Reencantar la Vida: Pelar papas, Patricia May
Reencantar la Vida: Pelar papas
El vivir contemporáneo con su riqueza de información, accesos y oportunidades suele focalizarse tanto en el deber, en el lograr, en actuar rápido y eficazmente que va perdiendo calidad, disfrute, gozo, estableciendo una cotidianeidad fría, carente de magia y encanto.
Reencantar la vida diaria es un arte que no requiere de cosas extraordinarias, sino de una actitud de presencia y corazón abierto que nos devuelva el sentir, el apreciar, bendecir y agradecer cada instante. Hasta los actos más simples y aparentemente insignificantes pueden transformarse en instancias profundamente inspiradoras.
Pelar papas, por ejemplo, si nos lo regalamos como un espacio de tranquilidad, en que respirando tranquilos, nos conectamos con su forma, la tocamos, olemos, nos llega la fragancia de las papas de nuestra vida, las que vimos en manos de nuestras abuelas, madres, y nanas, las que compartimos en tardes de verano, o en cazuelas de lluvias invernales, las que adornaron fuentes de celebraciones familiares. La historia de nuestras vidas y afectos se despliega desde esta simple papa.
Además, hay tantos amaneceres en una papa, y soles de mediodía y noches estrelladas, hay tormentas y océanos que se convirtieron en nubes que recorrieron valles y cordilleras y luego en la lluvia bendita que las regó.
En este papa hay atardeceres de mágica quietud, madurez de estaciones, otoño, vientos arremolinados, primavera, aromas de flores, invierno, lluvias y frío, verano, tardes de frutos y abejas.
Hay minerales que se gestaron en estrellas lejanas y formaron el cuerpo de nuestro planeta, de microorganismos, de plantas y animales, de otras existencias en la cadena interminable de la vida.
En esta papa están las manos laboriosas del ser humano que la sembró, sus sueños y esperanzas, y las de sus padres y los padres de sus padres.
Tantos eventos tuvieron que ocurrir para que se concertara, en este espacio, en este tiempo, esta simple papa entre mis manos. Uno de los tantos milagros cotidianos, de los imposibles en que vivimos, de las mil cosas que pudieran haber ocurrido para que este instante no existiera, sin embargo, en la orquestación de los eventos, aquí estoy con esta papa que porta la historia de todo el planeta, tengo aquí y ahora, el mundo entre mis manos y es mi opción transformar el acto de pelarla y cocinarla en un ritual sagrado y cósmico en que aporto lo mejor de mi en esta inteminable cadena donde cada ser tiene la oportunidad de ir tiñendo, con su intención, con su entrega los actos cotidianos y transfigurar hasta las cosas más simples en vehículos de armonía, encuentro, amor y poder.
http://www.patriciamay.cl/pensamientos-y-reflexiones/reencantar-la-vida-pelar-papas/
El vivir contemporáneo con su riqueza de información, accesos y oportunidades suele focalizarse tanto en el deber, en el lograr, en actuar rápido y eficazmente que va perdiendo calidad, disfrute, gozo, estableciendo una cotidianeidad fría, carente de magia y encanto.
Reencantar la vida diaria es un arte que no requiere de cosas extraordinarias, sino de una actitud de presencia y corazón abierto que nos devuelva el sentir, el apreciar, bendecir y agradecer cada instante. Hasta los actos más simples y aparentemente insignificantes pueden transformarse en instancias profundamente inspiradoras.
Pelar papas, por ejemplo, si nos lo regalamos como un espacio de tranquilidad, en que respirando tranquilos, nos conectamos con su forma, la tocamos, olemos, nos llega la fragancia de las papas de nuestra vida, las que vimos en manos de nuestras abuelas, madres, y nanas, las que compartimos en tardes de verano, o en cazuelas de lluvias invernales, las que adornaron fuentes de celebraciones familiares. La historia de nuestras vidas y afectos se despliega desde esta simple papa.
Además, hay tantos amaneceres en una papa, y soles de mediodía y noches estrelladas, hay tormentas y océanos que se convirtieron en nubes que recorrieron valles y cordilleras y luego en la lluvia bendita que las regó.
En este papa hay atardeceres de mágica quietud, madurez de estaciones, otoño, vientos arremolinados, primavera, aromas de flores, invierno, lluvias y frío, verano, tardes de frutos y abejas.
Hay minerales que se gestaron en estrellas lejanas y formaron el cuerpo de nuestro planeta, de microorganismos, de plantas y animales, de otras existencias en la cadena interminable de la vida.
En esta papa están las manos laboriosas del ser humano que la sembró, sus sueños y esperanzas, y las de sus padres y los padres de sus padres.
Tantos eventos tuvieron que ocurrir para que se concertara, en este espacio, en este tiempo, esta simple papa entre mis manos. Uno de los tantos milagros cotidianos, de los imposibles en que vivimos, de las mil cosas que pudieran haber ocurrido para que este instante no existiera, sin embargo, en la orquestación de los eventos, aquí estoy con esta papa que porta la historia de todo el planeta, tengo aquí y ahora, el mundo entre mis manos y es mi opción transformar el acto de pelarla y cocinarla en un ritual sagrado y cósmico en que aporto lo mejor de mi en esta inteminable cadena donde cada ser tiene la oportunidad de ir tiñendo, con su intención, con su entrega los actos cotidianos y transfigurar hasta las cosas más simples en vehículos de armonía, encuentro, amor y poder.
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