Virginia Gawel: Llegar del otro lado del dolor

Imagen: "Despertar", de Marco Tulio
Transitar un duelo es difícil. Y la vida nos propone duelos por demás: una pareja que termina, los hijos que se van, el cuerpo que pierde habilidades, lugares que ya no volveremos a ver, animales queridos, tantas, tantas cosas... Además hay duelos por asuntos invisibles: resignar no sólo lo que ya fue, sino lo que nunca ha sido: anhelos incumplidos, proyectos que no llegaron a realizarse, amores truncos aún antes de empezar...

Es parte vital de la tarea humana atravesar esos dolores, más grandes o más pequeños. Como aquellos que caminan sobre brasas, estamos llamados a cruzar este dolor, aunque queme, para pasar al otro lado. ¿Y qué hay del otro lado? Difícil es concebirlo mientras estamos aún en carne viva. Pero si nos animamos a seguir caminando, del otro lado nos pueden esperar distintas preciosuras: templanza, integridad, comprensión, madurez, apertura, claridad, y... (quién sabe!), a veces Alegría. Una Alegría que no es ortopédica, no es postiza, pues nada externo la provoca. Es legítimamente interna: una rara inflorescencia que se abre paso entre las viejas espinas.

Si lo has vivido alguna vez, bien lo sabrás (con sólo rememorar, seguramente hallarás en tu haber esta experiencia... Y hasta es posible que sientas compasión y cariño por ese doliente que has sido...). O bien, si lo que estás viviendo es el dolor, al menos tal vez puedas darle la oportunidad a que algo Nuevo germine del ese amargo terreno. Ojalá que así sea, para cada uno de nosotros.

Convido esta maravillosa poesía del español José Hierro y te pregunto: si ya has podido llegar a ese "otro lado del dolor", ¿qué hallaste? ¿A partir de qué pérdidas? ¿Qué dones dejó en tu corazón el duelo transitado y el trabajo sobre él hecho? (Así aprendemos, como siempre, todos de todos.)

Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía.)

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.

Virginia Gawel
www.centrotranspersonal.com.ar 

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