Aprenda a vivir sin depender de lo material
Todos sabemos que el secreto de la
felicidad no reside en tener cada día más cosas. Pero a veces se nos
olvida. Secretos para viajar por la vida sin maleta.
Para poder cambiar hay que soltar las anclas, renunciar al equipaje, dejarlo atrás; para alzar el vuelo necesitamos soltar tanto peso, tantas cosas innecesarias que llevamos acumulando por años y hasta por generaciones. Todas estas cosas materiales acumuladas son un reflejo de nuestro ego transformado en apego. Comience a soltar, a dejar caer, a romper paradigmas y creencias internas condicionantes que le hicieron creer que para ser feliz usted tenía que tener apego, no libertad.
Para poder cambiar hay que soltar las anclas, renunciar al equipaje, dejarlo atrás; para alzar el vuelo necesitamos soltar tanto peso, tantas cosas innecesarias que llevamos acumulando por años y hasta por generaciones. Todas estas cosas materiales acumuladas son un reflejo de nuestro ego transformado en apego. Comience a soltar, a dejar caer, a romper paradigmas y creencias internas condicionantes que le hicieron creer que para ser feliz usted tenía que tener apego, no libertad.
Juan Emilio, a los 18 años, sólo quería
ser feliz. No pedía más. Claudia, un poco menor, estaba realmente
conectada con lo esencial. Después de las vacaciones por el Tairona,
juró nunca renunciar a la simpleza de la Sierra. Juntos, llenos de amor y
totalmente vaciados económicamente, dieron comienzo al camino de la
vida como pareja.
Pero no cumplieron el itinerario de sus
sueños sino el de la sociedad. Para ser felices era necesario acumular
información, estudiar una carrera, tener títulos, papeles, palabras de
otros que, puestas en sus bocas, parecieran importantes conceptos;
después tendrían que comprar un apartamento para tener un nido digno,
aunque quedaran 15 años encarcelados económicamente.
Ellos mismos, ya contaminados,
concluyeron que, para ser felices, tendrían que llenar ese hogar de
aparatos, carros, libros, cosas muertas y miles de chucherías y
recuerdos. Pasaron los años y decidieron que la felicidad, entonces,
vendría con los hijos. Y los trajeron al mundo para criarlos como Dios
manda. Para realmente amarlos, los tendrían que abandonar; él saldría de
casa a trabajar desde el amanecer y regresaría de noche, a tumbarse en
un sofá, lleno de dudas y frustraciones, y ella, aun después del
trabajo, seguiría con la doble jornada de casa hasta el agotamiento.
Juan y Claudia extraviaron su ser en el
hacer y luego en el tener, para lograr el parecer. Se llenaron de cosas,
de miedos, de estrategias, de angustias, y se olvidaron por completo
del olor de las montañas de la Sierra y del objetivo principal de su
vida: “Conquistar una felicidad sencilla”.
El peso de la vida
Nos han enseñado que la felicidad
consiste en acumular, pero luego no podemos movernos por el peso de todo
eso que hemos acumulado. Como decía Ryan Bingham (George Clooney) en la
película Amor sin escalas: “Vivir consiste en moverse”. Parodiando al
propio Bingham en una de sus conferencias, meta todas sus cosas en una
maleta, todo lo que usted considera que tiene valor. Y luego intente
arrastrarla, salga a la calle y cargue con ella. Con seguridad, el peso
no lo dejará moverse. Nos hemos convertido en esclavos de nuestras
cosas.
Pregúntese cuánto ser, cuántas personas,
cuántas oportunidades de vida, cuántos instantes ha perdido por seguir
apegado al mundo material, totalmente convencido de que necesita todas
esas cosas para ser feliz. ¿Hasta cuándo va a seguir jalando esa maleta?
¿Es realmente esencial lo que lleva ahí? O realmente es un reflejo de
sus inseguridades, de sus miedos y de su enajenación. Lo más seguro es
que todo ese mundo material sea un monumento equivalente al tamaño de su
incapacidad de encontrar la felicidad en lo sencillo. Un monumento
forjado en el apego.
El apego es un estado emocional y mental
de vinculación compulsiva a una persona, cosa o estado. Es también una
ilusión y una fuerza de condicionamiento social, es una jugarreta de
nuestro ego que nos indica que para ser felices necesitamos poseer,
obtener y dominar. Lo que hacemos es programar nuestra mente para ir
tras el objeto del apego. Nuestro pensamiento dice “no puedes ser feliz
si no posees, si no tienes, si no dominas, si no controlas, si no tienes
esta persona a tu lado”. Pero justo cuando logramos conseguir el
objeto, a cambio de satisfacción sentimos de nuevo el vacío, pues en ese
objeto hemos desplazado nuestra seguridad. Al conseguirlo, surge de
nuevo la reprogramación del deseo desde la neurosis, acentuando la
insatisfacción y la angustia frente al objeto-meta y proponiendo a
través de la mente un nuevo objeto-reto de apego. Así comienza la
indigna cadena de apegos en la que se extravía nuestra vida. Cambiamos
lo esencial por lo sucedáneo, nos convencemos de que la felicidad está
en el mundo de afuera, en la maleta, en el equipaje y nos olvidamos de
lo esencial, de la simpleza, de la delicia de viajar liviano.
Déjese caer
Para poder cambiar hay que soltar las
anclas, renunciar al equipaje, dejarlo atrás; para alzar el vuelo
necesitamos soltar tanto peso, tantas cosas innecesarias que llevamos
acumulando por años y hasta por generaciones. Todas estas cosas
materiales acumuladas son un reflejo de nuestro ego transformado en
apego. Comience a soltar, a dejar caer, a romper paradigmas y creencias
internas condicionantes que le hicieron creer que para ser feliz usted
tenía que tener apego, no libertad.
El apego, según el budismo, es la raíz
del sufrimiento, estar atado a las cosas perecederas es la acentuación
del egoísmo y de la ignorancia espiritual. Dejar caer, soltar, es
aprender a vivir más ligero, es reconocer que las cosas en sí mismas
carecen de importancia, que son nuestros vacíos, nuestras renuncias al
camino de lo simple, los que las llenan de insignificancias.
Empiece por limpiar el clóset, por dejar
atrás lo que ya no necesita. Siga con los muebles, regale, comparta lo
que no usa. Avance con la comida, no coma más de lo que necesita. Mire
sus relaciones: ¿a quién elige dejar ir? No cargue más con la vida de
nadie. Observe los proyectos: ¿realmente necesita eso? ¿Es fundamental
ese nuevo negocio? Haga limpieza profunda hasta reconocer lo esencial y
conquistar lo sencillo. Rompa los hábitos consumistas que lo esclavizan y
dude de todos los objetos de apego que lo limitan. Deje atrás tanta
sofisticación para resolver sus necesidades. La libertad no es tener, es
no necesitar, es no desear lo innecesario. Ahórrese la vuelta larga y
regrese a casa a criar, a compartir.
Dé comienzo al camino peregrino, que
viaja ligero de equipaje con un espíritu solidario que sigue sus sueños
de manera espontánea y vive en el aquí y en el ahora. El peregrino sabe
descifrar su camino y sueña sus rumbos y no negocia su libertad, no
trafica lo sagrado, recupera el paisaje interno rompiendo la ilusión del
apego, retando con su libertad, desapego y autenticidad, las trampas
más complejas del mundo material.
Lleva en su bolsita (como el loco del
Tarot) sólo lo esencial, lo básico, lo liviano, lo que no puede ser
poseído, entonces no puede ser objeto de apego: el amor.
Cromos.com.co
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