¿Vives en tu cuerpo, sagradamente?, Laura Foletto


El cuerpo es uno de los grandes ignorados. Nos ocupamos de él cuando se “enferma” (o duele) o con fines estéticos, a modo de imagen o máscara para los demás. Si no, vivimos en la burbuja de nuestra mente (como en las caricaturas, estamos en el globito que habla o piensa) y lo abandonamos, anestesiado, como una máquina que debe trabajar 24 horas, sin consideración ni cuidado. Así, nos perdemos de los numerosos mensajes que nos brinda, ya que el cuerpo es nuestro traje bioenergético en esta dimensión, el que traduce y expresa lo que sucede en los ámbitos emocionales, mentales, karmáticos, etc.
Casi nadie, hoy en día, está conciente de su cuerpo, de su energía. El día transcurre en la telaraña de pensamientos que teje la mente, entre el pasado y el futuro, raramente en el presente. Presta atención a este instante… ¿te das cuenta de tu cuerpo o estás abstraído leyendo esto?, ¿notas si estás incómodo, en una posición enredada o vencida?, ¿respiras con el diafragma, serena, ampliamente o con el pecho, ahogadamente?, ¿hay lugares tensos, dolorosos?, ¿sientes tus contactos con la silla, con el piso o estás literalmente sosteniéndote a ti mismo?, ¿percibes el estado de tu energía, de tus sensaciones, emociones?, ¿estás al tanto de los estímulos externos: sonidos, temperaturas, olores? Vivir en el presente es vivir atento a todo esto… porque el único que está aquí y ahora es el cuerpo.
Tu historia está en tu cuerpo; él guarda tus recuerdos, tus traumas, tus inseguridades, miedos y carencias. Tu respiración, tu tono muscular, tu postura, tus síntomas y enfermedades están ligados a tu pasado… y a tu presente. Puedes analizar durante años los sucesos de tu niñez; sólo los superarás cuando liberes a tu cuerpo de las consecuencias de ellos e in-corpores una nueva actitud. Un pecho hundido, una espalda cargada, una respiración superficial en el pecho, un cuello o una mandíbula tensos son prisioneros de tu relato personal. No se cambia la postura por voluntad sino por sanación de lo que la provocó.
¿Te resfrías continuamente, tienes diabetes o artritis, colon irritable o úlcera? ¿Te accidentas cada tanto, te quiebras o lastimas? No hay casualidades ni mala suerte ni infortunios. Tu cuerpo te está llamando la atención. No has podido solucionar ciertos temas en los niveles mentales y han bajado al físico, para que te hagas responsable y los resuelvas. Cuanto más los ignores o los tapes (con pastillas de todos los colores), con más fuerza volverán hasta que no puedas encubrirlos más.
Tu cuerpo no es algo que “te tocó”, una suerte de mezclas bizarras entre los genes de tu padre y tu madre. Lo elegiste. En realidad, es la materialización de tu personalidad, de lo que viniste a trabajar aquí, de tus dones y desafíos. Por eso, un ojo entrenado puede saber quién eres con sólo mirarte.
A todo esto, agrégale lo que está sucediendo en estos tiempos. Estamos en las etapas finales de un cambio maravilloso: el alma encarnándose, la espiritualización de la materia, el cuerpo conteniendo la energía divina. Una espiritualidad que no contempla al cuerpo es insustancial y vacía. Debemos estar enraizados en este hermoso planeta (que está haciendo su propia evolución también) y concientes de la Luz que somos.
Este proceso es muy extenuante físicamente. Numerosos síntomas y supuestas enfermedades tienen su génesis en él. Lee “¿Qué es la Nueva Energía?” y “Los 51 síntomas del despertar espiritual”. Necesitamos más descanso y, al mismo tiempo, actividad física para sostenerlo, un equilibrio difícil de llevar a veces. Mejor nutrición y mucha agua. Naturaleza. Simplificar nuestra vida. Al Ego le gusta complicar y meterse en unas cuantas cosas para hacernos creer que valemos, que somos importantes, que más es mejor. No es así. El Ser es simple y profundo.
“El cuerpo es nuestro punto de contacto entre los reinos físicos y etéreos... donde utilizamos, estructuramos y anclamos nuestro potencial en la forma”, dice Lauren Gorgo y agrega, en una canalización: “La cantidad de tiempo que se necesite para encarnar plenamente su vehículo físico es directamente proporcional a la cantidad de resistencia que mantengan. Para que el cuerpo físico integre estas frecuencias tan elevadas, se requiere un nivel profundo de entrega y aceptación, de manera que cada célula pueda armonizarse con las fuerzas galácticas de la Creación. Si hay resistencia a contener, portar o aceptar estas energías, el cuerpo va a respingar en rebeldía y crear un gran malestar. Por ello, recomendamos un ablandamiento, una apertura y una disposición a dar la bienvenida y abrazar por completo a estas energías... no rechazarlas. Al igual que durante un parto, relajarse en la incomodidad va a aliviar el estrés en el cuerpo físico durante el proceso intensivo de renacimiento que están experimentando actualmente. Permitir, permitir, permitir, es lo que diríamos en respuesta a toda resistencia disfrazada de sufrimiento”.
Y así de difícil como es, también es así de precioso y movilizador. Sé el dueño de tu mente y el feliz habitante de un cuerpo conectado a Todo lo Que Es.
LAURA FOLETTO

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