El reconocimiento, Norberto Levy.
"Todos sabemos lo
bien que nos sentimos cuando alguien reconoce que hemos hecho algo bien o
nos dice simplemente que le ha gustado, y sin embargo esa actitud no
está disponible ni en los otros ni en nosotros. Vale la pena entonces
que la miremos en detalle para comprender esta perturbación, que trae
dolor y sufrimiento evitable"
Existen muchas causas
que convergen. Algunas son creencias generalizadas y otras son
distorsiones psicológicas y frecuentemente coexisten y se asocian. Las
examinaremos una por una.
"No hace falta que le diga nada porque sólo está cumpliendo con su deber"
El hijo trae una buena
calificación, la esposa hizo las tareas domesticas, el marido consiguió
el dinero para las vacaciones, y quien recibe esas acciones no dice nada
porque el otro sólo está cumpliendo con su deber.
Esta creencia es típica de las personas exigentes.
"Si le digo cuánto me gusta o cuán importante es para mí se va a agrandar (se va a crecer)"
Esto ocurre cuando hay un tema de poder en juego y en ese marco siento que reconocer lo valioso que recibí me expone a perder.
El tema central aquí es
la relación de poder. Cuando está presente en una proporción
significativa daña seriamente cualquier intercambio amoroso. En esa
atmósfera no puedo mostrar mi necesidad, es difícil que pueda decir: ¡Te
extraño! porque significa mostrar mi necesidad y temo ser dominado o
manipulado a partir de dicha necesidad: ¡ va a hacer lo que quiere
conmigo!
Incluso hay frases
populares que expresan esta vivencia :"El pez por la boa muere..." Es
decir el haber abierto la boca, atraído por la carnada, hizo que quedara
atrapado por el anzuelo.
Oro componente vinculado
con esta perturbación es la relación conquistador-conquistado. Esta
calidad de vínculo tiene características que le son propias. El
conquistador es pródigo en reconocimientos para halagar y quien está en
el rol del "sujeto a conquistar" siente que cuando menos consienta más
activa el deseo del conquistador.
Aquí es necesario
distinguir el conquistar como primer paso para acceder a un acercamiento
del conquistar por el conquistar mismo. Algo similar vale para el otro
rol: estar en el rol de "lo conquistable" como un primer momento de un
encuentro o como una forma habitual de comunicarse.
Aunque es obvio no está
demás reiterar que el segundo caso es una fuerte distorsión psicológica
en la manera de vivir una relación.
"Si reconozco lo valioso se va a achanchar (se pondrá perezoso)"
Creo que el estímulo
para el mejoramiento es el reclamo y entonces imagino que el otro al oír
el reconocimiento va a decir: " yo me esmeraba para obtener su
reconocimiento, ahora que lo obtuve no hace falta que siga esmerándome".
Esta creencia también es propia de la actitud exigente.
El temor al sentimiento no correspondido:
El sentimiento es sin
duda una fuente importante de dolor. El tema aquí es la intensidad de su
presencia en cada uno. Cuando necesito mucho el reaseguramiento
afectivo quedo hipersensible a cualquier gesto que pueda significar ese
rechazo tan temido, y cuando dos hipersensibles al rechazo se juntan se
activa fácilmente ese círculo vicioso que consiste en que un gesto
ambiguo de "a" significa rechazo para "b" que entonces se retrae
rechazando, lo cual retrae más a "a", y así sucesivamente.
La primera víctima de este desencuentro es el reconocimiento. Es una puerta que cierra otra puerta, que cierra otra puerta, que cierra otra puerta...
En este tipo de vínculo
es especialmente necesario recuperar la capacidad de expresar el
reconocimiento de lo valioso del otro para mí pues esa actitud es la que
inicia el círculo virtuoso del reconocimiento. Cuando el otro reconoce
algo valioso de mí, hace que me sea más sencillo reconocer lo valioso de
él. Es una puerta que abre otra puerta, que abre otra puerta, que abre
otra puerta...
Que el otro reconozca lo
valioso de mí es un componente básico de la nutrición psicológica y
proveer de ese nutriente es una de las funciones importante del vínculo.
Por esta razón es muy útil que cada relación observe cómo está presente
el reconocimiento recíproco y, en el caso que esté interferido,
descubrir cuáles son sus perturbaciones y crear las condiciones para
recuperar en plenitud la alegría de reconocer y sentirse reconocido.
Cuando el
reconocimiento tiene el camino despejado uno puede descubrir que no sólo
uno se nutre al recibirlo sino también, y en igual o mayor medida, al
poder brindarlo."
Norberto Levy. La sabiduría de las emociones. Ed.: Sudamericana.
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