La revelación de la unidad: El mito de la Mente, Jeff Foster

Hoy vamos a hablar de la posibilidad de que termine la incesante búsqueda de la mente, de que se acabe esa incesante búsqueda de algo más.
No es porque a la mente le interese oír hablar de eso, porque a la mente no le apetece dejar de buscar pues, mientras busca, se mantiene viva. Por tanto, lo que menos le apetece a la mente es dejar de buscar porque, para la mente, ¡el final de la búsqueda es la muerte! El final de la búsqueda no le aporta nada que hacer y la mente siempre quiere tener algo que hacer.
Por tanto, hoy vamos a comentar algo que le puede resultar frustrante a la mente. Durante estas horas, no le vamos a dar a la mente nada que hacer, aunque ella no dejará de intentar hacer algo. ¡Siempre lo intenta! Pero eso no tiene nada de malo, es perfectamente adecuado, es lo que se supone que debe hacer la mente. Llevamos mucho tiempo intentado luchar contra la mente y esa lucha no ha servido de nada.
Toda esta búsqueda espiritual -dado que la búsqueda espiritual no es más que una prolongación de ese pasarse toda la vida en busca de algo más- está basada en el supuesto de que hay algo que no funciona, de que hay algo en todo esto -en esto que está sucediendo ahora mismo- que no encaja. Esta búsqueda siempre está orientada hacia un futuro: hacia una futura liberación, hacia un futuro despertar, hacia una futura iluminación, hacia una futura felicidad…. No resulta extraño, entonces, que la mente nunca se sienta satisfecha: ¡el futuro nunca llega! Y nos quedamos con esa sensación de querer algo, de que nos falta algo. Aún así, seguimos buscando, buscando y buscando… pero ¿qué es lo que queremos realmente si no es que se termine esa sensación de no acabar de estar satisfechos?
La mente nunca podrá darse cuenta de que esa búsqueda incesante es precisamente la causa real del problema, lo que aporta esa sensación de separación, de falta de plenitud.
La búsqueda parte de la base de que somos individuos, de que estamos, de algún modo, desligados de la vida, de la Unidad. Lo que la mente nunca alcanzará a ver es que todo esto, lo que está aconteciendo ahora, es una perfecta expresión de la Unidad.
Al escuchar eso, la mente dice: “¡Es imposible que sea tan fácil! Eso que llaman liberación debe de costar algún esfuerzo, ¿no?”. ¡Como la mente tiene que esforzarse para todo lo demás, piensa que, mediante el esfuerzo, también puede conseguir lo que no implica esfuerzo alguno y que puede hallar el fin de la búsqueda buscando!
Por tanto, hoy no vamos a hablar de ningún tipo de esfuerzo ni de ningún tipo de comprensión intelectual. No se trata de comprender ni éstas ni ninguna otra palabra, la verdad. No se trata de adquirir conceptos nuevos ni de desprendernos de los viejos. Los conceptos están bien tal y como están. ¡Ya os basta con todos los que tenéis! ¡Qué cantidad de conceptos hemos ido acumulando a lo largo de los años!
En definitiva, la mente no quiere ni oír hablar de que no hay nada por alcanzar, de que Esto es todo lo que hay, de que esto que sucede ahora mismo es lo único que podía suceder y de que aquí mismo se encuentra la libertad que la mente jamás podrá encontrar a través de la búsqueda.
La mente piensa que puede buscar el camino que la conduzca a la libertad, que puede hacer algo por alcanzar la libertad, que hay que esforzarse para alcanzar la libertad… ¡y hasta que la libertad se puede alcanzar! En realidad, esto implica que no está aquí, ¿verdad? Sin embargo, el secreto es que está aquí, que siempre lo ha estado y que, desde un principio no ha existido más que libertad. A pesar de todo, esta búsqueda ha representado su papel a la perfección. La libertad y la claridad siempre han estado aquí, mirándonos de frente. Cuando éramos recién nacidos, lo veíamos así. De adultos, simplemente nos hemos confundido un poco.
Cuando la mente se entera de esto, pregunta: “Si el problema es la búsqueda, ¿qué puedo hacer para acabar con ella?”. ¿A que os suena?: “¿Qué puedo hacer para poner fin a esta búsqueda incesante. A esta búsqueda inacabable, que siempre persigue algo más? ¿Qué puedo hacer para acabar con esta sensación de carencia, con esta sensación de que, por una u otra razón, este momento no es… perfecto?”.
Este mensaje puede resultarle frustrante a la mente, ¡pero no te preocupes! Si eso es lo que te está sucediendo, es lo que se supone que tiene que suceder. La mente no quiere tirar la toalla, ¡pero tampoco te preocupes! No tiene por qué tirarla. Porque, en realidad, la mente ni siquiera existe: sólo hay pensamientos que surgen en ese instante. Eso es lo único que hay: pensamientos que surgen junto con los sonidos de esta habitación, con el latido del corazón, con la respiración y con las sensaciones… ¡la sensación del trasero sobre la silla! Pero la mente insiste: “¡Con eso no basta!” No te preocupes: es lo que se supone que tiene que hacer, ése es su trabajo. Y hace muy bien su trabajo.
En este instante, el corazón está latiendo, van surgiendo pensamientos y hay movimiento en la sala, pero no existe ningún sujeto que esté provocando todo esto. Ése es el secreto. En esta sala, precisamente, se está produciendo una expresión perfecta de la Unidad. Sin embargo, nosotros nos dedicamos a buscar esa perfección ahí fuera, en el futuro. De todos modos, todo eso es absolutamente apropiado: aquí no se trata de criticar la búsqueda, sino de plantear la posibilidad de que pueda llegar a su fin, aunque no como una posibilidad futura.

 Jeff Foster‬

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