El amor después del amor…, Selma Jashes
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Selma Jashes
El amor después del amor…
Generalmente ocurre por un encuentro casual. Un hombre y una mujer se conocen y si se despierta el interés mutuo se desencadena, repentinamente, un mecanismo de seducción: miradas, sonrojos, alteración del pulso y de la respiración. Se activa el lenguaje corporal que le dice al otro que ha ocurrido una conexión. Aún antes de hablarse, se ha desplegado la comunicación del amor.
Aunque saben que la libertad de elección es infinita, algo les dice lo contrario: sus caminos se han unido y no hay elección posible. La pareja se siente completa sólo cuando está junta, tal como sucede con las dos mitades de una naranja.
Por un tiempo viven dentro de una especie de burbuja, desde donde surge una narración que es una creación conjunta. Un cuento de hadas cargado de mitos y expectativas acerca del otro que, en muchas ocasiones, sólo se fundan sobre sus propios deseos. Este último es encontrar en la pareja lo que se está buscando sin poner en duda si corresponde a la realidad o a sus propias y subjetivas percepciones. Se le atribuye al otro lo que, creemos, existe en el amor que nos profesan. Hay una aceptación recíproca del valor del otro como si fuera, incluso, más importante que el propio valor. Sobre esa base se funda ese amor.
Sin embargo, al tiempo de vivir juntos, este ideal sólo existe a ratos en la relación de pareja, ya que al poco tiempo comienza a chocar con la realidad de lo cotidiano, las necesidades no satisfechas y las recriminaciones.
¿Dónde quedó ese príncipe azul que me prometió un jardín de rosas?, ¿qué fue de esa princesa que veía todo perfecto en mí?
En la primera etapa se cree lo que se quiere creer y no, necesariamente, se ve la realidad. Tras las quejas y las acusaciones recíprocas, muchas veces existe una insatisfacción que, erróneamente, se atribuye al otro: “No me dio lo que creí que me daría”; “Me falló”; “Cambió y no me di cuenta en qué momento”. Muchas veces estos cambios hacen ver como si el otro nos hubiera estafado o como si el amor se hubiera acabado.
Pero si la pareja es capaz de distinguir la realidad de aquellos aspectos que corresponden a las expectativas propias, si cada uno evoluciona, la idealización disminuye lo que aumenta la posibilidad de encontrar nuevos desarrollos a una narración interrumpida.
De esta manera se pasa del amor romántico al maduro. En esta etapa se tiene en cuenta que el otro puede tener intereses, necesidades y puntos de vistas distintos pero igualmente válidos. Se es capaz de integrar los aspectos positivos con los negativos que, aunque no nos agraden, se aceptan en la comprensión de que no le corresponde completarnos en un cien por ciento. Se debe entender que ser feliz es nuestra responsabilidad. También asumimos que el amor maduro posee un aspecto de rutina, pero eso es lo que da la seguridad y estabilidad a la relación.
Una vez que ha pasado la etapa del enamoramiento, se pasa a una fase de amor más estable, racional y equilibrada a la cual, no necesariamente le falta pasión. Ésta se transforma dando lugar a los espacios de intimidad, cimiento de toda relación afectiva. Esta es la zona de seguridad y de la confianza en el otro. ¿Será el amor después del amor o el amor antes del amor?
Selma Jashes Morgues
Psicóloga clínica y terapeuta
Centro Chileno de Sexualidad
Dirección: Málaga 115 of.1102, Las Condes
Fono: (2)2478567
www.centrodesexualidad.cl
Aunque saben que la libertad de elección es infinita, algo les dice lo contrario: sus caminos se han unido y no hay elección posible. La pareja se siente completa sólo cuando está junta, tal como sucede con las dos mitades de una naranja.
Por un tiempo viven dentro de una especie de burbuja, desde donde surge una narración que es una creación conjunta. Un cuento de hadas cargado de mitos y expectativas acerca del otro que, en muchas ocasiones, sólo se fundan sobre sus propios deseos. Este último es encontrar en la pareja lo que se está buscando sin poner en duda si corresponde a la realidad o a sus propias y subjetivas percepciones. Se le atribuye al otro lo que, creemos, existe en el amor que nos profesan. Hay una aceptación recíproca del valor del otro como si fuera, incluso, más importante que el propio valor. Sobre esa base se funda ese amor.
Sin embargo, al tiempo de vivir juntos, este ideal sólo existe a ratos en la relación de pareja, ya que al poco tiempo comienza a chocar con la realidad de lo cotidiano, las necesidades no satisfechas y las recriminaciones.
¿Dónde quedó ese príncipe azul que me prometió un jardín de rosas?, ¿qué fue de esa princesa que veía todo perfecto en mí?
En la primera etapa se cree lo que se quiere creer y no, necesariamente, se ve la realidad. Tras las quejas y las acusaciones recíprocas, muchas veces existe una insatisfacción que, erróneamente, se atribuye al otro: “No me dio lo que creí que me daría”; “Me falló”; “Cambió y no me di cuenta en qué momento”. Muchas veces estos cambios hacen ver como si el otro nos hubiera estafado o como si el amor se hubiera acabado.
Pero si la pareja es capaz de distinguir la realidad de aquellos aspectos que corresponden a las expectativas propias, si cada uno evoluciona, la idealización disminuye lo que aumenta la posibilidad de encontrar nuevos desarrollos a una narración interrumpida.
De esta manera se pasa del amor romántico al maduro. En esta etapa se tiene en cuenta que el otro puede tener intereses, necesidades y puntos de vistas distintos pero igualmente válidos. Se es capaz de integrar los aspectos positivos con los negativos que, aunque no nos agraden, se aceptan en la comprensión de que no le corresponde completarnos en un cien por ciento. Se debe entender que ser feliz es nuestra responsabilidad. También asumimos que el amor maduro posee un aspecto de rutina, pero eso es lo que da la seguridad y estabilidad a la relación.
Una vez que ha pasado la etapa del enamoramiento, se pasa a una fase de amor más estable, racional y equilibrada a la cual, no necesariamente le falta pasión. Ésta se transforma dando lugar a los espacios de intimidad, cimiento de toda relación afectiva. Esta es la zona de seguridad y de la confianza en el otro. ¿Será el amor después del amor o el amor antes del amor?
Selma Jashes Morgues
Psicóloga clínica y terapeuta
Centro Chileno de Sexualidad
Dirección: Málaga 115 of.1102, Las Condes
Fono: (2)2478567
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