Los Destinos de la Familia de Origen, Marta Magazian
El orden siempre es amor y el amor comprendido de esta forma especial -que cada persona encuentre un lugar en el corazón- es un amor abarcador e incluyente.
¿Cómo se determina si en una familia hay enfermedad?
A través de las Constelaciones Familiares, ha quedado de manifiesto que muchas de las enfermedades están relacionadas con algún hecho ocurrido en la familia, por ejemplo, cuando ha habido un desorden. Me explico, la familia como un todo se comporta como si dependiera de un alma, y ésta sigue un orden. Cuando hay desvío de ese orden, alguno se aparta y a menudo hay alguien en la familia que se enferma.
El primer orden que rige a esta alma (y ésta como que obliga a que realmente se cumpla) es que cada miembro de la familia tiene el mismo derecho a pertenecer. Es decir, si a alguien de esa familia se le niega el derecho a pertenecer, queda excluido, por lo que el alma trata de volver a establecer ese orden.
Y entonces, ¿cuáles son los hechos considerados comunes por los que alguien en la familia queda excluido?, ¿a quién se le excluye a menudo de la familia?
Por ejemplo, a parejas anteriores de los padres o de los abuelos. O sea, si el hombre o la mujer se separan de una pareja anterior, significa que ellos excluyen a esa persona de su alma; es como que se enojan con ella, le hacen reproches, le echan la culpa o la enjuician.
Luego, ¿qué ocurre en la familia?
Cuando el hombre o la mujer vuelven a encontrar una nueva pareja, y si con esa pareja tienen un hijo, entonces ese hijo representará a la pareja anterior bajo la influencia de esa alma grande y, de esa manera, esa alma grande tratará de ordenar el desorden y ese proceso es inevitable. Ni los padres ni el hijo saben sobre este proceso que se está dando. Todos están expuestos a la influencia de esa alma grande y, a veces, ocurre que ese hijo se enferma con una enfermedad similar a la que tenía esa pareja anterior o, por ejemplo, podría querer suicidarse así como lo quería hacer la pareja anterior y más tarde se comporta de manera similar a la pareja anterior. Es decir, se une a esa ex pareja haciendo una relación similar a la que el padre o la madre tenía con esa persona. Entonces, en esa relación de pareja ocurren cosas similares a las que ocurrían con las parejas anteriores.
¿Se puede resolver esta situación o hay que dejar que transcurra y se termina sanando de esa manera?
Es posible solucionarla si uno sabe, si conoce el orden y si reconoce ese orden. Al principio, pueden hacerlo el hombre y la mujer y más tarde, ese hijo cuando sea adulto. Si ellos conocen el orden, es posible ordenar el desorden; por ejemplo, honrando a esa pareja anterior: el hombre le dice a su ex mujer: “yo no he estado bien, te he amado mucho y me duele que nos hayamos separado”. En ocasiones, me gusta contarles esta historia:
“Un hombre y una mujer emprenden juntos un camino. Cada uno lleva una mochila bien cargada con cosas buenas. Juntos caminan atravesando jardines floridos y campos maduros; están alegres, y cada tanto se sientan, abren sus mochilas y comparten lo que han traído. Luego de un tiempo, el camino se pone cuesta arriba y uno de ellos empieza a tener problemas. Las mochilas están más livianas, pero uno de ellos se sienta para descansar mientras que el otro sigue subiendo la cuesta. Cuando llega a la cima, se sienta exhausto y mira hacia abajo. A lo lejos, ve a su pareja, recuerda lo lindo que era todo y comienza a llorar…”
La determinación está muy clara en la persona que mira hacia abajo o, mejor dicho, hacia atrás. Ahora, la responsabilidad de llevar toda esa vivencia a su nueva relación o a su hijo en especial, y a su nueva familia en general, es algo muy difícil de lograr entender. Da la sensación de que los hijos somos “víctimas” de los errores de relación de nuestros padres.
Volvamos una vez más a la historia… Al llorar, esa persona toma al otro nuevamente en su corazón y con eso ha avanzado en la solución. Supongamos que esta historia se trata de un hombre que se da cuenta de que su hija se comporta de forma similar a la de su pareja anterior. Entonces le dice: “la amé mucho y tiene un lugar en mi corazón”. De esta manera, la hija se siente descargada, liviana y ahora esa hija puede mirar a la madre y ya no va a rivalizar con su madre como antes y le dice: “Querida mamá, tú eres la correcta para mí”. Y así se ha restablecido el orden.
Aquí se demuestra que el orden siempre es amor y el amor comprendido de esta forma especial -que cada persona encuentre un lugar en el corazón- es un amor abarcador e incluyente. A continuación, me refiero nuevamente a la otra pregunta. Mi experiencia me indica que cuando se separa una pareja no hay culpables, porque nadie está libre de comportarse de manera distinta a la que se está comportando, pues cada uno está unido a su familia de origen.
Dado que en la familia de origen existe un desorden, es como que esa familia lo atrae, lo lleva hacia atrás tratando de ordenar algo, a pesar de que eso nunca lo pueda lograr. Con amor, su familia de origen lo llama y repentinamente pierde a esa pareja de la mirada, se le escapa. Sin saberlo, se comporta, por ejemplo, como una pareja anterior de sus padres y por ende la relación se separa. Y por todo lo implicado, ninguna de las dos personas es libre. A partir de ahí, los destinos de la familia de origen se vuelven los destinos de esa relación de pareja y ninguno de ellos puede evitarlo ni cambiarlo aunque quisiera.
Me pregunto si el desorden es una tendencia constante siempre.
En otras palabras, se establece un orden y nuevamente es como una energía en donde vuelve a entrar el desorden.
Todas las relaciones luchan con el tema del desorden de muchas maneras. ¿Y dónde se produce el desorden de manera especial?
Allí donde uno se siente más, donde se pone por encima de otros, sobre todo si moralmente se siente mejor que otros. Todo aquel que se siente moralmente superior o mejor es como que enjuicia, juzga a otro y lo excluye de su corazón. Esto demuestra que el amor que sirve a la vida es distinto, está más allá de la diferenciación entre el bien y el mal. Es decir, si una pareja se mira -el hombre mira a la mujer y la mujer mira al hombre- cada uno le dice al otro: “Sí, estoy de acuerdo contigo tal como eres, así como eres yo te amo”. ¡Qué felicidad más grande, pues ninguno trata de cambiar al otro! Ambos permanecen en el mismo nivel y así se aman y son sanos.
¿Existe ese tipo de aceptación del otro?
Si las personas van bastante a las constelaciones lo irán aprendiendo.
Ahí estaría el secreto…
Eso es un secreto, sí, pero no solamente porque uno vaya a una constelación. Las Constelaciones Familiares sacan a la luz estos órdenes y cuanto más se difunde esto, más saben las personas cómo tratar el tema, y tanto más fácil se va haciendo. ¿Quieres que te dé otro ejemplo?
¡Sí, por supuesto!
Una mujer me mandó una carta. Nunca había ido a una Constelación Familiar. Solamente había leído mi libro Órdenes del amor. A partir de ello, repentinamente descubrió que en su familia había personas excluidas y estaba preocupada por su hija. La hija había cortado todo tipo de contacto con ella hacía muchos años. Entonces se dio cuenta de que había dos personas que habían quedado excluidas en forma específica: la primera mujer de su marido y el papá de su marido, o sea su suegro. Esa misma noche, prendió una vela en nombre de la primera mujer de su marido y la recordó con amor. Se inclinó ante ella, hizo una reverencia y le dijo: “te doy mi honra”. Al día siguiente, hizo lo mismo: prendió una vela, se imaginó al papá de su marido, se inclinó ante él y le dijo: “Te doy la honra”.
Al otro día, llamó la hija: “Mamá voy para allá”. Eso es orden, muy fácil, muy simple.
Si bien antes dijo que el amor era el que establecía el orden, ¿existe algún otro sentimiento capaz de mejorar las relaciones?
Siempre es el amor, pero no ese amor que muchos imaginan.
Algunos aman con exclusividad, es decir, que excluyen a otros de ese amor, lo que tiene consecuencias graves. ¿Y quién es la primera persona a quien se le excluye del amor? Aunque suene muy raro, es la madre. La persona que tenga excluida a la mamá no puede amar a ninguna otra persona, ni a su pareja ni a sus propios hijos. Y entonces, ¿dónde comienza el gran amor? Con la madre.
Y cuando esa persona dice que ama, ¿qué es lo que siente si no es amor?
Cuando le dice a la pareja “te amo”, ni siquiera la ve. En la pareja, busca reemplazar a la madre que niega. En la pareja, coloca las mismas esperanzas que para con la madre, las mismas expectativas. Con esta situación, la pareja se ve sobre-exigida, por lo que esa relación está condenada a terminar.
No se puede trabajar el amor hacia la madre. Primero, éste es un amor espiritual y surge de un reconocimiento de la madre de una manera espiritual. Sin embargo, hay conceptos muy extraños sobre la madre y, en ese sentido por supuesto, también hacia los padres. Muchos dicen “mi mamá” o “mi papá” como si les pertenecieran. No hay ninguna madre que pertenezca al hijo; el hijo pertenece a la madre y ningún padre pertenece al hijo, el hijo pertenece al padre. ¿Y cómo puede ser que tengamos a esa madre y a ese padre? Son un regalo y tal como son están determinados para nosotros. Tal cual son constituyen un regalo de Dios para nosotros. Permíteme que lo diga así, porque de dónde proviene esto realmente no lo sabemos. Cada uno de nosotros tiene un sentido, una determinación y un destino especial. Eso no se puede elegir, viene especificado desde otro lugar y eso lo determinan los padres que nos fueron dados. Por lo tanto, cuando miro a mi mamá, miro más allá de ella, y miro algo más grande. Entonces, ante eso, le digo: “Sí, tal como eres, eres mi mamá, y así como eres, te amo”. Inmediatamente, se nota la diferencia ¿no? Ese es otro nivel, más profundo, sin ningún tipo de exigencia ni de reproche. Y cuando miro así a mi madre, ¿qué ocurre con ella? Abre su corazón.
Esta es la segunda vez que tengo la oportunidad de charlar con usted y una de las cosas importantes que aprendí es que la madre de una persona es determinante en su vida. Es el personaje más importante de todos, ¿no es cierto?
Sí, definitivamente. Y allí donde se logra establecer la relación con la madre, se dan también todas las demás relaciones. La persona que ama a su madre se le nota enseguida. Su rostro está radiante y las demás personas aman a esa persona. Y ama su trabajo y también encuentra trabajo y siempre tiene dinero. El que no tiene dinero, no tiene madre; está separado de la madre. El que no tiene trabajo, está separado de la madre; el que no tiene pareja, está separado de la madre. En resumen, ¿dónde comienza la felicidad y dónde comienza la salud? Con nuestra madre…
Bert Hellinger estudió filosofía y teología en la Universidad de Würzburg y pedagogía en la Universidad Natal de Sudáfrica. Posteriormente se formó en dinámica de grupos, psicoanálisis, terapia primal, psicodrama, hipnosis, análisis transaccional, terapia gestalt, programación neurolingüística y terapia familiar sistémica, llegando a una integración de todas ellas, fruto de la cual nació su trabajo de constelaciones familiares y el descubrimiento de los órdenes del amor.
www.circulodeconstelaciones.cl
http://www.mundonuevo.cl/blog/articulos/los-destinos-de-la-familia-de-origen/
¿Cómo se determina si en una familia hay enfermedad?
A través de las Constelaciones Familiares, ha quedado de manifiesto que muchas de las enfermedades están relacionadas con algún hecho ocurrido en la familia, por ejemplo, cuando ha habido un desorden. Me explico, la familia como un todo se comporta como si dependiera de un alma, y ésta sigue un orden. Cuando hay desvío de ese orden, alguno se aparta y a menudo hay alguien en la familia que se enferma.
El primer orden que rige a esta alma (y ésta como que obliga a que realmente se cumpla) es que cada miembro de la familia tiene el mismo derecho a pertenecer. Es decir, si a alguien de esa familia se le niega el derecho a pertenecer, queda excluido, por lo que el alma trata de volver a establecer ese orden.
Y entonces, ¿cuáles son los hechos considerados comunes por los que alguien en la familia queda excluido?, ¿a quién se le excluye a menudo de la familia?
Por ejemplo, a parejas anteriores de los padres o de los abuelos. O sea, si el hombre o la mujer se separan de una pareja anterior, significa que ellos excluyen a esa persona de su alma; es como que se enojan con ella, le hacen reproches, le echan la culpa o la enjuician.
Luego, ¿qué ocurre en la familia?
Cuando el hombre o la mujer vuelven a encontrar una nueva pareja, y si con esa pareja tienen un hijo, entonces ese hijo representará a la pareja anterior bajo la influencia de esa alma grande y, de esa manera, esa alma grande tratará de ordenar el desorden y ese proceso es inevitable. Ni los padres ni el hijo saben sobre este proceso que se está dando. Todos están expuestos a la influencia de esa alma grande y, a veces, ocurre que ese hijo se enferma con una enfermedad similar a la que tenía esa pareja anterior o, por ejemplo, podría querer suicidarse así como lo quería hacer la pareja anterior y más tarde se comporta de manera similar a la pareja anterior. Es decir, se une a esa ex pareja haciendo una relación similar a la que el padre o la madre tenía con esa persona. Entonces, en esa relación de pareja ocurren cosas similares a las que ocurrían con las parejas anteriores.
¿Se puede resolver esta situación o hay que dejar que transcurra y se termina sanando de esa manera?
Es posible solucionarla si uno sabe, si conoce el orden y si reconoce ese orden. Al principio, pueden hacerlo el hombre y la mujer y más tarde, ese hijo cuando sea adulto. Si ellos conocen el orden, es posible ordenar el desorden; por ejemplo, honrando a esa pareja anterior: el hombre le dice a su ex mujer: “yo no he estado bien, te he amado mucho y me duele que nos hayamos separado”. En ocasiones, me gusta contarles esta historia:
“Un hombre y una mujer emprenden juntos un camino. Cada uno lleva una mochila bien cargada con cosas buenas. Juntos caminan atravesando jardines floridos y campos maduros; están alegres, y cada tanto se sientan, abren sus mochilas y comparten lo que han traído. Luego de un tiempo, el camino se pone cuesta arriba y uno de ellos empieza a tener problemas. Las mochilas están más livianas, pero uno de ellos se sienta para descansar mientras que el otro sigue subiendo la cuesta. Cuando llega a la cima, se sienta exhausto y mira hacia abajo. A lo lejos, ve a su pareja, recuerda lo lindo que era todo y comienza a llorar…”
La determinación está muy clara en la persona que mira hacia abajo o, mejor dicho, hacia atrás. Ahora, la responsabilidad de llevar toda esa vivencia a su nueva relación o a su hijo en especial, y a su nueva familia en general, es algo muy difícil de lograr entender. Da la sensación de que los hijos somos “víctimas” de los errores de relación de nuestros padres.
Volvamos una vez más a la historia… Al llorar, esa persona toma al otro nuevamente en su corazón y con eso ha avanzado en la solución. Supongamos que esta historia se trata de un hombre que se da cuenta de que su hija se comporta de forma similar a la de su pareja anterior. Entonces le dice: “la amé mucho y tiene un lugar en mi corazón”. De esta manera, la hija se siente descargada, liviana y ahora esa hija puede mirar a la madre y ya no va a rivalizar con su madre como antes y le dice: “Querida mamá, tú eres la correcta para mí”. Y así se ha restablecido el orden.
Aquí se demuestra que el orden siempre es amor y el amor comprendido de esta forma especial -que cada persona encuentre un lugar en el corazón- es un amor abarcador e incluyente. A continuación, me refiero nuevamente a la otra pregunta. Mi experiencia me indica que cuando se separa una pareja no hay culpables, porque nadie está libre de comportarse de manera distinta a la que se está comportando, pues cada uno está unido a su familia de origen.
Dado que en la familia de origen existe un desorden, es como que esa familia lo atrae, lo lleva hacia atrás tratando de ordenar algo, a pesar de que eso nunca lo pueda lograr. Con amor, su familia de origen lo llama y repentinamente pierde a esa pareja de la mirada, se le escapa. Sin saberlo, se comporta, por ejemplo, como una pareja anterior de sus padres y por ende la relación se separa. Y por todo lo implicado, ninguna de las dos personas es libre. A partir de ahí, los destinos de la familia de origen se vuelven los destinos de esa relación de pareja y ninguno de ellos puede evitarlo ni cambiarlo aunque quisiera.
Me pregunto si el desorden es una tendencia constante siempre.
En otras palabras, se establece un orden y nuevamente es como una energía en donde vuelve a entrar el desorden.
Todas las relaciones luchan con el tema del desorden de muchas maneras. ¿Y dónde se produce el desorden de manera especial?
Allí donde uno se siente más, donde se pone por encima de otros, sobre todo si moralmente se siente mejor que otros. Todo aquel que se siente moralmente superior o mejor es como que enjuicia, juzga a otro y lo excluye de su corazón. Esto demuestra que el amor que sirve a la vida es distinto, está más allá de la diferenciación entre el bien y el mal. Es decir, si una pareja se mira -el hombre mira a la mujer y la mujer mira al hombre- cada uno le dice al otro: “Sí, estoy de acuerdo contigo tal como eres, así como eres yo te amo”. ¡Qué felicidad más grande, pues ninguno trata de cambiar al otro! Ambos permanecen en el mismo nivel y así se aman y son sanos.
¿Existe ese tipo de aceptación del otro?
Si las personas van bastante a las constelaciones lo irán aprendiendo.
Ahí estaría el secreto…
Eso es un secreto, sí, pero no solamente porque uno vaya a una constelación. Las Constelaciones Familiares sacan a la luz estos órdenes y cuanto más se difunde esto, más saben las personas cómo tratar el tema, y tanto más fácil se va haciendo. ¿Quieres que te dé otro ejemplo?
¡Sí, por supuesto!
Una mujer me mandó una carta. Nunca había ido a una Constelación Familiar. Solamente había leído mi libro Órdenes del amor. A partir de ello, repentinamente descubrió que en su familia había personas excluidas y estaba preocupada por su hija. La hija había cortado todo tipo de contacto con ella hacía muchos años. Entonces se dio cuenta de que había dos personas que habían quedado excluidas en forma específica: la primera mujer de su marido y el papá de su marido, o sea su suegro. Esa misma noche, prendió una vela en nombre de la primera mujer de su marido y la recordó con amor. Se inclinó ante ella, hizo una reverencia y le dijo: “te doy mi honra”. Al día siguiente, hizo lo mismo: prendió una vela, se imaginó al papá de su marido, se inclinó ante él y le dijo: “Te doy la honra”.
Al otro día, llamó la hija: “Mamá voy para allá”. Eso es orden, muy fácil, muy simple.
Si bien antes dijo que el amor era el que establecía el orden, ¿existe algún otro sentimiento capaz de mejorar las relaciones?
Siempre es el amor, pero no ese amor que muchos imaginan.
Algunos aman con exclusividad, es decir, que excluyen a otros de ese amor, lo que tiene consecuencias graves. ¿Y quién es la primera persona a quien se le excluye del amor? Aunque suene muy raro, es la madre. La persona que tenga excluida a la mamá no puede amar a ninguna otra persona, ni a su pareja ni a sus propios hijos. Y entonces, ¿dónde comienza el gran amor? Con la madre.
Y cuando esa persona dice que ama, ¿qué es lo que siente si no es amor?
Cuando le dice a la pareja “te amo”, ni siquiera la ve. En la pareja, busca reemplazar a la madre que niega. En la pareja, coloca las mismas esperanzas que para con la madre, las mismas expectativas. Con esta situación, la pareja se ve sobre-exigida, por lo que esa relación está condenada a terminar.
No se puede trabajar el amor hacia la madre. Primero, éste es un amor espiritual y surge de un reconocimiento de la madre de una manera espiritual. Sin embargo, hay conceptos muy extraños sobre la madre y, en ese sentido por supuesto, también hacia los padres. Muchos dicen “mi mamá” o “mi papá” como si les pertenecieran. No hay ninguna madre que pertenezca al hijo; el hijo pertenece a la madre y ningún padre pertenece al hijo, el hijo pertenece al padre. ¿Y cómo puede ser que tengamos a esa madre y a ese padre? Son un regalo y tal como son están determinados para nosotros. Tal cual son constituyen un regalo de Dios para nosotros. Permíteme que lo diga así, porque de dónde proviene esto realmente no lo sabemos. Cada uno de nosotros tiene un sentido, una determinación y un destino especial. Eso no se puede elegir, viene especificado desde otro lugar y eso lo determinan los padres que nos fueron dados. Por lo tanto, cuando miro a mi mamá, miro más allá de ella, y miro algo más grande. Entonces, ante eso, le digo: “Sí, tal como eres, eres mi mamá, y así como eres, te amo”. Inmediatamente, se nota la diferencia ¿no? Ese es otro nivel, más profundo, sin ningún tipo de exigencia ni de reproche. Y cuando miro así a mi madre, ¿qué ocurre con ella? Abre su corazón.
Esta es la segunda vez que tengo la oportunidad de charlar con usted y una de las cosas importantes que aprendí es que la madre de una persona es determinante en su vida. Es el personaje más importante de todos, ¿no es cierto?
Sí, definitivamente. Y allí donde se logra establecer la relación con la madre, se dan también todas las demás relaciones. La persona que ama a su madre se le nota enseguida. Su rostro está radiante y las demás personas aman a esa persona. Y ama su trabajo y también encuentra trabajo y siempre tiene dinero. El que no tiene dinero, no tiene madre; está separado de la madre. El que no tiene trabajo, está separado de la madre; el que no tiene pareja, está separado de la madre. En resumen, ¿dónde comienza la felicidad y dónde comienza la salud? Con nuestra madre…
Bert Hellinger estudió filosofía y teología en la Universidad de Würzburg y pedagogía en la Universidad Natal de Sudáfrica. Posteriormente se formó en dinámica de grupos, psicoanálisis, terapia primal, psicodrama, hipnosis, análisis transaccional, terapia gestalt, programación neurolingüística y terapia familiar sistémica, llegando a una integración de todas ellas, fruto de la cual nació su trabajo de constelaciones familiares y el descubrimiento de los órdenes del amor.
www.circulodeconstelaciones.cl
http://www.mundonuevo.cl/blog/articulos/los-destinos-de-la-familia-de-origen/
Comentarios