Personas difíciles: ser un termostato, no un termómetro


Nosotros queremos ser felices, pero hay muchos que no nos dejan. Queremos estar en paz, pero algunas personas difíciles nos desobedecen y además… ¡no desparecen, no enferman, no mueren, no se van a vivir a otra parte! Otros tampoco se van de nuestras vidas simplemente porque son nuestros padres o nuestras ex parejas con las que compartimos hijos. Esto quiere decir, sencillamente, que para lidiar con los difíciles no nos queda otro camino que trabajar en nosotros mismos.

Para ello necesitamos aprender a no responder como termómetros que suben su temperatura reaccionando al ambiente impulsivamente, sino a regularnos como termostatos. Cuando estamos distraídos en sentir sólo enojo o ira, los demás nos provocan y nosotros terminamos reaccionando mal frente al caos que les pertenece a ellos. Si estamos constantemente trabajando en nuestra propia conciencia, en la compasión y en nuestra presencia atenta, será mucho más fácil establecer el tono de una interacción sana respondiendo a las provocaciones, pero no reaccionando desde las peores posiciones.

Nos cuesta comprender que las reacciones inadecuadas de los otros tienen que ver con su ignorancia o con su falta de salud mental. Imaginen los actos negativos de la persona como una enfermedad. Si estuviéramos frente a una persona que está en su cama porque está enferma, lo más probable es que seamos tolerantes con ellos, incluso que les ofrezcamos ayuda, mientras mantenemos una buena distancia para no contagiarnos. Cuando alguien está vomitando basura en nuestra dirección, vemos que está enfermo, le deseamos el bien, pero mantenemos nuestros límites y espacio.

Cada uno de nosotros necesita hacerse cargo de su parte, tomemos en cuenta que a veces nosotros mismos somos las personas difíciles para otros y que todo el que se convierte en alguien imposible de tratar está sufriendo. Todos estamos inmersos en causas y consecuencias que producen hechos de violencia en las relaciones. Thich Nhat Hanh, gran maestro budista, dice que gastar tiempo en rumiar en cómo fuimos perjudicados es como encontrar su hogar en llamas y salir a buscar al sospechoso en lugar de apagar el fuego.

Como siempre, bueno es encontrar algún tipo de equilibrio, aunque con las personas difíciles resulte muy difícil. Bueno será comprender lo que sucede para evitar que siga sucediendo, pero también lo es “dejar ir” para no generar resentimiento y toxicidad en nuestras vidas. Alguien nos puede querer donar su basura, pero no tenemos porqué guardarla. Si hay una lección en ello, conservarlo hasta comprenderlo, pero dejar ir el resto.

Lic. Fanny Libertun
http://www.psicologiadelacompasion.org/

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