“Los que no se aman a sí mismos como son, de la misma manera rara vez aman la vida tal y como es”

“Los que no se aman a sí mismos como son, de la misma manera rara vez aman la vida tal y como es. La mayoría de la gente ha llegado a preferir ciertas experiencias de la vida y a negar y rechazar otras, sin darse cuenta del valor de las cosas ocultas que pueden venir envueltas en un papel ordinario y hasta horrible. Al evitar todo dolor y buscar la comodidad a toda costa, podemos llegar a quedarnos sin intimidad o compasión, al rechazar el cambio y el riesgo a menudo nos engañamos a nosotros mismos en la búsqueda; en la negación de nuestro sufrimiento nunca sabremos de nuestra fuerza y de nuestra grandeza. O incluso que podemos confiar en el amor que se nos ha dado. Es natural y hasta instintivo preferir la comodidad al dolor, lo familiar a lo desconocido. Pero a veces nuestros instintos no son sabios. La vida por lo general nos ofrece mucho más que nuestros prejuicios y las preferencias que nos permite albergar. Más allá de la comodidad se encuentran la gracia, el misterio y la aventura. Es posible que tengamos que dejar de lado nuestras creencias e ideas acerca de la vida para tener vida.” ― Rachel Naomi Remen
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¿Quién no tiene o ha tenido momentos en la vida en los que ve con claridad que tiene que danzar al ritmo de los cambios? Esos momentos en los que sobreviene una especie de vértigo frente a la sensación de tener que cruzar un abismo fantaseado. Este es un movimiento de un proceso que es universal, compartido por todos los seres humanos, por eso, si no podemos hacer un cambio, tomemos la mano de alguien que nos ayude a cruzar ya que cualquiera lo comprenderá. ¿Quién no tiene algún aspecto personal que detesta? Algunas veces nos volvemos psicológicamente pequeños o inseguros y salta a la vista que no nos amamos. Pero otras personas hacen otras cosas más confusas con sus aspectos rechazados ya que en el intento de ocultar una inseguridad sobrevenida por la falta de amor, visten disfraces de “todo lo puedo” o “me las sé todas”, con la consecuencia de andar por el mundo maltratando a quienes consideran débiles o frágiles. Esta segunda forma de lidiar con los aspectos propios no deseables tan sólo es la otra cara de la misma moneda ya que quién, amándose a sí mismo, podría detestar a los demás.
¿Quién no atraviesa algún momento de comodidad, pereza o desidia? Para algunos estas cualidades no son importantes y no creen que haya que revisarlas. Pero la comodidad nos separa del mundo, nos hace perder el tiempo, es la trampa que nos aleja de lo que duele y “lo que duele” es aquello que precisamos trascender para vivir en la alegría. La pereza, al contrario del no hacer nada por la necesidad de descansar, no es una cualidad divertida que poseen algunos, sino un manto con el que nos cubrimos para ocultar lo que es conveniente transformar.
Y finalmente…¿qué con nuestras creencias, tan sublimes, tan sobre-valoradas? Nos basamos en nuestros juicios para tomar decisiones pasando por alto la angustia que nos provoca la incertidumbre. Creemos en nuestra ideología hasta el punto de rechazar las contradicciones que saltan a nuestra vista sólo para sentirnos seguros, para explicar lo inexplicable y tranquilizarnos, para seguir insistiendo en las cosas que evitan los cambios, aquellos que son absolutamente necesarios para conquistar la paz.
Fanny Libertun

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