Fanny Libertun: Ser Auténticos
Podemos ver que cuando una persona vive con sinceridad la mayor parte del tiempo el bienestar que siente la acerca bastante a lo que podría ser una buena definición sobre la salud mental. Pero.....ciertas emociones difíciles tienen raíces profundas en nuestro ser impidiéndonos llegar a la verdad sobre nosotros mismos. Esas emociones nos parecen pequeñas, inofensivas o molestas pero nos confrontan permanentemente con nuestra ignorancia y con nuestros dolores, tal vez sea por esto que no les prestamos atención. A pesar de sentirlas desde pequeños, no nos damos cuenta lo mucho que ellas gobiernan nuestras vidas si no nos habituamos a escucharlas.
Podríamos decir que ningún ser humano está a salvo completamente de estos viejos esquemas que hunden sus raíces en el tiempo, incluso en el que transcurría antes de nuestro nacimiento. Ni los padres, ni los maestros, ni los terapeutas, ni los maestros espirituales están completamente a salvo de estos hábitos cuyas consecuencias –si se mantienen inconscientes- serán trasladadas con seguridad a la vida de cada quien, a la tarea que cada cual ejerza.
Los viejos restos emocionales viven en las cosas que ocultamos, se ven con claridad en los momentos en los que nuestros benditos errores nos hacen perder la paciencia y, sobre todo, cuando sentimos vergüenza o rechazo si alguien nos hace notar algo que hacemos mal. Si no reconocemos la verdad de nuestros dolores derivados de los abusos sufridos, comenzamos a sentir esa presión que emana de tener que mentir, guardar secretos u ocultar información tanto ante los demás como ante nuestros propios ojos.
Podemos vivir sin presiones ni prisiones psicológicas autoimpuestas, pero para ello será necesario hacer ciertas cosas, pagar un precio, hacer sacrificios. Podemos liberarnos de nuestras propias prisiones sólo cuando nos animemos a escuchar ideas nuevas, a replantear creencias, a conectarnos realmente con lo que sentimos sin engañarnos, a verbalizar lo que pensamos para escucharnos, a abrir el corazón –con miedo o sin miedo. Necesitamos salir, como se dice ahora, del “espacio de confort”, aquel espacio en el que erradamente nos sentimos seguros, a salvo de críticas y por fin... ¡Perfectos! ...Tal y como nos exigieron que seamos justamente aquellos que nos maltrataron.
Fanny Libertun
http://www.psicologiadelacompasion.org/
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