No puede tener ningún oponente, así como el sol no puede ser quemado por su propia luz, y como una sombra no puede oponerse a un faro.
Ahora comprendo que mi odio hacia la vida cuando era joven era simplemente mi frustrado anhelo de despertar.
Yo odiaba la vida porque la amaba con todo mi corazón.
Jeff Foster
Pero, ¿qué es la vida? La palabra es una abstracción, tan amorfa, tan desgraciada. Y, ¿qué es el odio? ¿Qué no acaso el odio es un amor anquilosado?
¿Odias la vida? El inmenso e infinito misterio de la vida, todo lo que es, fue y será, ¿odias la totalidad, odias todo? ¿No es algo demasiado inmenso para odiar? ¿Qué no acaso el odio es demasiado insignificante, demasiado limitado como para contener a la vida?
¿Odias el sol ardiente? ¿El primer resplandor de la mañana? ¿El canto de un ave? ¿Los planetas girando en sus ancestrales órbitas? ¿El sorbo de té que acabas de saborear? ¿La flor que aparece por tu ventana? ¿Cada organismo, desde que nace hasta que muere? ¿La mirada en los ojos de tu abuela de aquel día? ¿Tu propio ser? ¿Odias que tu libertad odie, que tome una actitud hacia la vida y que la viva?
Si realmente odiaras la vida, estarías muerto en este instante, amigo. El odio no puede durar. Una parte de ti aún no se ha rendido, entonces. Una parte de ti debe amar tanto la vida, debe conocer la alegría de estar tan profundamente despierto y vivo para que la otra parte pueda odiarla y expresar ese odio tan libre y tan apasionadamente.
Tú no odias la vida, porque estás vivo, porque eres vida. Tú simplemente sientes ahora el enorme contraste entre cómo estás viviendo, y cómo sabes que puedes vivir. Debes conocer la vida y el amor tan profundamente para que puedas ser capaz de odiar tanto tu presente existencia; debes saber a qué grado estás limitando el gran amor que es posible aquí, desde el maravilloso potencial en el corazón de todas las cosas.
El odio es sólo una búsqueda de amor mal dirigida, la invitación a una transformación radical interna. El amor no tiene opuesto. No puede tener ningún oponente, así como el sol no puede ser quemado por su propia luz, y como una sombra no puede oponerse a un faro.
Ahora comprendo que mi odio hacia la vida cuando era joven era simplemente mi frustrado anhelo de despertar.
Yo odiaba la vida porque la amaba con todo mi corazón.
Jeff Foster
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