¡Afinemos la percepción, es preciso!

por Flávio Bastos - flaviolgb@terra.com.br

Traducción de Teresa - teresa_0001@hotmail.com

El verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar tierras nuevas, sino en mirar con ojos nuevos (Marcel Proust)

Percibimos, es decir, entendemos y distinguimos el mundo a nuestro alrededor, a través de lo que captamos por los órganos del sentido. Por tanto, comprendemos nuestra realidad por la percepción sensorial que reúne las funciones de la vista, oído, olfato, gusto y tacto, por las cuales el hombre y los animales reciben las impresiones del medio ambiente.

Este es el paradigma por el cual estamos condicionados a partir de la aparición de la especie humana en el planeta Tierra. Modelo de percepción de la realidad intrínsecamente asociado al modus vivendi de nuestros primeros antepasados, que desarrollaron los órganos del sentido en función de la sobrevivencia en un mundo de naturaleza salvaje.

Desde entonces, hemos ido desarrollando la inteligencia a través de la extraordinaria capacidad de crear, inventar y descubrir. La capacidad de percibir, no obstante, permanece casi al mismo nivel de la de nuestros antepasados, o sea, muy ligada todavía a las necesidades de sobrevivencia…

En los últimos siglos, la filosofía, las religiones reencarnacionistas, el psicoanálisis, la poesía, la música, el cine y el arte en general, han añadido calidad a la forma en que percibimos la vida desde de un ángulo diferente. En ese sentido, la profundidad del pensamiento, la sutileza y la sensibilidad han ganado terreno en un mundo hasta entonces dominado por el poder del materialismo.

Con la aparición del Espiritismo de Allan Kardec, que con el paso de los años se ha convertido en ciencia, filosofía y religión, la percepción del hombre occidental se ha abierto hacia su naturaleza interdimensional. La teoría de la inmortalidad del alma surgió para añadir conocimiento a la percepción lineal o unilateral de la vida, cuya creencia se basa en lo que captan de nuestra realidad física los órganos del sentido.

A partir de finales del siglo XX la mediumnidad – o percepción suprasensorial –, otrora perseguida y quemada en las hogueras de la inquisición, pasa a ser tenida en cuenta por la medicina, que la reconoce como un estado alterado de conciencia no patológico.

A finales de la segunda mitad del siglo XX, las psicoterapias que lidian con la interdimensionalidad humana en sus metodologías, aparecen en el escenario mundial con la certidumbre de que el espíritu ha reencarnado en distintos cuerpos físicos durante sucesivas vivencias en la Tierra.

La medicina alternativa gana fuerza y espacio como opción de tratamiento para desequilibrios psíquicos que hasta entonces eran tratados y controlados convencionalmente. Surgen tratamientos sutiles más profundos, que tocan el alma humana en la búsqueda del origen del dolor y del sufrimiento.

Con los significativos cambios verificados en las últimas décadas, se altera la percepción de los que se encuentran implicados en la interacción terapéutica que investiga, en la interdimensionalidad del individuo, la esperanza de cura. Una nueva opción de tratamiento descortina los velos del pasado y eleva la verdad de cada uno a la luz de la conciencia…

Con todo, si permanecemos condicionados a un modelo perceptivo fundamentado en la realidad física y concreta, no percibiremos lo que transita dentro y fuera de esa realidad llamada material. Y cuando estemos puestos frente a una persona, observaremos solamente lo que ella representa superficialmente. Basados en aquello que creemos, observaremos a este individuo conforme a un conjunto de creencias que determina – y limita – nuestra percepción sobre lo que se está analizando, es decir, el inconsciente humano y los orígenes infantiles de sus desequilibrios.

Por tanto, ha llegado el momento de que las ciencias del comportamiento humano evolucionen hacia un currículo académico que estimule a los futuros terapeutas a desarrollar una capacidad perceptiva que escape a los patrones habituales y penetre en el campo de la interdimensionalidad humana.

El paradigma materialista, que percibe al hombre como principio (nacimiento, infancia); mitad (adolescencia, madurez) y fin (vejez, muerte), no contempla la comprensión del psiquismo humano en su forma amplia y real.

En tal sentido, la percepción suprasensorial, o sea, la percepción que supera el nivel sensorial común, se convierte en meta de todo psicoterapeuta que desea liberarse del modelo materialista, que condiciona la investigación del inconsciente humano limitándola a la infancia del individuo.

No olvidemos que, para afinar nuestra sensibilidad perceptiva, no necesitaremos requisitos previos. Nos basta la voluntad de modificar el ángulo de visión de la vida. A partir de esa decisión – y dirección a seguir – muchas puertas se abrirán en el sentido de adquirir nuevos conocimientos y preparación para lidiar terapéuticamente con la naturaleza interdimensional del hombre.

A título de sugerencia, relacionamos seguidamente algunas indicaciones básicas para quienes deseen redimensionar su percepción sobre la vida y sobre el ser humano que tienen ante sí en el consultorio de psicoterapia.

Estudiar el Espiritismo y frecuentar un curso de desarrollo mediúmnico. Asistir a conferencias de médicos y psicólogos espíritas. Inscribirse en cursos de formación psicoterapéutica cuyo currículo contemple la regresión de memoria a vidas pasadas. Participar en seminarios, congresos, etc., con el objetivo de actualizar y reciclar conocimientos. Frecuentar grupos de estudios con la finalidad de intercambiar experiencias e interactuar con los demás terapeutas. Informarse constantemente a través de literatura y textos afines.

Recordemos siempre que una percepción afinada se adquiere con la mente abierta y receptiva hacia nuevos conocimientos. Saberes que expanden la conciencia y afirman al ser inteligente en el equilibrio de su interdimensionalidad.

www.flaviobastos.com

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