Antiguo Ejercicio Esenio de Purificación y Salud

Párate en medio de la naturaleza viviente, entre el cielo y la tierra.

Siente la tierra bajo tus pies; siente como la tierra te carga y te sostiene.

Siente el cielo infinito sobre ti; te inspira, te mejora, te eleva.

En el cielo, piensa en el origen de tu espíritu y de tu inteligencia.

En el cielo, piensa en el origen de tu alma eterna, de la más elevada conciencia universal.

En la tierra, piensa en el origen de tu alma terrestre, en tu conciencia individual.

Siéntete como una unión viviente entre las fuerzas del cielo y de la tierra, del infinito y de lo que está en desarrollo.
Arrodíllate en la tierra, y con tu mano derecha cava un pequeño hoyo en la tierra.

Coloca las dos manos juntas sobre tu pecho (el corazón místico), en señal de oración y de unión interna con el cielo y la tierra dentro de ti.

En esta postura sagrada, permite que una hermosa luz, la fuerza, la presencia del cielo, fluya a través de ti: el omnipresente Padre de todos los seres vivientes. Imagina una luz diamantina, transparente como el agua pura.

Inclínate con amor sobre la Madre Tierra, y coloca tus manos alrededor del pequeño hoyo. Inclínate sobre la tierra y coloca tu boca entre tus manos.

Ofrécele con tus palabras a la tierra el agradecimiento del cielo a la Madre Tierra; ofrécele también el agradecimiento de tu corazón y, a través de ello, del corazón de la humanidad.

Pronuncia las palabras:
“Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con todo mi corazón, y a través de él del corazón de todos los hombres y las mujeres. Que todos los seres que llevas en tu seno protejan, nutran y bendigan todo lo que crece.”

Acuéstate después sobre la tierra y abandónate sobre ella. Que tu cuerpo y tu alma nacidos de ella sean uno con la Madre Tierra y su oculto esplendor.

Piensa y di:
“Madre Tierra, elimina todas mis enfermedades y mis faltas según tu voluntad, para que pueda recibir la bendición del espíritu divino y trasmitirla a todos los seres vivientes, según tu voluntad”.

Manténte en comunión, en silencio, mientras dejas que la tierra te purifique completamente.

Pónte nuevamente de rodillas y coloca tus manos frente a la rosa solar del corazón.

Piensa en tu espíritu, siente tu alma, y di con tu fuerza vital:

“Con amor y gratitud, te ofrezco mi amoroso agradecimiento lleno de luz.
A la Madre Tierra, gracias;
al agua de la vida, gracias;
al precioso aire, gracias;
al fuego sagrado, gracias;
a los minerales, gracias;
a las plantas, gracias;
a los animales, gracias;
a la humanidad que camina por el sendero de la evolución, gracias;
a todos los ángeles, gracias;
a la inteligencia cósmica que creó mi pensamiento, gracias;
al océano de amor que creó mi sensibilidad, gracias;
a la vida universal que impregnó mi futuro con la semilla de la individualidad, gracias;
a todos los seres del mundo, doy las gracias en Él, la única Fuente que unifica a todos los seres en su origen y propósito”.

Cruza los brazos sobre tu pecho, inclina ligeramente tu cabeza, y pronuncia la palabra de cierre: “Amen”.

Entonces, rellena de nuevo el agujero que cavaste para hablar con la Madre del mundo.

Por medio de la práctica de estos ejercicios, que son totalmente compatibles con nuestra vida contemporánea, notarás que recibes una fuerza de balance y armonía que te permite estar más equilibrado y ser tú mismo en la vida. La técnica de la gratitud permite que uno desarrolle una mayor sensibilidad hacia el mundo superior. No es un sentimentalismo poco saludable, sino un despertar que proviene de una mayor lucidez, más fortaleza, más bondad. Nuestra vida es nuestra vida. Somos nosotros quienes tenemos que vivirla, nadie más. Pero es obvio que para vivir la vida de una forma armoniosa, necesitamos fortaleza y lucidez. La técnica de la gratitud nos permite obtener esto, y aún más.


Uno generalmente siente temor de la sensibilidad, porque piensa que mientras más sensible sea una persona, más infeliz y enferma estará. Por supuesto que si el agradecimiento no se expresa de la forma correcta puede enfermar, porque las energías no están dirigidas hacia el espíritu del cielo, sino que permanecen inconscientes y en forma demasiado personal. Quien piensa que él o ella es el centro del mundo, cuando da las gracias solamente expresa una frase muerta educada y convencional, para esconder el verdadero ser que él o ella es, por la pura apariencia.


El verdadero agradecimiento abre la percepción de la belleza, de la sabiduría, de la grandeza y del amor. Si un ser humano ya no percibe la realidad de mundo superior omnipresente, está perdido. Es solo cuestión de tiempo que la caída sea inevitable. Sólo el cultivar correctamente una mayor sensibilidad pueden llevar a la humanidad hacia una verdadera evolución de luz y armonía, y permitirle superar todas las pruebas y las tentaciones.

Una fuente de bienestar y de gran beneficio para la vida es ofrecerse a sí mismo unos momentos de soledad en los que se pueda cultivar la armonía y el bien original en calma y en silencio, y cuando pueda pronunciarse la mágica frase del gran agradecimiento. Luego podemos compartir esto con otros a través de simples actos, de palabras amistosas, de cálidas sonrisas llenas de luz que provienen de un mundo donde lo humano reina.

Olivier Manitara
http://hermandadblanca.org/2010/07/26/antiguo-ejercicio-esenio-de-purificacion-y-salud/

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