Jeff Foster: La quietud dentro del caos
Te duelen las piernas. Has estado de pie todo el día. Estás en una larga fila esperando comprar tu billete. Acaban de anunciar que tu tren está demorado.
Sientes cómo aumenta la frustración. Hay impaciencia, molestia, agresividad.
De pronto recuerdas, estás respirando. Y es Ahora. Y sientes los pies cansados en lugar de pensar en ellos. Les regalas un poco de tu atención, que es amor. Y sientes la frustración en tu pecho y vientre en lugar de tratar de eliminar esas inocentes sensaciones.
Y sientes el peso de tu cuerpo, la forma en que suavemente reposa en la gravedad, sostenido por la tierra sagrada. Y sientes que tu vientre se expande, lentamente, elevándose en la inhalación. Cayendo en la exhalación. Y todos los sonidos que te rodean ahora son inocentes; eres un suave micrófono. Y los pensamientos que zumban alrededor de tu cabeza, son apenas pequeñas aves, entonando sus canciones, aleteando. Y todo está bien. Todo está bien. Todo está presente. Todo está bien.
Y encuentras gratitud otra vez. Estás vivo, se te ha dado un día. Un día para vivir. Un día para respirar y saborear la experiencia humana, para probar su dolor y su alegría, su felicidad y su aburrimiento, su frustración y su prisa, su zumbido, su torpeza y su estruendo y sus tirones y su caos.
Ya te has rendido. Y te encuentras en el tren rumbo a casa, confiando en algún misterioso y antiguo plan.
Jeff Foster
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