Imagen: "Despertar", de Marco Tulio Transitar un duelo es difícil. Y la vida nos propone duelos por demás: una pareja que termina, los hijos que se van, el cuerpo que pierde habilidades, lugares que ya no volveremos a ver, animales queridos, tantas, tantas cosas... Además hay duelos por asuntos invisibles: resignar no sólo lo que ya fue, sino lo que nunca ha sido: anhelos incumplidos, proyectos que no llegaron a realizarse, amores truncos aún antes de empezar... Es parte vital de la tarea humana atravesar esos dolores, más grandes o más pequeños. Como aquellos que caminan sobre brasas, estamos llamados a cruzar este dolor, aunque queme, para pasar al otro lado. ¿Y qué hay del otro lado? Difícil es concebirlo mientras estamos aún en carne viva. Pero si nos animamos a seguir caminando, del otro lado nos pueden esperar distintas preciosuras: templanza, integridad, comprensión, madurez, apertura, claridad, y... (quién sabe!), a veces Alegría. Una Alegría que no es ortopédica...