El capullo abierto, Fanny Libertun
“Y
llegó el día en que el riesgo que representaba permanecer encerrada en
el capullo era más doloroso que el riesgo de florecer.”
-Anaïs Nin
Parece ser que los cambios emocionales tienen un ritmo particular. La vida se sucede a lo largo de rupturas y reconstrucciones, de “doblar la esquina”, de “cruzar el puente”, de “atravesar puntos de inflexión”, de” tocar fondo” y renacer. Cada vez que aprendemos algo importante acerca de nosotros mismos, tenemos que vencer algún un miedo, actuar con coraje, atrevernos a mirar las cosas desde un lugar completamente original.
Cada vez que nos aferramos a patrones de sufrimiento que nos causan dolor, por lo general no reconocidos, nos parecemos a un brote bien cerrado. Luego se sucede algún hecho catalizador, a partir del cual tendremos la oportunidad de hacernos conscientes del dolor que nos habíamos estado causando ¡a nosotros mismos!
En el momento del cambio es común que surja la duda y el miedo, hasta el momento que nos damos cuenta que es difícil cambial pero mucho más lo es no hacerlo. Si seguimos avanzando con valentía, surge la liberación emocional y un despertar espiritual en una mayor plenitud y bienestar.
El capullo abierto muestra todo lo que nos hemos animado a romper, a exponer, a descubrir, a reconocer. Es el paso necesario a través del cual ponemos a prueba nuestra vulnerabilidad: única forma de conocer exactamente cuál es nuestra fortaleza y cuál nuestra debilidad. El dolor cede su lugar al amor, a estar abiertos hacia los demás, a la felicidad de haber podido comprender que el riesgo de permanecer cerrados a la vida es mayor que el riesgo de abrir. Florecer, entonces, es saber que vale más la pena abrirse que no animarse a atravesar el dolor de haberse abierto.
© Fanny Libertun
-Anaïs Nin
Parece ser que los cambios emocionales tienen un ritmo particular. La vida se sucede a lo largo de rupturas y reconstrucciones, de “doblar la esquina”, de “cruzar el puente”, de “atravesar puntos de inflexión”, de” tocar fondo” y renacer. Cada vez que aprendemos algo importante acerca de nosotros mismos, tenemos que vencer algún un miedo, actuar con coraje, atrevernos a mirar las cosas desde un lugar completamente original.
Cada vez que nos aferramos a patrones de sufrimiento que nos causan dolor, por lo general no reconocidos, nos parecemos a un brote bien cerrado. Luego se sucede algún hecho catalizador, a partir del cual tendremos la oportunidad de hacernos conscientes del dolor que nos habíamos estado causando ¡a nosotros mismos!
En el momento del cambio es común que surja la duda y el miedo, hasta el momento que nos damos cuenta que es difícil cambial pero mucho más lo es no hacerlo. Si seguimos avanzando con valentía, surge la liberación emocional y un despertar espiritual en una mayor plenitud y bienestar.
El capullo abierto muestra todo lo que nos hemos animado a romper, a exponer, a descubrir, a reconocer. Es el paso necesario a través del cual ponemos a prueba nuestra vulnerabilidad: única forma de conocer exactamente cuál es nuestra fortaleza y cuál nuestra debilidad. El dolor cede su lugar al amor, a estar abiertos hacia los demás, a la felicidad de haber podido comprender que el riesgo de permanecer cerrados a la vida es mayor que el riesgo de abrir. Florecer, entonces, es saber que vale más la pena abrirse que no animarse a atravesar el dolor de haberse abierto.
© Fanny Libertun
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