Afinación Semanal Kabbalah: Escucha
Del 15 al 21 de abril de 2012
La mayoría de nosotros fuimos suficientemente afortunados para ser bendecidos con la capacidad de oír, pero ¿cuánto escuchamos realmente? Te sorprendería la frecuencia con la que recibimos soluciones a nuestros problemas, pero estamos tan ocupados hablando que no podemos detenernos a escucharlas. ¿Cuán a menudo nos encontramos pensando más en lo que vamos a decir que en escuchar lo que otra persona nos está diciendo?
Generalmente, las palabras entran por un oído y salen por el otro. La importancia de escuchar a los demás es algo que siempre han comprendido las personas de alto nivel espiritual. Indiferentemente que la gente esté en lo correcto o no, tenemos la responsabilidad de escucharlos. Si no cumplimos con esta responsabilidad, ¿cómo podemos esperar que los demás nos escuchen? Había un gran sabio que, al final de sus días, estaba tan enfermo y débil que sólo podía susurrar. Sin embargo, continuó instruyendo a sus estudiantes, quienes se sentaban muy cerca de él. Un maestro de su localidad fue a observar esto. Vio al gran sabio susurrando, a veces durante horas, mientras sus estudiantes se inclinaban para acercarse a escuchar. "No entiendo", le dijo el maestro a uno de los estudiantes. "En mi templo, si hablo más de 30 minutos, quieren sacarme del púlpito. ¡Ustedes no sólo escuchan a su maestro por muchas horas, sino que lo escuchan a pesar del hecho de que apenas puede hablar!". "Escuchamos atentamente y por mucho tiempo", le contestó el estudiante, "porque sabemos que si uno de nosotros tuviera que hablar con nuestro maestro y tuviéramos que susurrar, él se inclinaría a escuchar lo que tenemos que decir por tanto tiempo como fuera necesario". Si queremos alcanzar un nivel donde seamos escuchados, entonces enfoquémonos en escuchar cuidadosamente a los demás. Esta semana, busca maneras de ser un mejor oyente. Aprende a escuchar y no sólo a hablar. Cuando abrimos nuestros oídos, abrimos nuestros corazones para verdaderamente relacionarnos con los demás. Todo lo mejor, Yehuda |
Comentarios