Crear a partir de las diferencias, Juan Antonio Currado

Tenemos el impulso y la necesidad de vivenciar nuestra unión con los otros, de sentirnos parte de algo más… sea esto una pareja, amigos, familia, una comunidad, al resto de la naturaleza y del Universo. Desde el mítico pasado, cuando salimos de la propia caverna y descubrimos a otros diferentes, estamos moldeando nuestro modo de relacionarnos con nosotros mismos y con el entorno.

En esa búsqueda del sentirnos parte de… solemos complicarnos cuando irrumpen lo distinto entre unos y otros.

Cuando las diferencias molestan es habitual negarlas, reprimirlas o tolerarlas.
Sí se las niega o reprime, el costo de estar junto a otro se paga con el sacrificio de la propia individualidad; el resultado es una uniformidad que causa más tristezas que alegrías.
Después de saberse las perjudiciales consecuencias de negar o eliminar las diferencias, se intenta tolerarlas; aunque tolerar es aguantar algo que se supone que no debería existir… pero ya que existe se lo aguanta hasta que se explota. Hacer esto es mejor que negarlas o eliminarlas, aunque sigue dándosele a las diferencias una connotación negativa.

Sin embargo, las diferencias son imprescindibles semillas de oportunidades. Sin ellas, por ejemplo, no podría ahora estar escribiendo ni ustedes leyendo esto; las palabras están formadas por letras que tienen en común ser parte de un mismo alfabeto; pero gracias a que cada una es diferente podemos hacer infinitas combinaciones y creamos palabras.
Es a través del calidoscopio de las diferencias que se expresa nuestro potencial.

¿Que hacer entonces con las diferencias?

Podemos aprender de la naturaleza. Ella conserva la unidad funcional de sus elementos integrándolos y coordinándolos como partes de un Todo que realiza actividades cada vez más elevadas, numerosas y complejas. Por ejemplo: El reino vegetal incluye, integra y trasciende las características del reino mineral; a su vez el reino animal incluye, integra y trasciende las cualidades del reino vegetal.

Es interesante el hecho de que cuando se incluye, integra y trasciende las diferencias emerge una creación original imposible de predecir; tan imposible como, supongo, habría sido descubrir las características del agua antes que se produjera el primer encuentro creador entre la molécula de oxigeno y las de hidrógeno.

Todos necesitamos del otro, ninguno de nosotros tenemos todo resuelto. Cuando con autenticidad reconocemos el potencial y las limitaciones que nos son propias… podemos entonces ver y considerar al otro como necesario diferente y complementarnos solidariamente en un genuino encuentro.

La tarea de complementarnos solidariamente es la oportunidad para que cada parte (en tanto expresión de la misma Unidad) pueda celebrar su diversidad y descubrir la comunidad creativa existente en la integración de las singularidades. El otro diferente es alguien imprescindible para el diálogo, es un compañero igualitario integrante del mismo equipo en la aventura de explorar nuevas posibilidades.

La complementariedad solidaria es el nuevo paso en la evolución de la consciencia; significa reconocernos como únicos, valiosos e irrepetibles, y al mismo tiempo darnos cuenta que cada uno somos partes igualmente necesarias en la misteriosa trama de un Todo que nos incluye y trasciende.

Juan Antonio Currado
Lic. en Psicología, Universidad de Buenos Aires.

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