Como un sombrero: Quítate la cabeza
Quisiera hablarte de ese corazón que no se ve.
Así: cuando se ingresa a lugares delicados (el cuarto de un bebé, un templo, una antigua tierra sagrada...) con frecuencia es indispensable quitarse los zapatos para no ensuciar con el mundo esa porción de pureza. En otros, es de buena educación quitarse el sombrero en señal de respeto y de permanecer algo así como "con la mente desnuda", dispuesto a estar con el otro, a escuchar o a silenciarse junto a los demás.
Pero habría lugares, habría momentos, en los que tendríamos que escribirnos un cartel recordatorio que dijera, -parafraseando, inclusive, al mismísimo Antiguo Testamento-: "QUÍTATE LA CABEZA, PORQUE EL INSTANTE QUE PISAS ES TIERRA SANTA".
El instante del que hablo es tan delicado como el cuarto de un bebé, un templo, una antigua tierra sagrada... Requiere que te salgas del pensamiento y recorras aquél camino que se dice suele ser el más largo: de la cabeza al corazón. Y sientas, en vez de pensar. Y sientas. Y ames. Y cuides. Y digas "te valoro", "te amo", "te quiero". Y digas "gracias". Y te silencies para escuchar. Y te silencies para escucharte. Y mires la Grandeza, y aprecies la Belleza.
Que no extrañes mañana este presente que ha de ser pasado, siendo que en ese pasado nunca llegaste a estar presente!
Y algo más: que, inundado con las aguas del presente, no caigas en la trampa de ese pozo de agua estancada que puede ser la nostalgia, desmereciendo al ahora por compararlo con lo que ya no está (o con lo que nunca llegó a ser). Tu época (que es ésta) te necesita despierto, porque el mundo va muy rápido, y la única estación en la que apearse es, a cada instante, en la del momento presente.
Ama al momento presente. Y si es un momento difícil, míralo: allí están tus enseñanzas heroicas. Preséntate ante él a pecho abierto, y dile: "Aquí estoy". No hay otra opción: ésa es siempre la mejor, para lo bello y para lo difícil. Date por completo a lo que ES. Y el pecho le informará sobre las buenas nuevas a tu cabeza, para que luego las pienses ya enjuagaditas con ese agua fresca. El agua fresca del momento presente. Bébela. Dámela de beber.
Virginia Gawel
www.centrotranspersonal.co m.ar
Así: cuando se ingresa a lugares delicados (el cuarto de un bebé, un templo, una antigua tierra sagrada...) con frecuencia es indispensable quitarse los zapatos para no ensuciar con el mundo esa porción de pureza. En otros, es de buena educación quitarse el sombrero en señal de respeto y de permanecer algo así como "con la mente desnuda", dispuesto a estar con el otro, a escuchar o a silenciarse junto a los demás.
Pero habría lugares, habría momentos, en los que tendríamos que escribirnos un cartel recordatorio que dijera, -parafraseando, inclusive, al mismísimo Antiguo Testamento-: "QUÍTATE LA CABEZA, PORQUE EL INSTANTE QUE PISAS ES TIERRA SANTA".
El instante del que hablo es tan delicado como el cuarto de un bebé, un templo, una antigua tierra sagrada... Requiere que te salgas del pensamiento y recorras aquél camino que se dice suele ser el más largo: de la cabeza al corazón. Y sientas, en vez de pensar. Y sientas. Y ames. Y cuides. Y digas "te valoro", "te amo", "te quiero". Y digas "gracias". Y te silencies para escuchar. Y te silencies para escucharte. Y mires la Grandeza, y aprecies la Belleza.
Que no extrañes mañana este presente que ha de ser pasado, siendo que en ese pasado nunca llegaste a estar presente!
Y algo más: que, inundado con las aguas del presente, no caigas en la trampa de ese pozo de agua estancada que puede ser la nostalgia, desmereciendo al ahora por compararlo con lo que ya no está (o con lo que nunca llegó a ser). Tu época (que es ésta) te necesita despierto, porque el mundo va muy rápido, y la única estación en la que apearse es, a cada instante, en la del momento presente.
Ama al momento presente. Y si es un momento difícil, míralo: allí están tus enseñanzas heroicas. Preséntate ante él a pecho abierto, y dile: "Aquí estoy". No hay otra opción: ésa es siempre la mejor, para lo bello y para lo difícil. Date por completo a lo que ES. Y el pecho le informará sobre las buenas nuevas a tu cabeza, para que luego las pienses ya enjuagaditas con ese agua fresca. El agua fresca del momento presente. Bébela. Dámela de beber.
Virginia Gawel
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